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Voto de Cinéfilo de mierda:
8
Thriller. Ciencia ficción En un futuro cercano en el que los recuerdos personales ya no son del todo privados, Mia (Andrea Riseborough) debe guardar un secreto inconfesable. Episodio de la cuarta temporada de Black Mirror. (FILMAFFINITY)
31 de enero de 2018
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy seguro de que las (pocas) personas que me leen tienen presente la profunda decepción que sentí tras ver lo (poco) que he visto de la cuarta temporada de “Black Mirror”. Antes de enfrentarse a esta reseña, aconsejo que se visite la que hice de “Arkangel”, el episodio dirigido por Jodie Foster que me provocó sensaciones muy diferentes. Y es que “Cocodrile”, el episodio que nos ocupa, acierta en los puntos en los que el anterior fallaba, logrando con ello que sea una de las mejores historias de esta peculiar serie.

El guion, si bien es cierto, no es nada del otro mundo. Charlie Brooker sigue pareciéndome cansado, sin preocupación alguna por hacer trascender su mensaje ni por marcar las lecciones morales que nos dejaban los primeros mediometrajes. Brooker ya no reflexiona, ya no cuestiona, se limita a introducir un elemento tecnológico que afecta al desarrollo de los personajes sin plantearse en exceso los dilemas éticos que suponen. Por suerte, en este caso concreto modifica su estructura y su planteamiento lo suficiente como para resultar innovador: el nuevo cacharro protagonista tarda en hacer acto de presencia, y la historia sigue a dos personajes casi en paralelo hasta que sus caminos se cruzan. En este proceso somos testigos de la destrucción absoluta de uno de ellos, provocando una aumento de intensidad medido al milímetro que nos dejará momentos asombrosamente tensos. Gran parte de culpa la tienen, entre otras cosas, unos personajes protagonistas con los que es difícil no empatizar y la falta de miedo a colocarlos ante callejones sin salida muy bien planteados.

Las actrices que ponen rostro a esta historia también hacen un gran trabajo. Andrea Riseborough está ESPECTACULAR en todo momento, construyendo a una Mia que se percibe terroríficamente real. Su principal compañera, Kiran Sonia Sawar, también se encuentra muy convincente y, aunque no sufre un desarrollo tan profundo, nos regala una interpretación muy estable con un par de momentos de lucimiento a los que no se podría enfrentar cualquier actriz. Mención especial para quién la haya elegido: pensamos que vivimos en una sociedad muy avanzada, pero no me ha dejado de sorprender ver a una mujer con pañuelo por la tele completamente normalizada. Tanta es la impresión que la obra adquiere un plus de innovación que casa muy bien con el ambiente del metraje, con el tono de la serie y de la dirección.

Pero sin lugar a dudas es este último punto, la dirección de John Hillcoat, el que hace destacar a “Cocodrile” y mejora lo visto en el anterior. Este trabajo es soberbio, y sirve como muestra de hasta qué punto es fundamental para el buen resultado de una obra. Hillcoat nos regala una dirección rompedora, pero muy estética, plagada de imágenes que suponen una vuelta de tuerca a los cánones establecidos a la hora de contar una historia. Predominan los planos abiertos, sobretodo cuando seguimos al personaje de Andrea Riseborough, lo que potencia aún más la expresividad de los planos cortos del último tercio. Un último tercio cruel, duro, con una muestra de violencia desmedida que está tratada con sumo cuidado, causando un enorme impacto en el espectador mediante el arma más poderosa: su imaginación. Además, pese a contar con una filosofía similar a la del capítulo de Foster en cuánto a la integración de la tecnología en el universo que plantea, la propuesta de Hillcoat rebosa personalidad por todas partes. La frialdad de los paisajes irlandeses, y de los interiores escogidos, se vuelve un protagonista más de la historia y resultan impresionantes a la vista. Y sin embargo, no logran desviar la sensación de agobio, de tensión, ni la presión de la situación. En este aspecto, hay que elogiar el controvertido ritmo, que mientras unos critican por pesado o lento, yo lo aplaudo por saber transmitir esas sensaciones. Puede que no sean las sensaciones más agradables, pero no vemos “Black Mirror” para sentirnos mejores personas.
Cinéfilo de mierda
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