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Interiores

Drama Eve, una mujer que ha sido abandonada por su marido, se reúne con sus tres hijas para tratar de afrontar la situación. Ella se encuentra en un momento crítico, pero sus hijas también tienen sus propios problemas, algunos de ellos derivados del poco cariño que han recibido de su madre. Las emociones se desbordan cuando el marido se presenta en la casa familiar acompañado de la mujer con la que quiere casarse. (FILMAFFINITY)
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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
28 de abril de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interiores de Woody Allen, es un melodrama basado en 3 hijas que intentan ayudar a su madre a superar el abandono de su padre. Dirigida con un ritmo lento y pausado, y con un estilo dramático familiar lejos del cine más frecuente de Allen, es implacable en las distintas historias que narra de los familiares, mostrando sus defectos y lo que esto afecta al resto de los miembros de la familia. Realizada de forma impecable y magistral, tiene un resultado sobrio pero notable que profundiza en el espectador.
La fotografía, está llena de matices estéticamente decorativos, y usa una luz tenue que da algo de tristeza y oscuridad al film, con imágenes confortantes y eficientes. La música, es muy escasa en el film y solo es usada en alguna fiesta, con los habituales sonidos de jazz que suele utilizar el director. Y los planos y movimientos de cámara, usan el reconocimiento de la casa, con generales, seguimiento, barrido, voyeur y primeros planos que completan un espléndido y sobrio trabajo técnico.
Las actuaciones, son íntegras y cumplidoras. Con Diane Keaton insensible y escéptica y Kristin Griffith emocional y reservada. Siendo destacados los acompañamientos de Richard Jordan, Geraldine Page, Maureen Stapleton, E.G. Marshall, Sam Waterston y Mary Beth Hurt. Empleando para estos, unos vestuarios elegantes y apropiados, que van a juego con los decorados estilosos que marcan claramente la alta clase social de los protagonistas en una buena dirección artística.
El guion, escrito por el mismo director, es absorbente e interesante, por ser verosímil y en ocasiones estremecedor por su incitadora realidad. Argumentado de manera profunda y melancólica, mostrando la desesperanza de una familia que poco a poco se desintegra. Y lo lleva a cabo, con una narrativa con voz en off que es intrigante y explicativa, además de clásica y equilibrada al principio, siendo el resto del film impoluto y académico en un lenguaje.
En conclusión, la considero una obra dramática y algo seca de Woody Allen, bien realizada y profunda en una historia sencilla y pesimista, oscura e impecable, la cual, aun siendo notable, no tiene los tintes habituales y característicos de las cintas del director. Recomendable por su dirección, guion, interpretaciones, fotografía y narrativa que hacen de Interiores, un film triste y recóndito, ideal para los amantes de los melodramas lentos y austeros.
Elcinederamon
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22 de junio de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es no poder huir?

Este es el sentimiento que vertebra Interiores (Woody Allen, 1978), cuyo título es suficientemente -y en demasía- iluminador al respecto. Los espacios serán hostiles, amenazadores, opresores, pero no caigamos en la simpleza de creer que las cárceles son físicas.

¿Y cuál es la prisión mayor? La familia, la eternamente culpable.

Un matrimonio estadounidense de clase alta con tres hijas. La perfección, esa dulce traidora que saborea perversamente el paso del tiempo.

Arthur (E.G. Marshall) cumple 60 años, se jubila, nada nuevo ni inesperado, excepto el divorcio servido en el desayuno de una soleada mañana. Así comienza el tormento de la idealidad, es decir, deEve, la esposa (Geraldine Page).

Pero en esa confusión aún reina el orden, todo está perfectamente compartimentado. La ilusión de control debe mantenerse a cualquier precio. Sí, volverá contigo, solo necesitaba espacio, sí, de verdad, tranquila, confía, aún te quiere. Nada más lejos de la realidad, nada más opuesto que Joey (Mary BethHurt) y Renata (Diane Keaton).

