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Lo mejor de nuestras vidas

Comedia. Drama. Romance Mucho tiempo después de su curso de Erasmus en España, Xavier está casado y tiene dos hijos, pero aun así sigue encontrando la vida muy complicada. Cuando su mujer se traslada a Nueva York por razones de trabajo, incapaz de soportar la situación, decide seguirla con los niños. Tercera entrega de la saga que comenzó con "L'auberge spagnole" y "Las muñecas rusas". (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
17 de febrero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera entrega de la serie iniciada con Una casa de locos y continuada con Las muñecas rusas, Nueva vida en Nueva York, tal como indica el título español, encuentra a los principales personajes viviendo mal que bien en Nueva York,. sin haberse aplacado su confusión e inestabilidad a pesar de haber entrado ya en la cuarentena. Partiendo de la excéntrica idea de que los parisinos prefieren vivir en Nueva York antes que en la Ciudad Luz, la historia hilvana las andanzas de Xavier (Romain Duris), que para estar cerca de sus hijos tras la partida y posterior divorcio de Wendy (Kelly Reilly) ha de trasladarse a la Gran Manzana. Allí se convierte en donante de esperma para que su amiga sáfica Isabelle pueda convertirse en madre, escribe a trancas y barrancas su nueva novela, y se reencuentra con Martine (Audrey Tautou), separada y con dos hijos. La comedia vira al cuento de hadas buenista, pero sin ofender demasiado, con una visión de la ciudad en la que no aparecen policías asesinos, psicóticos armados con kalashnikovs, negros malcarados ni cucarachas en la sopa. Una ciudad en la que se practica la solidaridad entre clases y "tó er mundo e güeno", salvo tal vez los funcionarios públicos que intentan hacer la vida imposible a los pobres inmigrantes, aunque sean franceses (o quizá por ello). La comedia avanza entre sonrisas y lágrimas, bien tramada por Kaplisch y defendida por un sólido elenco actoral, entre el que destaca con especial brillo Cécile De France con su composición de la impetuosa lesbiana Isabelle, que liga con la agresividad de un chico e intenta mear de pie en un hilarante momento de ingesta alcohólica. Sus escenas de morreos y revolcones con la deliciosa Flore Bonaventura resultan de lo más estimulantes. En resumen, un agradable entretenimiento que se desvanece posteriormente como pompas de jabón.
Eduardo
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4 de septiembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si la primera película "Una casa de locos" retrataba las vivencias de unos estudiantes de Erasmus, y "Muñecas rusas" pretendía (sin lograrlo, en mi opinión) continuar desarrollando esos personajes, creo que con esta película empiezan a caer todas las piezas en su sitio, como reza el título original de la película.

De lo que van estas películas es de ver la evolución de la vida de Xavier, y es por eso que me recuerda a la actual también trilogía de Richard Linklater "Antes del amanecer". Pero por alguna razón, me ha resultado mucho más cercana y creíble la trilogía de Cédric que la de Richard. Quizás es por ser aquel francés, me parece que retrata las relaciones de una manera más natural que su contrario inglés, al menos para mi gusto español.

En esta película vemos cómo Xavier ha superado su momento de irse al catre con todas y tiene una familia, pero que se empieza a desmembrar. En ese sentido, la historia se encuentra en un punto similar a la de "Antes del anochecer" del citado Linklater. Sin embargo, la manera de afrontar esta situación, aunque sea en clave de comedia, me parece mucho más acertada en esta película.

Por una parte, se abusa mucho menos que en "Muñecas rusas" del histrionismo de Cédric, por otra, se retrata de una manera muy cercana las maneras de vivir actuales. Esas conversaciones por Skype con el editor, apagando la cámara cuando está pasando algo que no se debe ver. El encontrarse en una ciudad extraña y tener que buscar un piso, un trabajo. El encontrarse con gente con familia y parejas estables que lo arriesgan todo por una aventura de una noche.

