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España España · Zamora
Voto de Bea:
9
Terror. Romance. Fantástico En el año 1890, el joven abogado Jonathan Harker viaja a un castillo perdido de Transilvania, donde conoce al conde Drácula, que en 1462 perdió a su amor, Elisabeta. El conde, fascinado por una fotografía de Mina Murray, la novia de Harker, que le recuerda a su Elisabeta, viaja hasta Londres "cruzando océanos de tiempo" para conocerla. Ya en Inglaterra, intenta conquistar y seducir a Lucy, la mejor amiga de Mina. (FILMAFFINITY)
25 de mayo de 2009
25 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Francis Ford Coppola demuestra en su película que entendió a la perfección el texto de Stoker y entendió a la sociedad y la época en que dicha obra nació, y es capaz de adaptarla de tal manera que todos los demás podamos comprenderla fácilmente. Por fin se hizo de Drácula un Drácula de verdad, puesto que a lo que el cine nos tenía acostumbrados era a un simple monstruo que intentaba causarnos miedo. Pero Drácula no es miedo, es horror. Y no es un monstruo, es una bestia.
La película es tan fiel al libro que hasta comienza siendo contada en forma de diario, tal y como lo es la novela, donde los personajes principales van plasmando sus pensamientos y vemos cómo van siendo dominados por Drácula. En la novela hay dos personajes muy interesantes un poco dejados de lado en la película, que son Jonathan Harker y Renfield. Sin embargo en la película cobran importancia otros personajes como Lucy, que aparece impresionante en la escena de su muerte muerte. Esa escena debería pasar a la historia del cine. Y luego están los que son tan fascinantes en la novela como en la película, como Van Helsing, magníficamente interpretado por Anthony Hopkins. Pero la película se llama Drácula, y sin duda alguna, él es el protagonista. Gary Oldman nunca estuvo tan mal para estar tan bien. Maravilloso. Excelente.
Esta película es un orgasmo. Es el punto más alto al que podrá llegar nunca Drácula en el cine. Nunca se podrá hacer una película mejor sobre este personaje. Consigue hipnotizar al espectador como lo haría el mismo Drácula para hacerle creer que Drácula no es un monstruo, aunque lo vea convertido en murciélago gigante, decrépito o lleno de ratas, sino un pobre hombre que ansía poder darle uso a su corazón, poder amar.
Bea
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