Carga maldita

Carga maldita es un remake con identidad propia, con sus pro y sus contra respecto del filme original. La versión del autor que tuve la posibilidad de ver incluye casi 20 minutos de introducción a los 4 personajes principales, algo que al parecer no se pudo hacer al momento de su estreno y lo que significó su fracaso en taquilla. Ahora bien, la introducción permite entender las razones que tuvieron los 4 protagonistas para llegar a un basurero en medio del trópico americano (situación que se omite en El salario del miedo, donde los 4 personajes parecen no tener historia y surgen de la nada).

Ahora bien, aunque en esta versión los personajes ganan en antecedentes, no consiguen mostrar ningún tipo de evolución, ni mucho menos de redención, algo que sin duda sobresale en la versión original. De igual forma, la trama está lejos de conseguir una verdadera carga psicológica y dramática entre los protagonistas, en especial en lo que respecta a las tensión, enemistad, amistad y compromiso entre los conductores en la cabina. En efecto, me llama la atención que Scheider (quizá el actor de mayor renombre dentro del reparto) apenas tuvo diálogo con su copiloto durante el transporte de la carga.

La tensión lograda en el puente es sin duda lo mejor de la película. La secuencia está muy bien lograda y para mi gusto es la más impactante de ambas versiones. Los actores están impresionantes (muy superior a las actuaciones de la versión original): Scheider, Cremer, Rabal y Amiduo la sacan del estadio y hacen lo que pueden con los personajes que les construyeron. En consecuencia, a diferencia de la versión original (en la que los 4 elegidos tenían un pasado enigmático), en Carga maldita los protagonistas son criminales y, en cierta medida, deben pagar por sus pecados.

La ambientación del "moridero" también está muy bien logrado, con ese hálito de decadencia y decrepitud que se manifiesta hasta en detalles como la "belleza" de la mujer de la taberna.

No hay “remake” que se resista a los grandes clásicos. Pero siempre es una constante en el panorama cinematográfico versionar y tomar prestado de películas de corte clásico para acabar de pulirlas en su versión más contemporánea (en éste caso le separan un cuarto de siglo) bien y con un reparto sinó más convincente al menos conocido. Y esa joya francesa de los años cincuenta que es “Le salaire de la peur” (El Salario del Miedo) de Henri-Georges Clouzot no se libró de su versión yanqui que, si bien no la iguala, mantiene fiel el suspense de la película original.

Otro punto a su favor es su director: un William Friedkin en plena forma desde “The French Connection” (1971). Incluso si exceptuamos su posterior éxito “El Exorcista” (1973), esos años son los mejores para un realizador que sufriría un acentuado debacle tras “A la Caza” (Cruising, 1980). Pero en mitad de su mejor etapa se encuentra “Sorcerer”, estrenada aquí con el título de “Carga Maldita”. Tal vez para darle más énfasis a un film que, precisamente, te engancha desde el primer momento y que añade más protagonismo a cada una de las caracterizaciones.

Desde el primer momento sabemos las razones por las que les ha llevado a convertirse en proscritos ocultos en una tierra que no es la suya: un país centroamericano anclado en una dictadura permanente pero auspiciado por los grandes gobiernos extranjeros de los que extraen sus principales recursos energéticos. Y un pozo de petróleo en llamas es la razón de ser que motiva a cada uno de esos fugitivos internacionales (desde Roy Schreider, Bruno Cremer y Paco Rabal) a cumplir con una peligrosísima tarea que les podría llevar a la libertad más anhelada.

La primera película de Friedkin tras el exorcista fue el remake de la obra maestra francesa ''el salario del miedo'' de Clouzot. Gran parte de la trama ocurre en un pueblo perdido de Costa Rica donde 4 personas con vicisitudes muy diferentes deben transportar un material peligroso entre puentes ruinosos, fango y tormentas tropicales.

Aunque el resultado final dista mucho de la obra que adapta, la pericia técnica del director justifica el visionado, con un estilo muy parecido al utilizado en French connection, tono muy realista y de gran fuerza visual(como la escena del puente), aunque arrastra el problema de que la productora metió mano en el montaje cortando muchas escenas lo cual lastra bastante la narración y su profundidad, aún así es una película intensa, donde se plasma el miedo, el cansancio y sufrimiento de los personajes, con un buen reparto(sale incluso Paco Rabal en un personaje muy alejado de los que solía hacer habitualmente) y planos de gran calidad.

