Convencional western, que está dirigido con oficio y poca inspiración por Joseph M. Newman, autor de algunos estimables films dentro de los más variados géneros.

En esta ocasión se limita a narrar una historia ya vista otras veces, con no demasiado acierto narrativo, pero sí de la suficiente entereza como para entretener.
Se olvida nada más verla, pero mientras se ve uno/a se lo pasa más o menos bien por más que el guión no tenga el menor aliciente.

Lo mejor sin duda es, además de los bellos paisajes donde se sitúa la acción (supuestamente Canadá, en realidad Sedona, Arizona, USA), el trabajo de Thomas Gómez haciendo el indio (literal), pero con divertidos diálogos con el protagonista Tyrone Power, a quien intenta mangonear lo que puede. Suyas son las mejores escenas, de una cinta dirigida sin personalidad pero con el suficiente oficio como para resultar amena.

No hay mucho más que decir de ella salvo que tiene el subtítulo en algunos lares de “El soldado de la reina” (de Inglaterra, claro).

Como curiosidad, entre los "indios" está gente tan excelente como Richard Boone o Frak de Kova, sin acreditar.

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