Espero que no sea el final de la saga, ya que para mí esta película es la mejor de las tres hasta la fecha, y espero poder ver hacia dónde van estos personajes, que de alguna manera envejecen conmigo.
Ronnie Drew
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27 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cuesta mucho imaginarse a Cédric Klapisch con dificultad para dar una conclusión a su criatura, Xavier Rousseau.
Él mismo lo dijo, nunca hay un final, sólo una serie de muñecas rusas que se van abriendo, sin saber cuál será la última, sin que nuestras ganas de sorprendernos nos permitan quedarnos en alguna.
Pero esto es una historia cinematográfica, una que ha crecido con varios espectadores que esperan su merecida respuesta a todo lo que a Xavier da problemas: las contradicciones de la realidad y la ficción se plantan desde la primera escena, con él escribiendo su vida o su novela, tratando de huir de las tramas o elecciones trilladas, pero sin mucho tiempo para contemplar qué sería lo que de verdad queremos escuchar, nosotros, su editor, o el público que ese libro leerá.

Cuesta ir del punto A al punto B, es una realidad.
‘Nueva Vida en Nueva York’ comienza entonces cuando todos los sueños, todos los conformismos ideales, le han saltado por los aires: el (no tan atroz ni tan manido) "happy end" que se nos prometió no ha funcionado, quedaban más muñecas rusas y hasta a Xavier se le ha olvidado.
¿Cómo fue que las miradas cariñosas de las mañanas cotidianas no duraron?
Vete a saber, ya no se le puede echar la culpa a la globalización, o a los sueños que nunca se realizaron. Todo parecía haberse cumplido, y no había elecciones difíciles que tomar: quizá la vida es así, tiende a liarse a la mínima oportunidad.

Para poder estar cerca de sus hijos, Xavier se ve obligado a buscar nueva vida en Nueva York (efectivamente), donde le está esperando su amiga Isabelle, en buena esperanza tras haberle pedido ayuda para un hijo que compartir con su novia chino-americana Ju.
Por si invadir (otra vez) el nidito de amor de tu amiga no fuera suficiente, allá le espera una revelación peor: darse cuenta de que, pese a todo, sus hijos se sienten bien donde están, y el marido de su ex es un amable americano que tiene de cabrón lo que Xavier tiene de ordenado.

En el fondo, me doy cuenta de que no quería escuchar esto: los dos capítulos anteriores me vendían una vida llena de posibilidades, de sueños que se rompían y reconstruían, gentes conectadas por lo que están compartiendo y no por lo que ya fue. Quiero (como todos) la fantasía de los rascacielos de Manhattan, no la lucha diaria de sus calles bajas.
Pero de la misma manera me doy cuenta de que Xavier tampoco quería esto, y si se ha montado en ese avión a regañadientes es porque sus ambiciones se quedaron pequeñas, y ni todo el éxito del mundo puede tapar el vacío que le deja la mirada de su hijo.
Ir del punto A al punto B nunca ha sido más difícil que ver tristeza provocada por ti en alguien que te quiere, como se dan cuenta tanto Xavier, como Isabelle, como Wendy o la dulce Martine.
Todos se han seguido moviendo, han cambiado de piel y de afectos… pero no se pueden ocultar lo mucho que les está costando llegar a esa felicidad final, la que supuestamente mata novelas y hace “vidas de verdad”.

La realidad es que pensamos acabar nuestras vidas con cierto aire de triunfo, de deber cumplido, coronada por esa felicidad final que nos vendemos desde novelas o películas.
Pensamos que no volveremos a los viejos amores, que encontraremos todo lo que buscamos, y hasta quizás que podremos conservar todo lo bueno que nos ha llegado.
Cuando, en realidad, probablemente, todo lo que nos vaya a quedar son recuerdos, trozos de momentos, fotocopias de otros tiempos y, con suerte, una prueba de que algo, durante un segundo, fue perfecto. (*)
Y a veces la perfección no tiene nada que ver con lo que pensamos, a veces es simplemente cuatro viejos amigos/amantes, riéndose sin complejos sobre todo lo que se han equivocado.
Poco más perfecto y esperanzador hay que justo eso.

