Así como Spielberg tuvo una infancia marcada con un amigo imaginario, al que le dedicó su obra maestra ET. En el caso de Hayao Miyazaki, vivió una juventud marcada por el recuerdo de nueve años de una madre enferma de tuberculosis. Juventud que se ve claramente reflejada de la mano de estas dos niñas, que te embarcan en un mundo de fantasía, del cual una vez dentro no quieres salir. Un mundo con el que poder sobrellevar la recuperación de una madre (que como en la infancia vivida por el director), se pasa durante todo el film enferma en cama.
Tras trabajar, Miyazaki, en series animadas de reconocido mérito como "Lupin", "Conan, el niño del futuro" y "Sherlock Holmes". Adopta un estilo gráfico que lo identificará y acompañará en todas sus películas.
Con "Mi vecino Totoro" consiguió saldar las deudas del Studio Ghibli, tras su rotundo éxito de taquilla, convirtiéndose en amuleto e imagen corporativa de dicho estudio.
En resumen, una película infantil, para adultos que les guste soñar y de las que no quieres que termine nunca.