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Voto de Peter Gabriel 77:
8
Drama Daisy Kenyon (Crawford) es una creativa de una agencia de publicidad atrapada en un triangulo amoroso con dos hombres, uno que ama sin esperanzas y otro al que no puede amar. Envuelta en una aventura amorosa con un abogado casado Dan O'Mara (Dana Andrews), que no tiene intención de dejar a su esposa, conoce al sargento Peter Lapham (Henry Fonda), un buen hombre y un gran caballero, el cual se enamora de ella. Aun teniendo sentimientos ... [+]
25 de marzo de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notabilísimo melodrama con el que ayer hubo marejadilla leve y un par de olas en mi sofá. Medido, sobrio, sin excesos, seco y contenido pero apasionante, con una BSO a cuentagotas sofocando el melo del melodrama a base de silencios y evitando los repuntes desaforados tan típicos del género. Tiene un par, de repuntes desaforados, digo, pero recuerdan más a Hitch que a Sirk, y más que nadie, a Preminger, que hace un fantástico trabajo tras la cámara, y que siempre tuvo una voz, no lo olvidemos, y esta atípica y singular muestra de género está aquí para recordárnoslo. Es un placer como Preminger presenta y desarrolla al trío protagonista, la inusual profundidad con la que están dotados, lo adulto de la propuesta teniendo en cuenta los cánones folletinescos del género, los fantásticos diálogos que la jalonan, diálogos con filo y mordiente, tampoco es que estemos hablando de una de Bergman, no, pero hay filo, sí, hay colmillo, aunque, en otra muestra más de la contención de la que hablaba, la sangre no llega jamás al río. Y en ésto supongo que tuvo algo que decir tanto la novela como el guionista que la adaptó, ambos totales desconocidos para mí. Pero el mayor placer de este menage a trois son las interpretaciones de Crawford, Fonda y Andrews, maravillosos los tres, acertadísimos en sus roles, cuesta destacar a uno por encima de los otros, pero las secuencias que comparten Crawford y Fonda brillan con luz propia. Es curioso comprobar como la que para mí es la gran virtud de la función, esa contención, esa racionalización del drama, resulta ser el mayor defecto para mi compañero de taburete en la licorería. Ese espíritu diferencial queda perfectamente representado en el personaje de Dana Andrews cuando, en un amago de dramatismo de Crawford, éste la reprende, templado, diciendo: "Sabes que no me gustan las escenas".
No importa, barra libre para todos, paga el coronel.
Peter Gabriel 77
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