Ahí es justo cuando la confusa metanarrativa termina, y una voz pregunta: “¿hablas de la ficción, o hablas de la vida?”
Qué más da, porque pueden convivir.
(“No te líes”, el parco consejo del padre de Xavier, también se puede aplicar aquí)
Esa es la gracia de este rompecabezas gigantesco que para algunas es sencillo, para otros complicado… y para todos, al final, acaba siendo todo lo perfecto que podría estar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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25 de mayo de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia francesa sobre la vida caótica y desordenada -imposible ir en línea recta del punto A al punto B- de un padre que se traslada a Nueva York para estar cerca de sus hijos, de las variadas y complicadas relaciones que mantiene con las tres mujeres que forman parte de su entorno y de sus propias reflexiones filosóficas como centro de un humor poco extenso, risa espontánea desaparecida pero compensada con una atractiva frescura y una sonrisa constante que forma parte del cautivo y frustrado circo que supone la existencia de este divorciado padre en tierra extranjera. Una fascinante fotografía urbana, protagonista indiscutible del maleable caos y desorden -fuente de vida de todo el argumento- y un ir y venir caótico, resoluciones esporádicas a golpe de martillo, decisiones espontáneas para sobrevivir al día a día, supervivencia forzada que no sabes dónde lleva..., piedra angular de un relato alegre y jovial, armonía independiente de profundidad dispar, chispeante elasticidad cuyos movimientos son alternos e impredecibles, sin sentido ni orden que conducen una estructura de estabilidad incontrolada pero de resultados firmes y sólidos, suave ligereza de acción positiva y eficaz; su encanto y fascinación residen en unos espléndidos exteriores, la magnífica visión de la vida en La Gran Manzana -la amada ciudad de Frank Sinatra que nunca duerme- y un acertado protagonista que busca una felicidad que llene su vida pero no amargue su inspiración ficticia. Irregular en su recorrido-amable y simpática en sus restos, mareante andadura sin trazos obvios-titánica lectura de maravillosas vistas, dulce y emotiva de efecto relajante-errante vía de final cordial, subversiva temporalidad que encuentra acomodo seguro, repentinos virajes de un camino que lleva a algún sitio, todoterreno por baches imprevistos-astuta pericia del conductor para esquivarlos, malabares contorsiones para evitar la caída por la deslizante rampa de su vida..., endulza sin agobiar aunque no sacia completamente; confusamente estimulante sus dos horas de visionado dan para variadas emociones, tantas expresiones como situaciones vive el protagonista, desde la melancolía al desapego, desde el aturdimiento a la conmoción, desde la alegría a la contención..., acomodado juego set y partido donde encajan todas las inesperadas piezas formando un cuadro hermoso e irregular que seduce a la vista pero no absorbe con contundencia firme al corazón; tus emociones van al ritmo de la música de este azaroso artista, orquesta de repertorio variado que gusta sin indigestar.

http://lulupalomitasrojas.blogspot.com.es/
lourdes lulu lou
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13 de noviembre de 2014
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Una más de las comedias resultonas francesas (y su rey Romain Duris) que están superando la mercancía gastada que nos llega de los USA, aunque sin grandes distancias y heredando sus presupuestos temáticos, si bien esta en concreto venga de lejos cerrando la trilogía que inauguró Klapisch con los mismos personajes allá por el 2002. Los personajes han envejecido y el rompecabezas chino (título original) de la vida, se antoja complicado de ensamblar.
Un Nueva York de azoteas proletarias y descentralizado de las panorámicas habituales pone el marco para las idas y venidas de este hombre que entra en los 40 donde los hijos cambian la perspectiva de todo, pero no por ello hay que olvidarse de la pasión y las relaciones con los amigos.
Situaciones bien llevadas aportan la comicidad necesaria para que un cierto caos narrativo y un ligereza al pasar por temas de más enjundia se nos hagan entretenidos durante dos horas.
ELZIETE
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