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Voto de Antonio Morales:
3
Drama Un grupo de jóvenes comparte un mismo interés: la idiotez. Con una casa de campo como base, pasan su tiempo libre juntos explorando los ocultos y poco apreciados valores de la idiotez. El grupo se dedica a enfrentarse a la sociedad con sus idioteces. Karen, una mujer solitaria y reservada, se une al grupo después de participar involuntariamente en una de sus actuaciones. (FILMAFFINITY)
9 de octubre de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los autores de la era clásica solían ocultarse púdicamente tras sus creaciones. Los modernos ocupaban casi siempre el primer plano, mostrando sus mecanismos creadores al desnudo, confesándose públicamente. Von Trier en cambio, no se sitúa ni delante ni detrás de su obra, sino por encima. Von Trier es Dios. Y de ahí esa extraña historia del Dogma, el manifiesto ya caduco que elaboró con un compatriota suyo, y que propugnaba, entre otras cosas, el anonimato de la obra cinematográfica, hasta el punto de prohibir que el nombre del director apareciera en los títulos de crédito. Una jugada audaz, que en el fondo lo que pretende es agudizar el misterio para que todos tengamos un desmedido interés por descubrir al autor, pero… ¿Se puede ser más presuntuoso?

Oficialmente catalogado como la segunda entrega de “Dogma 95” (cuyo “voto de castidad cinematográfica” estipulaba diez mandamientos en una confusa amalgama de “cinéma verité” y operación publicitaria), “Los idiotas” retrata a un grupo de personajes que se encierran en una finca para sacar de sus adentros ese “idiota interior” que todos llevamos dentro, para buscar la manera de hacer aflorar un “hombre nuevo” que pronto se desvela utópico. El empeño de los protagonistas acaba por mostrar sus propias contradicciones y desembarca en un final duro y cargado de dinamita moral.

Obra radical y desnuda que no es sinónimo de calidad, está filmada íntegramente con cámara en mano, iluminación natural y buscando siempre la prioridad del momento emocional buscando una supuesta belleza de los encuadres, sobre la armonía del conjunto, dejando al descubierto el micrófono o “la jirafa del sonido”. Von Trier trabaja a fondo la intensidad de las situaciones, buscando provocar la espontaneidad de los actores, que no me conmueven lo más mínimo, pues todo me parece falso e impostado. Convirtiéndose en una película áspera y rugosa, vitriólica y chirriante, y por supuesto, obligatoriamente polémica.

Una película es un exabrupto pretencioso, cayendo en una recreación del esperpento y la hipocresía que pretende denunciar, una parodia estúpida e irritante que desprecia la inteligencia del espectador por su contumaz discurso del absurdo. Una aberrante tomadura de pelo perpetrada por un cineasta que tiene películas admirables, en mi opinión, como “Rompiendo las olas” y “Bailar en la oscuridad” entre otras. Pero que se ha pasado unos cuantos pueblos con esta mamarrachada que pretende ser provocadora para caer en lo patético y grotesco. No la recomendaría a nadie que ame el cine, porque resulta una perversión del arte cinematográfico, creo que el tiempo la ha desenmascarado completamente.
Antonio Morales
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