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A cambio de nada

Drama Darío, un chico de dieciséis años, disfruta de la vida con Luismi, su vecino y amigo del alma. Mantienen una amistad incondicional, se conocen desde niños y juntos han descubierto todo lo que saben de la vida. Tras la separación de sus padres, Darío huye de casa y empieza a trabajar en el taller de Caralimpia, un viejo delincuente con aires de triunfador, que le enseña el oficio y los beneficios de la vida. Darío conoce además a ... [+]
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Críticas 84
Críticas ordenadas por utilidad
13 de septiembre de 2015
35 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una de esas películas que abundan en el cine español en las que se nos cuenta la vida de un joven delincuente sin aspiraciones de futuro que trabaja poco y estudia menos, y se pasa los días con su amigo del barrio, robando de vez en cuando y soñando con ser ricos.
Al igual que pasaba en "7 vírgenes" o en "Historias del Kronen", el film no tiene un argumento definido del todo, sino que se basa en concatenar escenas de relleno contando anécdotas de la vida de los protagonistas. No hay una trama específica, más allá del tramo final. Esto no sería un problema si hubiera buenas dosis de drama o de comedia, pero no hay mucho bueno ni en un sentido ni en otro. Las pésimas actuaciones de los actores principales tampoco ayudan. Solamente Luis Tosar cumple con creces y está a la altura de su buen ganado prestigio como actor. Desgraciadamente estamos viendo muchos títulos de su filmografía en los que claramente se le utiliza como reclamo para el público, cuando realmente tiene pocos minutos de presencia en pantalla. En este caso sucede eso.
Esta película también es bastante "casposa". Ese adjetivo que no me atrevo a definir con claridad, está totalmente presente en momentos como los perros en celo, la prostituta travesti con su tópico acento andaluz, la anciana del rastrillo, la fiesta con música de jota o esa furgoneta "cutre" en la que siempre se escucha a Julio Iglesias. Esto es lo que viene a ser el costumbrismo español, vamos. Y si por si no tuviéramos bastante con eso, no faltan los diálogos de besugo, las abundantes palabrotas y un gordo al que se le está viendo todo el rato la raja del culo sin que venga a cuento. Todas esas cosas, que en la superficie entretienen y hacen que la película se pase rápido, lo único que tratan es de ocultar el vacio argumental del film.
Muchos alabarán este trabajo de Daniel Guzmán alegando que refleja la realidad actual de España y el drama de los jóvenes. Vale, eso puede ser verdad, pero bien le hubieran venido más escenas de drama, o que los personajes fueran más graciosos, o que realmente contaran algo en algún sentido. Quitando lo del "spoiler", en realidad no pasa gran cosa. Y es por eso que no me ha gustado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
i42poloj
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14 de mayo de 2015
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Darío (Miguel Herrán), un chico de dieciséis años, tiene serios problemas con sus padres (Luis Tosar y María Miguel) que están recién separados, y también en el colegio. Sólo se siente bien con su amigo Luismi (Antonio Bachiller), vecino suyo de toda la vida. Tras huir de su casa, Darío se refugia en el taller de Caralimpia (Felipe García Vélez), un viejo delincuente que le enseña el oficio y le ofrece un ejemplo de vida muy poco edificante. Asímismo, Darío conoce a Antonia (Antonia Guzmán), una anciana que recoge muebles abandonados con su motocarro y que se convierte momentáneamente en su nueva familia.

El adolescente problemático de un barrio suburbial, problemas generacionales, delincuencia precoz, soy rebelde porque el mundo me hizo así… es uno de los mayores tópicos del cine español, muy dado a recrear este tipo de personajes. Desde los años del llamado “cine quinqui” de Eloy de la Iglesia, a los posteriores éxitos con esta misma temática (“Barrio”, “El bola”, “7 vírgenes”, etc.), este tipo de cine siempre ha tenido buena aceptación y, aunque hayan cambiado los tiempos, se sigue haciendo.

Supongo que habrá gente para todo, pero a mí personalmente, a estas alturas, me dice muy poco o nada la película con adolescentes que conducen sin carnet, que espían a la vecina en la ducha, que roban exámenes del colegio, cubatas en la discoteca, ropa en El Corte Inglés, etc. Falta el coqueteo con las drogas para completar el repertorio de lugares comunes que visita esta película.