Las dos hermanas serán las encargadas de cuidar a la madre en sus delirios, pero ellas también se hunden. Joey se ahoga en sus indecisiones, en sus continuos e infructuosos cambios de rumbo, en los altibajos con su pareja (Sam Waterston), en su normalidad. Pero Renata… lo es todo, la escritora de éxito casada con un profesor universitario y también escritor, Frederik (Richard Jordan), la personalidad, el carácter, la iniciativa, el atrevimiento, la extravagancia, la valentía, la decisión. El talento frente la mediocridad. ¿Cuál es la favorita de mamá?

Sin embargo, no se conocen entre ellas. Renata no sabe que Joey también tiene un impulso creador, pero que solamente no sabe cómo expresarlo, no sabe cómo crear teniendo esa pulsión. Y Joey no conoce el miedo que atenaza a Renata, un temor patológico a la hostilidad del mundo, a la inexistencia de la felicidad y de la bondad, a descubrir que el mundo no estaba bien hecho. Un pavor que la ha paralizado.La estrella de la familia ya no puede escribir. Y además, está su marido al que también le afecta vivir con la escritora, ya que solamente quiere estar casado con ella, no con Renata.
¡Que irrumpa el sonido, la música, el color, la alegría, la felicidad, sí, la felicidad de los mediocres y de los no escogidos, la insustancialidad liberada de cualquier atisbo de intelectualidad, de elegancia, de sutilidad, de fragilidad, sí, la fortaleza de la risa, de la naturalidad, de la pura carnalidad! Pearl (MaureenStapleton). Ahora también Arthur.

Pero… ¿cómo es posible que se haya fijado en una mujer tan vulgar, tan ordinaria? ¡Si tan siquiera sabe interpretar el final del drama que vimos ayer! ¡Si tan solo piensa en comer, beber y bailar! ¿Dónde ha quedado la creación de mamá? ¡El jarrón de Giorgio Morandi! ¡La apariencia en Hammershoi!

Además de la pareja de enamorados, y de las hermanas con sus respectivas parejas, llega Flyn (Kristin Griffith) la hermana pequeña y otro genio de la familia, aunque un poco más común que Renata, ya que es actriz. Sí, desde luego, tiene un gran talento, muchísima proyección, un físico deslumbrante, un carácter extremadamente afable y provocador… pero solo aparece en películas para la televisión y series que, por supuesto, de manera incomprensible, se cancelan repentinamente…. Más anhelos e ilusiones, más fantasías que ya no consiguen ni engañarla a sí misma, aunque por desgracia, serán aún atractivas para algunos…

La esposa aún está allí. Después de creer que su amor volvería con ella, después de intentar suicidarse, después de arrastrar a sus hijas a ser sus cuidadoras, después de entrometerse en la vida de pareja de Joey y en sus perspectivas profesionales, después de haberle hecho creer a Renata en la gloria eterna y la seguridad… Sigue presente, dentro de cada una de ellas y gracias a ellas mismas. Pero debe irse y Pearl debe llegar.

Es innegable que en Interiores Woody Allen quiso abordar toda su admiración, y lo que es más encomiable, su aprendizaje del genio Ingmar Bergman. Gritos y susurros (1972) es el modelo inmediato. Sin embargo, en mi opinión, el alumno supera al maestro en ciertos aspectos.

En la entidad del espacio es Allen el ganador, incluso a nivel estético; así como a nivel temático consigue aportar ligereza a todo el psicologismo que en Bergman, tiende a lastrar la calidad artística y argumental del film. En este sentido, un acierto del neoyorquino es acomodar a sus particulares fobias toda la retorcida y horrenda angustia que recorre Gritos y susurros, Diane Keaton realiza una magnífica interpretación, tal vez su mejor papel en su trayectoria con Allen, al encarnar a la poeta incapaz de escribir.

