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Junior Bonner

Western. Drama Ace Bonner decide despedirse del mundo del rodeo actuando por última vez en su pueblo natal, en Arizona. También tratará de hacer las paces con su familia, a la que abandonó años atrás, pero la relación con su padre, un hombre adicto a la bebida, no será nada fácil. (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
14 de agosto de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película agradable de ver, no es ninguna maravilla pero los personajes, que forman parte de una misma familia, se hacen querer. Sam Peckinpah, que como se ha dicho, nos presenta su película más suave, es capaz de hacernos pasar un rato muy divertido y consigue que nos identifiquemos con la historia que nos presenta. Lo más destacable que podemos extraer de este film es sin ninguna duda la naturalidad que consigue imprimir a la cinta. Junior Bonner, estrella del rodeo como en su día lo fue su padre, vuelve a casa y se encuentra con que algunas cosas han cambiado, su hermano y su cuñada están dando un giro al negocio familiar el cual quieren monopolizar, aunque con el visto bueno de su hermano, Steve McQueen, quien no se lo da. McQueen interpreta a un individuo muy diferente a su hermano, al que le gustan las cosas como han sido siempre, es un hombre de rodeo, de montar a las vacas, mientras que su hermano es un hombre de negocios, que quiere dirigir el rodeo desde fuera. A pesar de ello y de que llegan a tener algún que otro encontronazo se ve que se quieren realmente, y eso es lo mejor de todo. Por otro lado están los dos padres de Junior Bonner, hay que incidir en que el reparto es magnífico, con un Robert Preston y una Ida Lupino que consiguen llegar al espectador con su historia de amor. Los padres de Junior están separados, y de hecho Bonner Senior es tan galán y atractivo para las mujeres como su hijo Junior. Lo más bonito es ver como sus hijos animan a ambos a reconciliarse a pesar de que los destinos de ambos son muy divergentes (el padre está obsesionado con retirarse a Australia como buscador de oro), insisto, lo más bonito y destacable para mí de esta película es la honestidad de la historia y de los sentimientos entre los miembros de esta familia, y esto es mérito tanto del director como de los actores, que hacen un gran trabajo (especialmente el trío Steve McQueen, Robert Preston e Ida Lupino). Además Junior todavía tiene tiempo para ligarse a la guapísima Barbara Leigh con quien Steve McQueen tuvo un romance en la vida real. Lo que es el pretexto de la película, todas las pruebas del campeonato de rodeo en el que participan juntos Junior y Senior Bonner, es lo que hace de esta película un entretenimiento. En definitiva, una película que no es ninguna obra maestra ni mucho menos pero que sí es encantadora y entrañable por su sinceridad, te deja buenas sensaciones (a pesar de que el final no es totalmente feliz pero sí realista), con ganas de volver a verla en algún que otro rato libre que tenga.
The Big Dipper
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14 de septiembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Junior Bonner (Steve McQueen) ha regresado su pueblo natal, Prescott, en Arizona, para asistir a las fiestas locales del 4 de Julio y, a la vez, reconciliarse con su familia en un marco que apaciblemente espera como una acogida. Pero en esas tierras que podían haber fertilizado con el ganado y el esfuerzo de mucho trabajo han sido expropiados por su hermano Curly (Joe Don Baker) que ha comprado los terrenos de la familia a precio de saldo para fines especulativos. Ahora a Junior solo le queda demostrar que puede seguir siendo ese gran jinete americano que se ha lanzado todo ese tiempo en la carretera, de rodeo en rodeo, pero ésta vez al lado de su padre (Robert Preston) i a una madre (Ida Lupino) poco confiada en ver como las aguas vuelven a su cauce en un lugar tan árido como Arizona.

Por no ser in Peckinpah violento, el legendario director de “Grupo Salvaje” (The Wild Bunch, 1969) y “La Balada de Cable Hogue” (The Ballad of Cable Hogue, 1970) insistió en retomar su modernización del “western” con personajes a lo sumo crepusculares y que luchan por una causa sino perdida, imposible, porque, de un modo u otro , estamos ante una película del oeste expuesta en su modernidad y en unas salvajes tierras donde el progreso choca con la tradición añeja, donde las excavadoras aplanan por encima de los vaqueros y las ganadería..

Domar caballos y bueyes o ordeñar vacas salvajes son el sentido de la vida de Junior con el fin de preservar su apellido salvando así un honor abanderado en su familia. A su manera, Sam Peckinpah muestra sin su usual manera de mostrar la violencia, un emotivo enfrentamiento cargado de costumbrismo, tradición, valor y lealtades familiares sin desmarcarse de su habitual lenguaje de cámara (insistentes secuencias ralentizadas) y un argumento que a muchos les parecería lineal al faltarle una trama precisa.