Creo que se merece un mayor aprecio del que tuvo, algo habitual en la carrera de Friedkin(ya le ocurrió algo parecido con su excelente A la caza que recibió excelentes críticas en Cannes cuando volvió a proyectarse en un nuevo montaje).

Cuatro fugitivos esclavos de su pasado se ofrecen para un peligroso trabajo con el fin de recuperar sus vidas. Atravesar el infierno con el fin de volver a transitar la Tierra. La naturaleza como fuerza superior encargada última de ejecutar el castigo. El hombre frente a ella, pero sobre todo frente a sí mismo, la tensión del grupo y la certeza de que un desliz propio puede significar el final. Los pecados del mundo civilizado expiándose en las profundidades de la selva, donde no hay lugar para la fe y la esperanza únicamente es sinónimo de locura.

El reposado primer tramo sienta las ideas sobre las que se sustenta el segundo en donde lo moral, lo existencial y lo político preceden a la fisicidad de una de las experiencias más impresionantes, maníacas y enloquecedoras jamás capturadas. Un proyecto minúsculo e insignificante frente al poder y la presencia de una naturaleza omnipresente e insondable representada en la imagen más real y más poderosa que ninguna otra jamás filmada de un pesado y gigantesco camión cruzando a duras penas bajo la atronadora tormenta un puente de madera ruinoso y desvencijado.

La figura de un monstruoso tronco inamovible, la sangre discurriendo por el reloj de oro, la imagen del vehículo abandonado en la más angustiosa oscuridad sin una gota de gasolina, toda la suciedad y el sudor y la tensión infernal, obsesiva y desesperada que traspasa la pantalla, que se apodera del espectador... hay pocas obras donde se sienta con tanta fuerza que estás ante lo más grande jamás imaginado, donde la obra en sí va casi tan lejos como sus propios protagonistas.

En Sorcerer la redención no existe, todos los pecados se pagan con sangre.

No me ha gustado mucho.
Tenía bastante interés en verla al tratarse del remake de "El salario del miedo" de Clouzot y, la verdad, no sé exactamente qué esperaba pero me he sentido bastante defraudado.
Dirigida por William Friedkin, el director de "El exorcista", no dudo que muchos encontrarán bastante satisfacción en esta versión dura, áspera, sanguinolenta y de una marcada violencia explícita, en claros signos de denuncia social muy en sintonía con el espíritu de la década a la que pertenece, pero yo creo que Clouzot lograba todo eso y más sin necesidad de machacarnos las retinas, a base de indagar en los espíritus de los personajes, penetrando en su interior y creando climas angustiantes con mucha más maestría que en ésta, en la que, si bien la ambientación y el escenario es desolador, los personajes son planos y esquemáticos a pesar de la molestia que se toma en describirlos en su procedencia.
Ni ellos ni su terrible periplo va a conseguir conmovernos de la manera en que lo hace aquella. El suspense brilla por su ausencia, no hay el menor rastro de ella. El suspense no consiste en mostrar una situación de peligro para ver cómo los protagonistas se desenvuelven en él, sino en ir desarrollando una expectación en el espectador, una incertidumbre, una narrativa tensional que vaya in crescendo atrapando al espectador poco a poco y angustiándole más y más hasta su climax.
Y nada de esto vemos aquí. Los diversos lances que tienen que resolver los protagonistas son efectistas pero con poco efecto. El montaje es brusco y la música torpe y machacona en ocasiones. Ni esos camiones dan miedo ni sus protagonistas transmiten el miedo. El transporte de la muerte no tiene casi gasolina y la nitroglicerina se convierte en agua a fuerza de tanto agitarla. Dudo mucho que esta cinta permanezca en la memoria del espectador, como sí lo hace la otra, a pesar de la profusión de escenas feístas tan pretendidamente impactantes.
Por cierto, trabaja Paco Rabal. Y no me negaréis que, Paco, tiene interpretaciones mucho más brillantes que en ésta.