Lenny

Con el smartphone y las redes sociales todos nos hemos convertido en censores y todo (cualquier acontecimiento, representación, comentario...) ha pasado a poder ser censurable y sometido a un linchamiento público. Por eso, la mayoría de los espectáculos tratan de ser lo más inocuos y políticamente correctos posible y de agradar a cuanta más gente, mejor (hay excepciones como los shows de gente como Juan Dávila, pero en general hay que tener mucho cuidado con lo que se dice, estar siempre alerta, de subir drogado a un escenario ni hablemos, supondría el fin de una carrera, antes podías tener un mal día y solo se enteraban los que habían ido esa vez a verte y como mucho no sé, igual si eras muy famoso supongo que te podrían dedicar unos minutos en el telediario, pero ya está, a los dos días todos ya se habían olvidado, en cambio hoy existe el Internet, cualquiera puede hacer un vídeo desde el móvil y ponerlo a disposición de todo el mundo para siempre, en verdad es un infierno, la libertad y la privacidad han desaparecido, Internet es una herramienta de control, un correctivo que planea sobre todos nosotros y que nos cohíbe y ya por inercia, nos impide hacer lo que a lo mejor en un momento determinado querríamos; nos reprimimos y ni nos lo planteamos porque sabemos que podemos estar siendo vigilados por miles de cámaras y que cualquiera se podría enterar, leí a Gwyneth Paltrow decir que ya nadie (ningún famoso) se droga ni se lleva a su casa a alguien random para follar como en los 90 cuando sale un viernes a un bar porque ahora todo el mundo te ve y te graba).

Yo no veo ningún delito en que alguien incluya obscenidades (lenguaje malsonante en este caso) en su espectáculo, el que lo quiera ver que lo pague, pienso que los límites los acabaría poniendo la propia audiencia. Tampoco quiero decir con esto que autorizaría las ejecuciones públicas previo pago entrada, a ver si nos entendemos. Mi posicionamiento es que las autoridades no tendrían que intervenir en un espectáculo privado al menos que se violara (gravemente) la integridad física de los presentes (había un tío que tiraba su mierda a los que iban a sus conciertos, si a la peña le mola eso, ¿quien soy yo para prohibírselo?).

Hacer comedia en stand-up me parece dificilísimo, hay muchos que lo intentan, pero la mayoría de los que he visto son mediocres o muy malos. Pero cuando das con un monólogo que te hace reir continuamente, la sensación no tiene precio.

El tipo en cuestión, interpretado muy bien por Dustin Hoffman, es un tipo arrogante, arribista, encantado de conocerse, que basa su éxito en su escaso sentido de la vergüenza y en ser pionero en hablar de ciertos temas considerados tabú sin complejos ni pudor y que la gente fuera de risa muy fácil (aunque también hay tipos que ni se inmutan, ahí vemos que Fosse no idealizaba al personaje). Dice algunas frases ingeniosas, que tenían su punto, pero era tampoco como para estar partiéndose todo el rato.

Recuerdo que la primera vez que vi esta cinta me marcó de por vida. Es sin lugar a dudas una de mis películas favoritas. Cada vez que la revisito vuelvo a maravillarme. No le encuentro defecto ninguno. Está hecha a medida de los tres genios que se interrelacionan en ella. El coreógrafo y filósofo del espectáculo, Bob Fosse; el maestro revolucionario de los monólogos socio-políticos, Lenny Bruce; el pequeño gran actor que contagia la ficción de realidad, y viceversa, Dustin Hoffman.

La fotografía, más que en blanco y negro, es en luces y sombras. O quizás en focos y calabozos. En carcajadas explosivas y silenciadores martillazos de juez. La metáfora está servida: Lenny destapó una manera de pensar y sentir la comunicación a través del humor. Ese arma no violenta, el humor, la sátira incontestable e irreprimible, tan peligrosa para los garantes de privilegios.