No obstante merece revisiones.
Natxo Borràs
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9 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque constituya una película menor dentro de la filmografía de Pekinpah si la comparamos con cumbres como Mayor Dundee o Grupo salvaje, esta cinta contiene todas las virtudes y las obsesiones de su director.
-Siempre historias de perdedores, de personas que notan que la sociedad ha avanzado dejándolos atrás. El mundo del vaquero está acabado, el rodeo ya no tiene que ver con una economía real y se convierte en espectáculo, en formalismo estético que recrea una época que ha dejado de existir, como se puede ver en el maravilloso desfile de todos los participantes en la inauguración del rodeo en la ciudad de Prescott. Incluso dentro de ese espectáculo del rodeo los protagonistas se han hecho viejos, ya no ganan , ya no son grandes figuras...La salida que les queda es el nomadismo laboral de Junior (un rodeo aquí, otro en California, después otro en El Paso o en Texas, durmiendo muchas veces al raso... ), navegando por el paisaje árido y hermoso del gran desierto americano con ese coche enorme -parece un barco- con remolque para el caballo
o la busca de una nueva frontera, como ese padre que se quiere encontrar con ella emigrando a Australia, a sus añitos.
-Los perdedores lo son por varios motivos: también su vida familiar o no existe o está en crisis (el padre del protagonista y las (malas) relaciones con la madre compatibles con una enorme ternura, los problemas con su hermano exitoso que ahora se dedica a vender casas móviles, la preciosa y brevísima historia de amor de Junior con la chica que conoce en el rodeo y su despedida en el aeropuerto...
-Ese mundo masculino, duro y fuerte tan típico de Pekinpah. Un mundo muy "macho" que hoy resulta bastante chocante (Ace Bonner queriendo invitar a cerveza a sus nietos, o esa parodia de las peleas de bar de los westerns clásicos) pero que era bastante normal en las pelis de hace no tanto tiempo. Teniendo en cuenta además que en Pekinpah por detrás de esa dureza hay muchísimos matices: solidaridad, mucha ternura escondida, sensibilidad y dulzura incluídos, romanticismo diríamos en muchas ocasiones. El mundo de Pekinpah es un mundo de sobreentendidos, en que frases aparentemente simples y anodinas esconden detrás toda la psicología, los conflictos y la sensibilidad de sus personajes. Pekinpah sabe escapar maravillosamente de la verborrea de autoayuda hoy tan de moda, con la que el interior del yo tiene que quedar a la vista y clarito para todos. En Pekinpah los personajes se comunican, y vaya si lo hacen, con sus frases lacónicas, pero también y de manera magnífica con sus miradas, con sus gestos, sus saludos, con sus maravillosos diálogos que lo dicen todo sin decir aparentemente nada... Pekinpah consigue en este aspecto ser de algún modo, un anti Woody Allen, dicho esto sin demérito de las virtudes del neoyorkino.
-Precioso incluso el patriotismo de Pekinpah: esa escena en que todos, sombrero en mano y bandera al viento, cantan el himno antes de comenzar el rodeo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ffwinter
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24 de enero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos años tuvimos una magnífica oportunidad para visitar Nuevo Méjico y Silver City, prácticamente la cuna de Billy el Niño, y para ver un rodeo. Teníamos el viaje pagado con los billetes de un rodeo incluidos y, por razones mayores, hubo que suspenderlo todo. Pero nos quedó como consuelo poder contemplar una y otra vez esta magnífica cinta de Peckimpah. Algo es algo.
Muy bien glosada por nuestros compañeros de FA, nos limitaremos aquí a resaltar de nuevo los valores que destacan las reseñas en favor de la coherencia con una forma de entender la vida, la familia, la amistad o el compañerismo entre los mismos competidores. Cómo, por debajo de la farándula de estos festejos, hay también una tradición y un recuerdo amable hacia los trabajos que eran habituales un siglo atrás, hacia los antiguos colonos que se extendieron por aquellas tierras, hacia su propia nación. Sin complejos.
¿Una historia de perdedores? No lo tenemos tan claro. ¿Habría que preguntar a Ace (Preston) o a Junior Bonner (McQueen) qué es para ellos la felicidad? Incluso a Curly Bonner (Bakeer) o a la madre (Lupino).
Magnífica la idea argumental y su desarrollo. Sin estridencias, la trama transcurre suavemente a la espera del desenlace en lo que puede ser el último rodeo de una de sus figuras y en su pueblo natal, Prescot, donde se sabe contemplado (y examinado) por su familia y por sus amigos. La necesidad de demostrar que merece la pena seguir una vida que otros peyorativamente llaman de "cowboy de motel". Y todo envuelto con una banda sonora con preciosas piezas del mejor country.
Bello el gesto del organizador del certamen concediendo a Junior la posibilidad de conseguir superar los ocho segundos sobre el poderoso toro que a todos derriba, "Tienes mucha confianza en ti mismo y eres muy generoso", pero recuerda que "Ya no eres el jinete que eras hace unos años". Bella también la relación paternofilial entre los "perdedores": "Tengo que decirte una cosa. La minería ...", frase que corta en seco el hijo con un rotundo: "¡Estoy sin blanca!"
Una cosa para terminar. Parece que se echa en falta ese arranque tan típico en Peckimpah de alguna escena maltratando animales. ¿Es que puede haber más violencia que una Caterpillar arrasando el viejo rancho de Ace entre el ruido atronador del molino de piedra?
Lafuente Estefanía
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8 de abril de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Sam Peckinpah tiene un gran don, dirige sus películas haciendo que el espectador sienta afinidad total por el personaje central, en este caso no sólo McQueen, también su padre, un Robert Preston magnífico, les retrata algo así como debieron ser sus propios familiares y en el mismo sitio, un lugar que él conoce perfectamente. El mérito de esta película para mi es que el director consigue crear una atmósfera familiar que pende de un hilo y al mismo tiempo logra mostrarnos un entorno muy bello con gran triunfalismo. Monte Hellman abandonó este proyecto que recogió Sam tras rodar en Europa Straw Dogs ( Perros de Paja) y la rodó en menos de tres semanas, tampoco tuvo mucho tiempo para retocar el guión, pero consiguió una película imprescindible. A destacar la hermosa fotografía del maestro Lucien Ballard y también la música elegida con gran conocimiento. Ida Lupino excelente, Joe Don Baker cumple y aparece Dub Taylor como en muchas de las películas de Sam. Junnior sigue teniendo muchas cosas de Pike y también las tendrá Benny y también Billy. El sello de Sam Peckinpah.
Mapache
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