Las buenas intenciones son evidentes, y la película es hasta simpática, pero adolece de la más mínima credibilidad. Todo lo relacionado con el personaje de Darío no termina de cuadrar. Un personaje puede ser listo o tonto, bueno o malo, sensato o loco, pero no todo a la vez, según le va conviniendo a la historia. Además de esto, nunca llega a relacionarse con el espectador, uno no empatiza con él, no transmite lo que se supone que quiere transmitir (tengo muchos problemas, mi vida es muy dura, no he recibido suficiente cariño pero en el fondo tengo muy buen corazón y mis amigos son lo primero).

Hay que tener en cuenta que se trata de la ópera prima de Daniel Guzmán, y en ese sentido hay que ser condescendiente con los errores que todo principiante puede cometer. Desde ese punto de vista, comprendo que Guzmán haya sido poco atrevido y pretenda contentar al gran público con una historia de moralejas repleta de clichés y fácilmente digerible.

Personalmente, creo que la película habría ganado mucho si Guzmán se hubiera atrevido a olvidarse del mensaje, de la denuncia social, si hubiera sido más crudo y menos amable con el público, si hubiese hecho un producto más fresco, que destilara más realismo y ambición, si no hubiera recurrido a un final tramposo.

A pesar de todo ello, “A cambio de nada” no es mala película. Hay cosas muy rescatables de ella, indicios muy prometedores de que Daniel Guzmán puede ser un gran director en el futuro. Por ejemplo, tiene muy buen ojo a la hora de componer el plano, y se le adivina buen gusto, talento e ingenio. Yo estoy seguro de que aquí habrá un gran director de cine.

Lo mejor es la dirección de actores. Miguel Herrán y Antonio Bachiller (especialmente éste último) derrochan frescura y naturalidad. Y es gracias a ellos (y a lo bien dirigidos que están) que muchas escenas salen airosas a pesar del conjunto de tópicos por el que se mueven.

Junto a ellos, la habitual solvencia de Luis Tosar y Felipe García Vélez (que protagoniza quizá las escenas más brillantes de la película) y la más que conseguida actuación de Antonia Guzmán (abuela del director) a quien no le queda grande en absoluto su personaje.

La película es divertida (lo de los perros es descojonante), los diálogos son ágiles y denotan espontaneidad, pero los cimientos narrativos de la película son muy frágiles, no hay una historia potente, da la sensación de que lo que se cuentan son momentos anecdóticos en esa etapa la vida de Darío. Esas escenas deberían ser enriquecedoras para la película, pero no ser la película en sí mismas.

Película bienintencionada y con buenos momentos, pero irregular y predecible. Plantea el problema existencial de la adolescencia, su falta de valores y de expectativas, pero no da respuestas, más allá de los tópicos de siempre, por lo que termina siendo un film simplemente agradable pero superfluo.

Darío y Luismi son Don Quijote y Sancho Panza. Pero eso ya se escribió hace mucho tiempo, así que para que la fórmula funcione hay que añadirle algo más, sorprender. No obstante, ya digo, se intuye talento en Guzmán. Espero que esta película guste lo suficiente como para que en la próxima se arriesgue un poco más y veamos de lo que es capaz.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
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11 de mayo de 2015
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desconocía las dotes de Daniel Guzmán como director y guionista, y de hecho, de no haber sido por su merecido éxito en el Festival de Málaga no me habría atrevido a verla. Y mal por mi parte, porque me habría perdido lo que seguro será una de las mejores películas españolas del año, sea cual sea el reconocimiento que vaya a tener. Este emotivo film, que de primeras puede dar la breve sensación de que esto ya lo habías visto, te atrapa y te muestra la belleza de la amistad, sin importar con quien se vaya a compartir. Darío, un problemático adolescente, se encuentra perdido en la vida. Está cansado del conflicto diario con el que ya no sabe cómo lidiar: una familia desestructurada que le hace la vida imposible. Unos padres que entre ellos luchan sin piedad, presionando a su propio hijo para que sea él quien incline la balanza hacia alguno de los dos progenitores. Todo esto desemboca en que nuestro protagonista vaya a la deriva, tomando decisiones que no representan el amor que su corazón esconde. Y es ahí donde radica hermosura de la película.