No obstante, el público que demanda el sueco cada vez menos es por el que trabaja Allen, y mientras Interiores puede ser asumible por un público mayoritario, Gritos y susurros no.

Bergman está avezado a exhibir, en Allen aún hay un porcentaje de explicación, aunque resulta extremadamente hábil en el manejo del silencio y la música, así como en el optimista final. Interiores alberga esperanza para los vivos, aunque aún está por llegar el humor y la jovialidad de Hannah y sus hermanas (1986); mientras que Gritos y susurros es un canto al descubrimiento de la existencia de la felicidad, que aunque efímera, puede ser posible y conscientemente sentida, pero que en la película, tan solo ha sido experimentada por Agnes (Harriet Andersson)…

(Crítica completa en http://www.ojocritico.com/criticas/el-murmullo-del-mar-interiores/)
Polimnia
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24 de julio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi empezada "Annie Hall", Alvy y Annie van a ver una película titulada "Cara a Cara", sin embargo el álter-ego neurótico de Allen se niega a entrar en la sala pues ya ha empezado la sesión...

Y es que, como le sucede a DePalma con Hitchcock o a Eastwood con Siegel, hay un evidente amor y constante tributo a Ingmar Bergman en todo lo que el neoyorkino hace...pero entonces, en 1.978, decide dejarse los típicos guiños para acometer su primer gran homenaje al maestro y de paso dar la espalda a su pasado cómico; el caso es que "Annie Hall" le ha catapultado definitivamente al éxito y al prestigio y se siente en posesión de su trabajo para hacer lo que le de la gana. También escribe en solitario el guión, bebiendo en abundancia de la fuente de experiencias que le brinda el pasado familiar atormentado de su ex-mujer Louise Lasser, cuya madre se suicidó tras años de internamiento en un hospital psiquiátrico.
"Interiores" abre en un espacio completamente hermético, ahogado por la quietud y cuyas entrañas están devoradas por la culpa, la soledad y la amarga presencia de la muerte; maníaco del plano-secuencia, el director se acoge firme a la belleza del estatismo y el plano general, gran angular del arte "bergmaniano". La historia, sin música, contada a través de las ocasionales narraciones "en off" e incluso ciertas "confesiones" realizadas por un ausente entrevistador, se inicia con una tragedia que desconocemos para luego fundirse con el pasado, y tiene como protagonistas a tres hermanas de clase media-alta: Renata, Jo y Flyn.

El repentino divorcio de sus padres, Arthur y Eve, empieza a desestabilizar los pilares de su mundo, de dentro hacia afuera. El universo del realizador sueco inspira las formas y el entorno, al igual que la gravedad existencial del tono, la extrema atención que se le presta a los rostros y a los primeros planos, mientras Allen se regodea en diálogos afilados y, siendo esto el mayor impedimento para sus fans, aprisionados por una gran carga intelectual y una pretenciosa teatralidad, al igual que las actuaciones. Por otra parte, la silueta dominante y enferma de la madre planea sobre el film, que se contagia de su rigidez gélida y pasiva desafección asfixiando cada encuadre.
Es ella la instigadora de la fatalidad y aplasta bajo su severo catácter a todo bicho viviente. La trama enfoca las dificultades personales de Jo y Renata, entre ellas, con sus padres y sus respectivas parejas, Mike y Fred, todos modelados a la manera neoyorkina del director: individuos atormentados, cínicos, insatisfechos, neuróticos, habituados a la angustia y a la reclusión de sus emociones y demasiado cobardes para finalizar sus conflictos o confesar la verdad. Louise inspira el personaje de Flyn, actriz de mediocres telefilms y a la vez el único que no goza de una introspección profunda como las otras dos (algo imperdonable).

