Media votos
5,6
Votos
3.792
Críticas
32
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de ibán:
8
7,1
2.157
Drama
El rodaje de una película en la pequeña localidad kurdo-iraní de Siah Dareh provocará una pequeña revolución entre los habitantes del pueblo, convencidos de que los miembros del rodaje son en realidad buscadores de un tesoro que se halla en el cementerio local. (FILMAFFINITY)
26 de noviembre de 2006
34 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde un principio, en el que me sentí dentro del camino al pueblo, la película me absorbió. La belleza que extrae de los paisajes, del pueblo, de las gentes. La sugerencia en las formas, la invitación a participar concediéndonos siempre una posición en la escena (o prohibiéndonosla). El cariño y respeto en la descripción, y crítica, de la sociedad rural.
Todo ello te arrastra de tal manera que olvidas un ritmo, como siempre en Kiarostami, lento y repetitivo. Me quedo con esa forma de contar que ya no sorprende por que la hemos visto en sus obras anteriores, pero que sigue embriagando; con esas sorpresas que te encuentras en el recorrido por una pequeña aldea, mucho menos homogénea y previsible de lo que uno esperaba; con metáforas incómodas como la idea de llevar un fémur humano en el salpicadero del coche; con la contraposición entre lo urbano y lo rural. Del primero critica las prisas, la superficialidad personificada en un grupo de hombres que de este viaje no se llevará más que el sabor de unas cuantas fresas. Del segundo el conservadurismo y el machismo donde la mujer sólo puede servir el té a su propio hombre.
Y, por supuesto, me quedo con el amor a la vida que rezuma la obra de Kiarostami a cada fotograma, evidenciado una vez más por contraposición a la muerte.
Todo ello te arrastra de tal manera que olvidas un ritmo, como siempre en Kiarostami, lento y repetitivo. Me quedo con esa forma de contar que ya no sorprende por que la hemos visto en sus obras anteriores, pero que sigue embriagando; con esas sorpresas que te encuentras en el recorrido por una pequeña aldea, mucho menos homogénea y previsible de lo que uno esperaba; con metáforas incómodas como la idea de llevar un fémur humano en el salpicadero del coche; con la contraposición entre lo urbano y lo rural. Del primero critica las prisas, la superficialidad personificada en un grupo de hombres que de este viaje no se llevará más que el sabor de unas cuantas fresas. Del segundo el conservadurismo y el machismo donde la mujer sólo puede servir el té a su propio hombre.
Y, por supuesto, me quedo con el amor a la vida que rezuma la obra de Kiarostami a cada fotograma, evidenciado una vez más por contraposición a la muerte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Inolvidables para mí algunas escenas:
La llegada al pueblo. El sugerente perfil de las casas sobre la ladera no puede ser casual.
Las miradas del acompañamiento fúnebre. El respeto que infunden obligando a abandonar un reportaje tanto tiempo esperado.
Y, sobre todo, la impactante conversación telefónica en la que se nos desvela el motivo de la espera, estalla con toda la crueldad que supone descubrir la base del interés por la salud de la anciana.
La llegada al pueblo. El sugerente perfil de las casas sobre la ladera no puede ser casual.
Las miradas del acompañamiento fúnebre. El respeto que infunden obligando a abandonar un reportaje tanto tiempo esperado.
Y, sobre todo, la impactante conversación telefónica en la que se nos desvela el motivo de la espera, estalla con toda la crueldad que supone descubrir la base del interés por la salud de la anciana.