Júlia ist

Es inevitable personalizar en Elena Martín el éxito de este trabajo que tiene mucho de colectivo. El Cine en sí no deja de ser básicamente eso, un trabajo colectivo, más allá de quien firme la dirección o haga de protagonista. En esta caso la propia Elena Martín.
Un grupo de alumnos de la Universidad Pompeu Fabra al igual que hicieron otros de sus compañeros en final de carrera con "Las amigas de Ágata"  (2015) y quizás motivados en buena medida por el éxito de esta, han sacado adelante bajo los auspicios de la propia universidad y al margen de la industria convencional su propio proyecto de final de carrera, en el que se han repartido los roles de producción, fotografía, guión, dirección, actuación..., con un resultado igual de notable que sus predecesores. Poco dinero y mucho talento.

Porque uno no deja de tener la sensación de que todo está muy medido, muy pensado y sobre todo muy trabajado para conseguir algo tan difícil como visualizar un sentimiento. Eso está al alcance de muy pocos y más allá del macguffin del Erasmus o de Berlín, esta historia transmite la sensación universal y más allá de la edad y la generación a la que se pertenezca de esos momentos en que estamos perdidos, en los que creemos que las cosas son como deseamos o imaginamos, en los que descubrimos aquello que aún no nos había "tocado" y que estamos solos ante la felicidad o el dolor que eso provoca. Si se es aún joven lleva un plus añadido pero no es exclusivo de esa edad. Esos momentos en que el espejo nos devuelve nuestra imagen real y tenemos que calibrar todo, hacer una muesca en el alma y seguir en la carretera.

La planificación y el montaje es exquisito en una labor de síntesis narrativa donde volvemos a los orígenes silentes, donde todo empezó, donde sobran las palabras, donde cada pequeño eslabón de la cadena funciona como una engranaje que hace que la cosa avance, que se produzca el conflicto y que el inevitable desenlace sea compartido con cada espectador.
No es menos cierto que en el tramo final se nota un cierto agotamiento de ideas, pero con todo "Julia ist", su directora y todo el equipo (atención a la fotografía de Pol Rebaque) hayan terminado su carrera con sobresaliente. Elena Martín actriz tiene variedad de registros y transmite desde su sobriedad empatía con su personaje amén de pasar la prueba de la omnipresencia en pantalla.
Ojalá que, ya fuera del paraguas de la Universidad, se les den las oportunidades que se merecen. Ellos saben que en este país lo tienen dificil.

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Fantástica ópera prima de la realizadora catalana Elena Martín. Austera, a la par que original, "Júlia ist" filma un retrato fiel y honesto sobre la famosa experiencia universitaria, sobre esa búsqueda de identidad que muchos jóvenes precisamos a esas edades. Con Júlia viviremos ese proceso de cambio, ese crecimiento de una persona cuando tiene que ir tomando decisiones en su vida, creando nuevas amistades y dejando atrás otras con las que habíamos compartido casi todo.

Julia es arquitecta, y decide emprender un viaje a Berlín para realizar un Erasmus, dejando en Barcelona a su novio, amigos y familia. A su llegada a la capital alemana nuestra protagonista se sentirá sola, vacía y con un sentimiento de nostalgia que le invade por completo. Y es que muchas veces pensamos que estamos preparados para irnos de casa, pero una vez fuera extrañamos nuestra cómoda vida. Poco a poco Julia irá conociendo nuevos amigos y descubrirá nuevos entretenimientos y una manera distinta de enfrentarse a la vida, pasando de ser una chica introvertida y solitaria a una chica alegre, espontánea y con gran capacidad para relacionarse con los demás. Cuando se va acercando el final de curso se da cuenta de que esta experiencia la ha cambiado por completo, y ya no quiere volver a su querida tierra.

Elena Martín demuestra que pese a disponer de un presupuesto "low cost" se puede realizar una gran película, haciendo partícipes a los espectadores de la experiencia vital de la protagonista, con una cámara cercana que nos muestra sus dudas, miedos y angustias en un país con un idioma diferente. La directora catalana realiza un retrato generacional que nos toca la fibra, porque muchos hemos vivido lo que supone estar fuera de tu zona de confort y cómo tienes que ir descubriendo la vida a pasos agigantados.

Bravo, Elena Martín!

La directora nobel, Elena Martín, se decide por contar una historia cercana a su biografía. A partir de su experiencia como Erasmus en Berlín crea una historia desde el realismo de una joven de 20 años que vive con desorientación su experiencia vital. Nos engancha desde lo creíble de las imágenes, de las sensaciones de soledad que experimenta, de la vivencia con dificultad de las relaciones pasadas y de las que tendrá que entablar. Transmite bien la sensación de falta de ubicación y tal vez de insatisfacción. La película no juzga sigue a la protagonista, se introduce cerca de todos los personajes. Desde el patio de butacas podremos sacar muchas conclusiones sobre la generación millennial y también nos incitará a preguntarnos por las diferencias y similitudes respecto a nuestras vivencias como Erasmus o como estudiantes lejos del entorno familiar.

Es una película sin exteriores llamativos a pesar de rodarse en Berlín. El hecho de centrarse en la historia de los y las jóvenes hace que el mundo se vea desde la visión de las relaciones humanas que tiene Julia, la cámara la sigue, además de a sus amigos/as. Sin embargo, no significa que no capte el ambiente berlinés. La imagen repetida del metro cuando circula al aire libre es un recurso aprovechado en numerosas películas y uno de los recuerdos que todo quien ha vivido en Berlín se lleva. También ver el metro con los jóvenes llevando la cerveza encima o las tiendas de cerveza así como los exteriores de Kreuzberg o barrios ajenos al glamour de Mitte. No ha aprovechado del todo los exteriores berlineses seguramente porque no le interesaba aunque se percibe bien la idiosincrasia de los erasmus que allí habitan.

Un tema bien interesante es el de la creatividad generada a partir del trabajo en grupo. El hecho de ser una estudiante de arquitectura enfatiza debates referentes al espacio, al uso del espacio, a generar creaciones compartidas y productos. Se percibe el interés por aprender, el compromiso con generar creación. En este sentido, se aprecia el trabajo que la propia Elena Martín y sus compañeros/as pudieron generar en su Erasmus y nos hace pensar que el proceso de aprendizaje ha sido bien provechoso a la vista de esta película que bien pudiéramos considerar uno de los productos educativos de esa aventura. El trabajo de los/as cuatro guionistas (María Castellví, Elena Martín, Marta Cruañas, Pol Rebaque) seguramente tiene que ver con el proceso creativo del equipo de clase de Julia.

Reflexiona también sobre los riesgos de perder el espacio de confort, de las oportunidades que se brindan y de cómo dejamos de ser los mismos a cada paso que damos. Podemos ser mas o menos empáticos con el personaje de Julia pero no nos dejará indiferentes.

Recuerda mucho a otras buenísimas directoras como, Carla Simón, Mar Coll o Nelly Reguera,El tono, el uso de la cámara, las historias que cuentan se sienten cercanas. Unas historias próximas a la vida real, pero no por ello menos interesantes. Otra película que se acerca de forma respetuosa a sus personajes femeninos recreando realidades pocas veces contadas desde el punto de vista de las mujeres, en este caso una veinteañera.

Elena Martín entra por la puerta grande con Julia Ist y quedamos deseando que haga ya su segunda película con más recursos de producción. Si con recursos limitados ha realizado Julia Ist, ganas de saber qué puede hacer con más.
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