Pese a prestar más o menos atención a las figuras femeninas protagonistas, la configuración de tres hermanas se ubica bajo la doble influencia de "Gritos y Susurros" y "Las Tres Hermanas" de Chekhov (adaptada en 1.966, contando, muy curiosamente, con Geraldine Page); Eugene O'Neill es otra poderosa fuente de inspiración, y no es casualidad que algunos de los instantes más trágicos y ásperos parezcan extraídos de "Long Day's Journey into Night". El segundo punto de inflexión se halla en la aparición de la nueva amante de Arthur, Pearl, con la que planea casarse.
La meticulosa atención de Allen por los colores, tratados magníficamente por la fotografía del genio Gordon Willis, se revela aquí más que nunca (Pearl, en su llamativo vestido rojo, resaltando su vitalidad entre la mustia atmósfera gris y nívea que componen los protagonistas); el cineasta también sabe plasmar en pantalla los viajes interiores del film, su densidad y su dureza. Dos secuencias donde mejor conjuga su talento para lo dramático son: el intento de violacion a Flyn, cuyo clima desasosegante se refuerza por el uso de los primeros planos, y la confesión entre Jo y su madre.

Éste, inscrito en el canon "bergmaniano", permite la liberación de la culpa y los corrosivos secretos con el fantasma sigiloso que escucha entre las sombras de un recodo de la estancia; como su maestro, Allen confunde la realidad y lo soñado en un clímax desgarrador, de pura tensión psicológica y emocional, derivando en una muerte que constituye la liberación familiar, un alivio teñido de amargura, y concluyendo (igual que "Gritos y Susurros") con la evocación de un pasado lejano donde se pretende atrapar un segundo de efímera felicidad para concederle un valor de eternidad.
Pese a que "Interiores" es fiel al deseo de su creador de lograr un drama ambicioso y perfeccionista, queda lastrado por sus fallos, y uno de los más notables es cómo éste abre muchas interesantes subtramas (el deseo infiel de Frederick, el embarazo no deseado de Jo, la amarga existencia de Flyn) en las cuales no se profundiza absolutamente nada; tampoco ayuda la composición de personajes, con los que en general nos es imposible empatizar, en especial los encarnados por Richard Jordan, la debutante Mary B. Hurt y Geraldine Page, detestable hasta la náusea como Eve, en cuyo papel Allen quería a Ingrid Bergman (ésta estaba ocupada rodando, irónicamente, la magistral "Sonata de Otoño").

Cautivadora como siempre se desvela Diane Keaton en la piel de la criatura cerebral y arrogante pero realmente frágil que es Renata. "Interiores", por su parte, adolece en sus intenciones; las esferas truculentas de Bergman, en cuyos abismos es inevitable enroscarse, desgarran las tripas y vapulean la conciencia.
La obra de Allen, pese a estar dirigida con rigor y una inmensa valentía, no respira autenticidad y termina por ahogarse en su frialdad abrumadora, hueca y casi artificial...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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25 de noviembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de la tediosa manera que tiene Woody para dirigir comedias dramáticas, Interiors es quizás uno de sus mejores trabajos en el ambiente del drama psicológico. Esta es una historia sobre la dificultad de un matrimonio separado y que el padre anuncie su nuevo casamiento teniendo a las hijas de testigo. Esta película sabe representar uno de los melodramas de la vida y Woody Allen ha tenido éxito en hacer una película sobre este golpe que suele suceder en la vida. Tiene la misma lentitud y peso que tienen las demás películas de Allen, pero cuenta con un guion bien escrito que es fácil de seguir y personajes bastante humanos. Interiors es sin duda un buen drama psicológico y una de las opciones más destacables a elegir de la filmografía de Woody Allen. Mi calificación final para esta película es un 8/10.
Elvis Del Valle
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10 de septiembre de 2011
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mí lo que me conmueve de esta película es la empatía que siento con sus personajes, lo cercanas que me resultan algunas de las situaciones y cómo, al igual que en la película, uno nunca sabe cuál es el mejor camino para tomar.
Una película de carne (viva) y hueso (medular) muy buena, pero no apta para malas épocas.
bajocontinuo
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