Aunque Lenny Bruce fue constantemente víctima de la represión ejercida por la mojigatería wasp, y aunque incluso nos quede siempre la duda de si no fue asesinado, aun así su legado se conserva. Lo tremendo es que sus vinilos y sus grabaciones están ahí, pero es este film de 1974 el que marcó a fuego en la historia su personal e irrepetible huella.

Casualidad o no, hay un paralelismo durante los años setenta: Coppola entre sus dos primeras partes de El Padrino, filmó una extraordinaria 'La conversación'. Menos prolífico como director, entre Cabaret y All That Jazz encontramos esta simpar película de Bob Fosse. Eso me recuerda aquel dicho de que las mejores confituras van en los tarros pequeños. Queda en un plano el cine estelar y queda en otro el cine menos (re)conocido pero esencial.

Hace ya muchos años, tras ver este Lenny "de Fosse y Hoffman" pude entender mejor los sesenta, los setenta, los cincuenta...; lo de los judíos, lo de los puritanos, lo de los negros...; lo de la censura, lo de la pornografía, lo de la hipocresía...; lo de la enfermera, lo de la enfermedad, lo de las curas paliativas...; lo del éxito, lo del engaño, lo del fracaso... Pude entender mejor este perro mundo y cómo en él algunos maullidos tienen alcance universal. Caiga quien caiga, e incluso si cae quien no debería haber caído.

Es un diez. De guión, de montaje, de fondo, de forma, de mensaje, de actuaciones, de cinematografía... De todo. Un diez como una catedral, una obra de arte como hay pocas. Y ahí está, acercándose a su medio siglo. Y tan repleta de fuerza y de verdad como el mismo día de su estreno.

No se puede decir que Dustin Hoffman este mal, no, la verdad es que el está bien, pero es que ni con eso dejo de aburridme muchísimo. Yo pensaba que iba a ver una película y he visto una serie de sucesivos shows del actor. Si claro estamos hablando del personaje pero lo que menos me interesa son sus chistes, seguro que eso lo encuentro en otros sitios. Trocitos de biopic, muy pocos y resumidos para contarnos como era, bueno cada cual es cada cual. Habría sido más interesante ver su vida la verdad con algún chiste pero no al revés.

Si hubiese sido para ir a un teatro a verle a él haciendo su show, habría estado bien, pero esto es cine.

Me parece muy pasada, no está bien llevada, está mal dirigida, mal planificada. Eso si tiene una buena fotografía. Todo es un escenario, pero claro eso es lo malo, pero claro si es lo que le piden… Arte, maquillaje y peluquería, valen, sencillos sin más.

Llega un momento que estas tan aburrido, que ya ni cuando te cuenta su vida, llega a engancharte. Y rápidamente otra vez al show.

Si te gusta ver chistes pues vela, si no olvídate de ella

Desconocía la existencia de este humorista de los años 50 y 60, y ha sido grato ver en qué situación estaba EEUU en esos años. Se habla del franquismo como si fuera la censura de aquellos exclusiva del Caudillo, cuando el mundo era así. Quizá, cuando empezó a despertar a raíz de mayo del 68, a Don Caudo esos últimos años le vinieron cuesta arriba. Pero el mundo era así, tal y como vemos en las diferentes películas de la época.

Aquí, como en todas las películas en que aparece, me da dentera el tema de la droga, pero es particularmente curioso cómo trata el tema del racismo. Propone que, naturalizando ciertas palabras que tienen una connotación negativa, evitaríamos que sean usadas como puñales. Hoy ese monólogo sobre los negros y los judíos sería más imposible si cabe que en los años 60.

Se trata de un cómico sin gracia. La película es en blanco y negro. La duración es excesiva.

Es una película típica de los años setenta hecha para un público intelectualoide que no iba al cine a divertirse con una historia entretenida, sino a poner en solfa al sistema con argumentaciones rebuscadas.