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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Drama. Intriga En 1894, el capitán francés Alfred Dreyfus, un joven oficial judío, es acusado de traición por espiar para Alemania y condenado a cadena perpetua en la Isla del Diablo, en la Guayana Francesa. Entre los testigos que hicieron posible esta humillación se encuentra el coronel Georges Picquart, encargado de liderar la unidad de contrainteligencia que descubrió al espía. Pero cuando Picquart se entera de que se siguen pasando secretos ... [+]
29 de enero de 2020
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título original del film, «J’acusse», fue también el titular del famoso artículo de Émile Zola, en el que denunciaba la conspiración contra Dreyfus, que acabó por llevar a juicio y a ser condenado al emblemático escritor francés.

En esta obra Polanski deja su más genuino sello de director consagrado; un film de corte histórico y una puesta en escena que reconstruye los tiempos de final del siglo XIX en París. Época en la cual se forjaba la capitalidad cultural de la urbe de la luz, entre las heridas sin cicatrizar de la derrota en la guerra franco-prusiana de 1870. Como es sabido, dicha derrota provocó la caída del Segundo Imperio (Napoleón III). Tras ello, se proclamó la III República, posteriormente a las convulsiones del levantamiento de la Comuna de París.

La cosa es el que capitán francés judío Alfred Dreyfus es acusado y procesado de traición por espiar para Alemania, la natural enemiga de Francia. Por ello fue condenado a cárcel en perpetuidad en la Isla del Diablo, Guayana Francesa. Hubo testigos corruptos que hicieron posible esta sentencia y humillación. Pero un oficial, el coronel Georges Picquart se entera de que se siguen pasando secretos militares a los alemanes, lo cual lo introduce en una maraña de falsedades y corrupción.

Roman Polanski aborda la historia como lo hacen los grandes directores, una narración sobre la investigación del caso Dreyfus minuciosamente llevada, tanto lo transparente, como lo turbio de sus lineamientos argumentales, y con una lectura rigurosa de los hechos históricos. La cinta mantiene la atención del espectador en la carrera por desvelar la verdad. Un proceso que duró casi doce años, con un minucioso trenzado de complots, juicios y hasta duelos. Todo un ejercicio de intriga histórica. El guion de Roman Polanski y Robert Harris, adaptación de la novela de este último: An Officer and a Spy (2013), es de los buenos.

Polanski con esta película pasa ya a ser definitivamente un clásico, el padre de toda una obra cinematográfica inteligente y superlativa, que ha puesto con esta cinta su última guinda, por ahora.

De otro lado, el relato está muy pensado por Polanski; como dice Boyero: “Apela al cerebro de los espectadores, a su reflexión, no a su desborde emocional”. Lo que provoca el film y el razonado desenlace ante tanta injusticia, es la desconfianza en el poder y la indignación. Es pues que Polanski no apunta al corazón sino al raciocinio, a la razón.

Principal en el reparto es el oscarizado Jean Dujardin, que encarna a Picquart de forma sobria y contenida. Acompañando una pléyade de actores integrantes de la comédie-française que van haciendo su desfile por la pantalla con sus uniformes y sus imponentes mostachos de época.

Hace ahora cincuenta años que la esposa de Polanski, Saron Tate, fue brutalmente asesinada a manos de la “familia criminal” encabezada por James Mason. De otro lado, Polanski, como es sabido, es un hombre requerido por la justicia USA por supuestos abusos sexuales a una menor en 1977. Su esposa, Enmanuelle Seigner habló en la rueda de prensa de la Mostra sobre “persecución” y declaró que “Polanski ha sufrido el mismo hostigamiento que Dreyfus”. Así pues, podemos pensar en un Dreyfus como si fuera el propio Polanski, superviviente del gueto judío de Cracovia, no lo olvidemos. Este es el punto en que confluyen los caminos. Más aún por cuanto la sociedad nuestra no ha cambiado mucho de la que relata el film y sigue siendo tan antisemita, intolerante y xenófoba ahora como antes. Por lo tanto yo digo: “he comprendido Roman y te aconsejo que a tus 86 años no salgas de tu zona de confort, para evitar acabar en la Isla del Diablo. Muchos te querrían ver ahí, acompañando al ectoplasma de Dreyfus”.

Y a pesar de todo lo que ha pasado este genio del celuloide, a mí me consuela escuchar sus palabras cuando declaró: "Por paradójico que parezca, si los acontecimientos de mi existencia no hubiesen sucedido tal como lo han hecho, no tendría a mi familia. Tendría otra cosa, y no quiero otra cosa. No pienso renunciar a eso por cambiar el pasado". Grande, genio, humano.
Kikivall
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