Las horas del verano

Aunque uno no sea coleccionista de arte ni tenga grandes posesiones materiales, los objetos pesan en la memoria, como pesan los recuerdos de la gente que se va. Pensaba con ésta cinta en mis suegros, tan atados a sus recuerdos, desde la pintura heredada de la tatarabuela, sin mayor valor comercial pero sí gran valor sentimental. Las colecciones de libros del abuelo y hasta las olletas desportilladas que siguen en la cocina aunque ya nadie las use. Lo que uno atesora luego queda en manos que pueden o valorar o no éstos pequeños tesoros, que luego pasan a cualquier mano o a engrosar los basureros de nuestras ciudades.
No es una película de emociones, llanto o risa, pero sí de profunda reflexión acerca de nuestras vidas, el envejecimiento, los caminos que nos trazamos, las falsas ilusiones, enfrentar con realismo que nos vamos y las cosas y los seres que queríamos se quedan. Excelente actuación de las dos ancianas, la deprimida matrona que se resigna a que sus tesoros se dispersen y su casa se venda, la empleada que toma "algo sin mucho valor" y se resigna a dejar su verdadera casa, pues la escritura está a nombre de otro.

A veces en una película intimista, de anécdotas y situaciones familiares, se puede plasmar parte de lo que va ocurriendo en el mundo moderno. De entre tres hermanos franceses que pierden a su madre sorpresivamente - lo que hubiera merecido mayor despliegue -, solo en el mayor, nacido en los 60's, se conserva algo del espíritu romántico de entonces. Los otros (si bien ambos adultos) más jóvenes y "desapegados", están dejando su país para ejercer su profesión "allí donde esté el dinero"...sin remordimientos.
La madre, afecta a una vida burguesa y diletante, guarda dentro de una soñada mansión familiar numerosos objetos artísticos acopiados a lo largo de su vida. Desea que sus hijos los preserven, pero a su muerte y como mercancía desalmada, los dos de menor edad - hermana y hermano - se apuran en querer deshacerse de todo. El primogénito, arraigado en su medio natal, acepta la decisión de los demás, pero la padece.
Así es como se desarrollan los acontecimientos hasta que, previo a su entrega, la nieta mayor organiza entre sus pares una fiesta de despedida en el caserón. Allí por última vez, la muchacha confiesa con dolor contener en sí los recuerdos de vivencias infantiles que han marcado su alma.
Parece solo una historia familiar, pero es mucho más que ello: es una película fina, sobria, profunda.

“Las horas del verano” a lo mejor puede resultar un drama menor, pero de todas formas, los cineastas franceses tienen “la varita mágica” para este tipo de historias, más acorde con la antigua tradición de ese cine francés que nos habla de dramas familiares, aunque también hay más recientes como “Cuento de navidad”, de Arnaud Desplechin o “El primer día del resto de tu vida” de Rémi Bezançon.

Olivier Assayas con una cámara serena e inteligente, a mi juicio nos relata —más allá de un prolijo retrato sobre los afectos y decisiones encontrados entre tres hermanos ya adultos (Adrienne, Frédéric y Jérémy) frente a la herencia de su madre—, la metáfora que representa el paso del tiempo en la vida del ser humano y los apegos (¿o devociones?) de las cosas a través de los años vividos.

Es pertinente enfatizar, no obstante, que el cineasta francés lo cuenta con sutil, delicado y considerado tono, propio de la fluidez pausada del relato. Y más allá de ser el film un retrato pacientemente narrado sobre los sentimientos de tres hermanos, donde cada uno lleva su propia vida; a veces es bueno detenerse un momento —apearse en la carretera— y descubrir el sentido de la existencia, justo cuando se va a un punto de encuentro, del cual no es posible escapar. Además, una reflexión: ¿Vale la pena hablar de las cosas adquiridas con el paso del tiempo, y que a lo mejor y para nadie más sirven para nada?

Pienso que no hay nada de extraordinario en “Las horas del verano”, pero la historia es tan universal, que aunque de pronto puede parecernos igual el compromiso o no entre hermanos, las diferencias personales entre ellos (diálogos exentos de resentimientos en un guión escrito tan bien por Clémentine Schaeffer); que todo lo observado en este contexto en la película, luce con mucha naturalidad.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia).

Me gusta ese cine francés que unos acusan de literario en exceso y del que los más reacios dicen que se ve crecer a la hierba. Esta es una película muy en la línea de Rhomer, en la que se dan cita un manojo de personajes que nos muestran sus pequeñas vivencias. Sólo que aquí el tema de fondo es quizás más profundo; no se queda en unos cuantos amoríos entrecruzados, como suele ocurrir con el creador de "Pauline". Aquí los objetos adquieren un capital protagonismo. Hay una casa que desmantelar. Una casa que ha albergado importantes momentos de unas vidas. Algunas cosas son dignas de un museo y otras se reparten entre los hijos y el servicio como recuerdo. Hay un hijo, el más sentimental, que lo sufre más. Los otros están lejos. Luego irrumpe la siguiente generación, la de los nietos. Su vivencia del tiempo pasado es ya sólo un pálido reflejo. Las vidas pasan y algunos jirones quedan adheridos a las cosas. C'est tout.

Claaaro, me parecía.. porque esa era Juliette Binoche nomás.. No?.. Pero por ahí, yo pensé, como era rubia.. pero no.. Era. Era Juliette Binoche. Y claro, si era ella, era un poco raro que estuvieran haciendo un documental de arte en donde se muere la mamá de Juliette Binoche. Pero.. por qué no? Por ahí sí.. podía haber sido un documental sobre la muerte de la mamá de Juliette Binoche, no? Y cómo ella unos días antes se había teñido el pelo. Y también un documental que nos muestra cómo los hermanos de Juliette Binoche piensan distinto sobre qué hacer con los bienes que les lega la mamá de Juliette Binoche. Que parece -esto queda entre nosotros.. shhh- que le metía los cuernos al papá de Juliette Binoche con su tío de ella, o sea, el tío abuelo de Juliette Binoche. Que parece que era artista y de los buenos. Qué raro, a la prensa amarilla se le escapó este escandalete sobre la mamá de Juliette Binoche y el tío abuelo de Juliette Binoche. Ah no, pero cierto, que no era un documental, era ficción. Bueno, no sé, queseyo, dejenme de joder. Qué película mas aburrida. Uf.