Ni una palabra

Por un lado un thriller con mucha acción, morbo en alza y tal para cual, don pascual, con más ritmo y frenesí que novedad... pero por el otro lado, brillante realización en el ya subgénero de la contrapsiquiatría...

Y esto es especialmente saludable por venir de un país con mucha tendencia a la sobreprotección del psiquiatra y el psicólogo, dos que mal se quieren pero siempre van juntos, y en este caso, en el personaje estupendamente interpretado por Michael Douglas, todos a una, todo en uno, médico psiquiatra con dominio de la salud mental y el psicofármaco y un psicólogo experimentado en brazos de un conflicto dramáticamente fuerte y sensualmente muy hermoso: el médico puesto a prueba ante una paciente y alguien en su vida mucho más importante, y además su ética, su habilidad como hombre y su puesta en cuestión como profesional.

Sin duda, la película está muy bien lograda y, desde luego, un gran acierto enfrentar al bueno de Michael con un tipo tan avieso y terrible como el interpretado por Sean Bean: un malo de categoría suma.

La vi unos años después de que se estreno en el cine, en honor a la verdad creía que iba a ser otro bodrio como La playa, pero no, Ni una palabra es justo lo que se espera que sea, un trhiller convencional, nada más.
Le pongo un cinco por lo predecible de la propuesta, todos sabemos que va a pasar desde que empieza el film, por ende le falta el factor sorpresa, algo inesperado, y no,, nada sale de lo predecible, incluso el final es bastante aburrido, ya que se espera que en una película como esta sea algo mas fuerte o dinámico.
Las actuaciones acorde a la película nadie destaca para bien o para mal

Un poco rebuscada pero entretenida, no aporta nada nuevo al genero del thiller y en ocasiones es poco creíble.
Michael Douglas hace un papel que resulta familiar que ya hemos visto en otras películas de los 90. En este caso concreto hace de padre preocupado y con iniciativa.

La trama se complica pero no tiene mucho sentido lo rebuscado que lo hacen los villanos intentando controlar todo y con un plan a prueba de fallos, pero hasta una niña pequeña les engaña.

Solamente pasable para una tarde sin nada que hacer, no ha trascendido y aunque no esta desfasada, en unos años lo estará.

Ni una palabra es una de esas pelis que rebalsan rabia y tensión por partes iguales. Cumple en tanto thriller, pues recordemos: thriller significa tensión, sensación extrema. La obra de Fleder condensa muy bien esas experiencias sin apartarse jamás de su envase genérico, con todos los clichés y recursos formales manidos habidos y por haber. No obstante, yo insisto: si algo está bien hecho, me forreo en aquellas apreciaciones elitistas de muchos críticos, esos que alaban las "cosas raras" más o menos hechas por sobre las fórmulas conocidas bien planteadas.

Pero vamos a la peli, puede desgranarse con mucha pasión: en principio tiene un aire, sin llegar a caer de lleno, a obra coral. Tanto personaje dando vueltas, generando secuencias paralelas...cuando la peli todavía no se encarrilaba, allá por los veinte minutos iniciales, todo parecía un tanto caótico. Luego la cosa se fue organizando, con típicas precisiones policiales, y ganó en volumen sin apartarse jamás de su eterno adorno pasatista. Aquí si quiero detenerme, puesto que por momentos es tal la "superficie" (no superficialidad) de la trama que si intentas agudizar un poco los sentidos la ensalada puede saber insípida. Pero es una sensación que nos exige como espectadores a tomar una distancia prudencial.

Cada personaje cumple, ninguno se pasa pero ninguno destaca tampoco. No hay desarrollo de caracteres salvo, curiosamente, el de uno en particular: la agente de policía. Su papel es anecdótico, pero son sus principios éticos los que la hacen resaltar en contrapartida con un Sean Bean (el eterno enemigo) que carece de ellos.

Pareciera que las balas van destinadas a un montón de temáticas (el pasado, el sacrificio, el amor paternal) sin abrazarse a ninguna. El resultado es una obra intensa y efímera. Otra forma, una de las tantas, de hacer cine.

Buen cartel para un thriller que empieza bien pero que se vuelve banal y un tanto estúpido a medida que pasan los minutos. De hecho, las situaciones a las que llega te pueden dar la risa, lo cual en una película así, es mortal. Una trama a tres bandas que lamentablemente se resuelve demasiado pronto, un interesante enigma que acaba siendo previsible y una contrarreloj con secuestro de por medio que se vuelve poco angustioso. Un título que te recuerda en algunos aspectos a "La noche del cazador" o a "El bueno, el feo y malo". Aún así, lo peor que tiene es que este grupo de delincuentes son unos ineptos de cuidado. Observad como se deshacen del único que les puede decir donde está la joya, delante de todo el mundo, lo que les cuesta encima su detención.

Del reparto hay que destacar a Michael Douglas como protagonista, Sean Bean como villano por enésima vez y a las atractivas Famke Janssen y Jennifer Esposito. Y como no, Brittany Murphy. No obstante, a la tristemente fallecida en el 2009 por una mezcla de neumonía, anemia y fármacos legales, siempre la recordaré como Tai, la ingenua y patosa amiga de Cher en la mítica "Fuera de Onda", a la que convierte en una especie de clon de ella misma. De hecho, al verla aquí, no podía dejar de recordar sus momentos más divertidos, como un modo de olvidar su propia muerte, de inmortalizarla en su mejor papel. Por ejemplo, en su experiencia mística, saludando en la fiesta para caerse luego por las escaleras o cantando aquello de, con coreografía incluida, "Rolling with the Homies".