A lo largo de la cinta contemplamos como Darío encuentra su verdadera familia. A un vecino, Luismi, que ocupará el lugar del hermano que nunca tuvo, cuya fidelidad traspasa la lógica. También a un mecánico un tanto truhán, que al compás de Julio Iglesias se gana el hueco del padre que Darío ya ni conoce. Y finalmente, Antonia, una ancianita que se dedica a vender muebles que recoge con su motocarro de madrugada. En ella, además de una abuela y una madre, encontrará un hogar, y no me refiero al espacio físico. Esta mujer es una de las piezas más conmovedoras del film, y además de todo, es la abuela de Daniel Guzmán (y tiene la friolera de 93 años).

Con estos 3 personajes, especialmente con Antonia y Lusimi, Guzmán logra que el espectador llore de risa y de emoción. Relatan como nuestro protagonista encuentra la felicidad en los pequeños detalles, olvidando por un breve instante la inestable situación que le toca vivir. Son los pilares bajo los que se sostiene esta obra. Además, se compone de un guión que sorprende, llevándonos de la mano por las más inesperadas situaciones, sin salirse en ningún momento del realismo del que también debe presumir. Esta película es, indudablemente, un canto a la amistad, y una oda a la belleza, y que leches, también es una declaración de amor. Es un bonito ejemplo sobre lo dulce que puede ser la vida pese a que uno esté tocando fondo. Es un cuento de cómo un pobre muchacho encuentra en personas corrientes una familia que le recuerda que la felicidad estará siempre a su alcance si lo desea… y todo esto, a cambio de nada.
Mr Durden
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11 de mayo de 2015
26 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia más que clásica de adolescente rebelde, de barrio humilde, que prefiere andar vagabundeando por ahí antes que encerrarse a empinar los codos en su casa. Como es lógico en este tipo de guiones, él no tiene culpa de nada, es la situación familiar la que lo empuja a semejantes comportamientos, en ocasiones delictivos. Se nos presenta al chico guapete, molón, avispado y acompañado de un fiel escudero al más puro estilo Sancho Panza, que se ve envuelto a regañadientes en todas las "hazañas". En fin, un toque de Verano Azul para que simpaticemos con la tesitura del chico.

Las interpretaciones en general son pésimas (la abuela roza el ridículo), salvándose únicamente el dueño del taller, un vivalavirgen con una particular filosofía de la vida. La película va transitando en diferentes aventurillas del dúo principal que uno ya intuye desde el comienzo que pudieran tener algún desenlace menos cómico del acostumbrado en los inicios.

Me sorprende la nota media (6,8 que ha llegado al 7 días atrás), porque no encuentro motivos suficientes para perder hora y media en esta película pero, si se animan, les aconsejo que cuenten las veces que se repite ese taco de cuatro letras que empieza por "c" termina por "o" y cuenta con una "ñ" y les aseguro que tendrán entretenimiento servido.
Francie
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12 de mayo de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una persona se tira diez años para levantar un proyecto con la que está cayendo, es digno de admiración.
Daniel Guzmán se ha esforzado por hacer una buen ópera prima y no le ha quedado nada mal.
La historia es bastante sencilla. Un adolescente que, harto del divorcio de sus padres, se escapa de casa e intenta sobrevivir en un mundo hostil.
Una premisa que hemos leído en "El Guardián entre el centeno" y visto en "Los 400 golpes".
Pero, el guión tiene ritmo y está bastante bien armado, con diálogos muy de calle y giros bien planteados.
Los actores intentan aportar autenticidad y es verdad que las actuaciones en líneas generales no chirrían. El aspecto técnico es modesto, con un gran sonido y una aceptable fotografía.
Pero, por otro lado, todo recuerda a algo ya visto. Por ejemplo, el propio cortometraje de "Sueños" de D. Guzmán, o películas como "Barrio", "El Bola" o "Siete vírgenes".
Combinar el cine social, con drama y darle tintes de humor.
Es posible que Guzmán sea el relevo de Achero Mañas o Fernando León de Aranoa.
Gerardo
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