¿Cuántos en nuestra infancia habremos sentido ilusión de ver dibujos animados con palabrotas? Así de capullos éramos de niños, y es que los niños (¿y los adultos no?) repiten casi todo lo que oyen de los mayores. Así crecemos y así se nos hace en nuestra vida, e incluso a veces, se nos engaña con los males superficiales. Y ello es South Park, y esta película nos lo muestra: South Park se parodia a sí misma.

South Park no es apta para menores, pero no porque tenga palabrotas, violencia y recursos políticamente incorrectos, sino porque tras todo esto se esconden mensajes que, de pequeños, no podríamos entender (y a menudo los papás ni se molestan), aunque se nos intente proteger de algo tan superficial como palabrotas e imágenes de sangre. Disney nos dio esa lección matando a la madre de Bambi, y South Park busca darles la lección a los papás.
La película trata sobre unos niños que acuden a ver una película calificada para adultos, eludiendo varias veces el control de aquellos que, al perder medios, pierden razones. Y salen repitiendo palabrotas. Y luego, los papás que no han movido un dedo por ello, montan un escándalo porque sus niños parecen enfermos o poseídos.

La película es una denuncia crítica al puritanismo, y un sólido y energético alegato a la libertad de expresión y pensamiento de la que los niños se ven privados por diversos agentes externos, junto con una crítica (quizá demasiado evidente) al sentimiento de patriotismo impuesto con Norteamérica como escenario. Una divertida pero muy cruda refelxión sobre la infancia, a modo de comedia musical.
El punto fuerte de la película es su sentido del humor, inteligente y sutil, no apto para mentes infantiles ni aborregadas. Las canciones son estupendas, destacando la de Satán "Up There" y su reflexión sobre el maniqueísmo, así como la presente en la OST (pero no en la película, sorprendentemente) "The Eyes of a Child".
Su punto bajo es sostenerse excesivamente sobre la cita de cultura popular, lo cual abarca desde una canción dedicada al patinador Brian Boitano hasta ponernos a Bill Gates pagando la ineficacia del sistema Windows con su vida, o como villano al espíritu de Sadam Husein. Esto último no es crítica, es insulto, y ello jode la película.
Y cabe a mencionar el desafortunado cambio de doblaje al español. Carlos Revilla se nos fue antes de poder traernos esto, pero no por ello su sustituto, Jose Luis Angulo, tendría que haber cambiado a todo el equipo, que incluía a las geniales Sara Vivas y Chelo Vivares.

Por lo demás, una película de animación adulta muy divertida y recomendable, y sobre todo, mucho más inteligente de lo que sus abundantes palabrotas dan a entender a los prejuiciosos.