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Voto de Antonio Morales:
9
Terror. Romance. Fantástico En el año 1890, el joven abogado Jonathan Harker viaja a un castillo perdido de Transilvania, donde conoce al conde Drácula, que en 1462 perdió a su amor, Elisabeta. El conde, fascinado por una fotografía de Mina Murray, la novia de Harker, que le recuerda a su Elisabeta, viaja hasta Londres "cruzando océanos de tiempo" para conocerla. Ya en Inglaterra, intenta conquistar y seducir a Lucy, la mejor amiga de Mina. (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2013
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película generó polémica por la adaptación de Coppola sobre Drácula. Existe un sentimiento tristemente generalizado de congratularse con los fracasos de quienes ya han demostrado su capacidad y colaborar, aunque sólo sea con su grano de arena, a derribar cualquiera de sus creaciones. Esto, que sucedió con el Drácula de Coppola, no es la primera vez que ocurre con otros autores como Welles o Hitchcock ¿Qué tipo de esnobismo pueril es el que mueve a determinados críticos o cinéfilos a ser simuladamente entusiastas de la teórica creatividad de principiantes mediocres y les impide reconocer la calidad de las producciones de los autores consagrados? ¿Hay que ser joven además de brillante? ¿O hay que ser desconocido, y así, convertirse en un nuevo descubrimiento personal?

Desde el inicio de los tiempos existe un evidente reparo para elogiar la última obra de cualquier maestro del arte. A quienes ven con evidente disgusto que Coppola forme parte desde hace muchos años de la historia del cine, esta hermosa película que no es de terror sino fantástica les ha servido de motivo para denostarlo. Aludían que no se adaptaba al original literario, cuando en su publicidad presumía de ello, yo podría recordarles que se trata de una trampa de mercadotecnia, no olvidemos que es una obra de encargo y los productores buscan atraer cuantos más espectadores. Por cierto la familia de Carlos IV de Goya, era una obra de encargo, y no por ello dejar de ser una obra maestra. Coppola nunca se ha caracterizado por adaptar fielmente lo literario, para eso existe el teatro.

Se llegó a decir que tenía excesos visuales, en mi opinión, para nada, tiene el mejor vestuario, cercano a lo mágico de los últimos 30 años, los cielos rojos, las sombras chinescas de aire impresionista le dan un tono irreal. La estética de la película de ambiente neogótico, rodada íntegramente en estudio es impecable. Los entrecortados movimientos de cámara en plano subjetivo de la mirada de Drácula son estremecedores. Película de una carga romántica indescriptible, pues en ningún momento pretende atemorizar. Alejada de la teatral y aburrida versión de Browning , la aportación del camaleónico Gary Oldman hace palidecer a los anteriores aristócratas del mordisco en la versión de Fisher o Badham, respetables versiones por otra parte.

La aportación de Coppola a la figura de Drácula es tal, que podría cerrar el círculo que abrió sobre el personaje el maestro Murnau con su “Nosferatu”. Desde el magnífico prólogo medieval ausente en la novela, pero necesario para comprender no sólo el redescubrimiento de la amada de Drácula, sino también el radicalismo de su opción por las tinieblas, pasando por la estancia de Harker en el castillo y las imágenes de Londres de final de siglo, es obligado admitir que pese a algunas concesiones puntuales al efectismo que podrían haber sido suprimidas sin alterar en lo más mínimo el conjunto, la película rebosa belleza pasión y calidad. No quiero olvidarme de la impresionante música compuesta por el polaco Wojciech Kilar. Un momento, se me olvida apuntar que hablo de un cineasta que con treinta y pocos años dirigió la película top nº 1 de Film Affinity, elegida por los usuarios: “El Padrino”, ¡IMPERDONABLE!
Antonio Morales
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