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Voto de Antonio Morales:
7
Drama. Cine negro. Romance. Thriller Irlanda, principios del siglo XX. Johnny McQueen es uno de los militantes más importantes del Sinn Fein, el brazo político del IRA (1905), cuyo objetivo es la independencia de Irlanda. La necesidad de conseguir fondos para financiar la lucha armada lo lleva a elaborar un plan para asaltar una fábrica. (FILMAFFINITY)
4 de marzo de 2016
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
F. L. Green fue un prolífico e interesante escritor irlandés cuyas obras disfrutaron de gran difusión, en especial durante los años cuarenta y cincuenta. “Odd Man Out” es su novela más conocida y en la que se basa este estupendo film, donde participa en la adaptación. Thriller de un exacerbado lirismo y acusada fatalidad gracias a una magistral dirección de Carol Reed, una película itinerante cuyo trayecto recorre Johnny McQueen (un grandioso James Mason), activista revolucionario irlandés, que malherido y abandonado a su suerte tras un atraco a una fábrica, vaga por las calles de Belfast, incluyendo refugios, casas, iglesias y pubs en los que Johnny nunca puede quedarse, siempre debe huir, ya sea de la policía o rechazado por sus conciudadanos.

Sin embargo, el cineasta no pretende hacer una película política, como muy bien reza en el rótulo inicial. Su meta es más bien el retrato de un alma atormentada que se arrastra por un universo moral en descomposición, el que resultó del fin de la 2ª Guerra Mundial. Y por eso abunda la simbología religiosa, redentorista, expresada en una atmósfera nocturna y nebulosa, azotada por una lluvia pertinaz que a medida que avanza la noche se convierte en copos de inmaculada nieve, todo ello matizado por estruendosos claroscuros, gracias a una colosal fotografía expresionista de Robert Krasker. Pero lo más interesante del film es esa violentación estilística de la realidad que también se puede encontrar en “El tercer hombre”, el film más conocido del director.

Un estilo que no desmenuza la narración sino que ayuda a reforzar la estructura por medios distintos a los del clasicismo. Da la impresión de que nos encontramos ante un relato que privilegia los momentos significativos en medio de la pura descripción costumbrista. Así, todos los personajes que a lo largo de la huida de Johnny, tienen contacto con él, componen un mosaico urbano de gran diversidad, pero en ningún momento desvían de su camino a los objetivos de la narración. Muy al contrario, su presencia densifica la historia hasta tal punto que ese verismo costumbrista se convierte finalmente en el contrapunto indispensable de la odisea espiritual de Johnny. Es como si el realismo británico hubiera reforzado sus estructuras, con recursos más propios del cine negro americano, con el que tanto éste film como “El tercer hombre” tienen mucho que ver.

El film es también un recorrido por el miedo, el egoísmo y otras miserias humanas representadas por una variada galería de personajes de la sociedad, incluyendo desde un sacerdote que habla de piedad hasta un enloquecido pintor (Robert Newton) que pretende plasmar un lienzo que exprese el tormento y el dolor de un ser humano sin rumbo. Carol Reed, como tantos otros europeos, miraba al otro lado del Atlántico con vistas a la supervivencia del relato clásico, como lo estaban haciendo ya Robert Siodmak o Fritz Lang, también ellos procedían de la vieja Europa. Había nacido el cine apátrida.
Antonio Morales
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