"Beowulf", de Robert Zemeckis, es una cruel parodia de "El Señor de los Anillos", "Las Crónicas de Narnia", "Eragon" y demás obras de magia y espada de buenos-contra-malos.
En la realidad cinematográfica d ehoy en día, cualquier cosa que de dinero puede proliferar cual plaga de ratas una vez que un único roedor se siente a gusto en la casa del vecino. Y eso se deduce en que esta película, de no ser de animación, sería mucho menos conocida. Sin embargo, Beowulf posee su fuerza en una sólida y sangrienta crítica al maniqueísmo, al conservadurismo epicista e, incluso, al espíritu del exótico poema en el que se basa.

Para recordar:
- La animación, sobre todo en la recreación de los actores. Aunque Ray Winstone se parezca a su monigote digital correspondiente lo que un huevo a un cojón, Antony Hopkins y Angelina Jolie están genial. En algunas escenas, de hecho, ésta parece de verdad. Lo mismo puede decirse de un divertido John Malkovich.
- La mejor banda sonora de la carrera de Alan Silvestri.
- La manera de alternar los diálogos "épicos y grandilocuentes" (lo más aburrido de la película) con la verborrea coloquial, gamberra y guarra. Un canto a la inofensiva imperfección del ser humano.
- Las escenas de sangre y las peleas de Beowulf contra sus monstruos, de lo más espectacular que se puede ver hoy en día.
- El mensaje crítico de la película, presente en todo su metraje y brindado por su carismático protagonista. Una sólida crítica al heroísmo de opereta, a la santificación, al conformismo despótico que envuelve la historia, a las leyendas axiomáticas y, en pequeña ración, a los McGuffins.

Para olvidar:
- El guión no puede calificarse de complejo, y quizá no haga demasiado honor a un encariñable elenco de personajes.
- El personaje pronunciado por Allison Lohman, algo desaprovechado.
- Un detalle un tanto insulso del final.

Beowulf es una película humana y violenta, que nos habla de las reacciones humanas ante la crudeza. Aquí no hay mucho espacio para personajes de expediente limpio, o personajes de salto de banda, ni nada parecido. No es una película para alegrar, sino para impresionar e invitar a reflexionar sobre cuanto nos rodea. Robert Zemeckis ha tomado una historia sobre héroes y la ha transformado en una historia sobre personas que, desde tal punto de vista, quizá sean héroes, mas desde otro, son otra cosa que va un paso por delante. Una lucha constante de monstruos y un viaje a través del inevitable sufrimiento de la imperfcción universal.
Más que recomendable.