El transportador recargado

El cine francés se suma a la fiebre iniciada por los estudios de Hollywood de re lanzar productos que aún se mantienen frescos en la memoria de los cinéfilos, es así como Luc Besson trae una nueva entrega de ‘El transportador’, una efectiva saga de acción que convirtió en estrella a Jason Statham, y que en este relanzamiento se le extraña bastante.

El personaje de Frank, el tipo que conduce un Audi sin preguntar nombres, ni investigar la carga que transporta es ahora interpretado por Ed Skrein, quien participó en la serie ‘Game of Thrones’, quien es contratado por una mujer llamada Anna (Loan Chabanol ) que busca vengarse de la mafia rusa que la tenía sometida en el negocio de la prostitución, con la ayuda de otras tres chicas.

Para poder llevar a cabo su plan y contar con la ayuda de Frank, deciden secuestrar al padre de éste (Ray Stevenson), y así con Frank involucrado, concretar su venganza entre persecuciones, peleas y mucha dosis de acción, donde el nuevo recurso argumental de la relación padre-hijo parecía funcionar y termina por no ser del todo explotada.

Lo primero que se echa en falta en ésta nueva versión es el carisma y sobre todo la efectividad de Statham para llevar a cabo sus propias escenas de acción, nada queda de aquellas peleas bien ejecutas y mejor filmadas, donde el inglés Ed Skrein se nota poco ágil para las escenas de pelea, obligando al montajista a ayudarle a verse más combativo, sin dejar de notar que es un actor poco carismático.

Así, el regreso de ‘El transportador’ se queda bastante lejos de la trilogía inicial, con un guión lleno de situaciones forzadas y un personaje al que le han quitado la carga irónica y la inventiva para resolver sus enfrentamientos, en una película que ofrece apenas unas cuantas dosis de entretenimiento efímero.

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Hace ya trece años que llegó a las carteleras la cinta protagonizada por Jason Statham "Transporter", codirigida por el francés Louis Leterrier y por el hongkonés Corey Yuen, pero ideada por el visionario cineasta galo Luc Besson. Pese a una discreta recaudación mundial de cuarenta y cuatro millones de dólares sobre un presupuesto de veintiuno, dio origen a una saga compuesta por dos títulos más, rodados en 2005 y 2008, y con ramificaciones en una serie televisiva que se emite desde 2012. El gancho de su estrella principal, unido a cierta estética caótica y al ritmo alocado que impregna la filmografía de Besson, hicieron que el proyecto se consolidara, aunque ofrecía un tipo de entretenimiento más bien plano y pobre. En todo caso, los últimos trabajos ya venían evidenciando algunos síntomas de agotamiento en la idea central, así como un abuso patente de la reiteración, con el fin de contentar al sector de aficionados de esta desmedida y vertiginosa odisea.
Pero, como suele ocurrir al constatarse el ocaso de una fórmula otrora exitosa, los productores han decidido volver a empezar, reinventando la trama y rejuveneciendo a los personajes, reiniciando así la saga con otro actor de cabecera, otro realizador y otro guionista ajeno a Luc Besson. No la titulan "Transporter 4", sino "Transporter: Legacy" (en el original, "Transporter: Refueled") y la comercializan como un producto nacido de cero, una especie de percance informático que se soluciona apagando y encendiendo el ordenador, un reseteo ideado por la productora a base de modificar los miembros de los equipos artístico y técnico.
Sin embargo, la base es exactamente la misma. El mercenario Frank Martin es un reputado conductor a quien contratan para prestar sus servicios como transportista de personas que llevan a cabo negocios sucios y ocultos. Se rige por tres simples reglas: sin nombres, sin preguntas y sin renegociaciones. En esta ocasión, entra en escena una misteriosa mujer fatal que no se detendrá ante nada ni ante nadie con tal de acabar con una despiadada banda rusa de traficantes de seres humanos.
Es obvio que esta nueva entrega no soluciona las lagunas que presentaban sus antecesoras. Además, la ausencia de su intérprete fetiche por excelencia originará cierta desilusión en los incondicionales de la serie. No cabe duda de que la acción es trepidante y la enrevesada trama cumple a rajatabla las normas básicas de este tipo de cine. Pero, precisamente por eso, hereda los errores, carencia y malas prácticas de la mayoría de los títulos de tan peculiar género: la falta de rigor en la historia, de interés en los personajes y de habilidad en la narración. Todo ello lo convierte en un producto prescindible.
Aun así, se ha anunciado un futuro proyecto, con lo que no está prevista ninguna fecha de finalización de “Transporter”. En buena medida, la industria cinematográfica actual se ha convertido en una fábrica de reiteración de ideas, perfiles, secuencias y fórmulas que deja cada vez menos hueco a la creatividad y a la originalidad. En mi opinión, se trata de un camino muy peligroso que no conduce a ninguna parte.
Después de este lavado de cara, es el joven británico Ed Skrein quien toma el testigo de Jason Statham al volante de los vehículos. No posee un currículum digno de mención, excepción hecha de alguna aparición en la popular “Juego de tronos”. Le acompañan la casi debutante actriz francesa Loan Chabanol y el habitual del cine de acción Ray Stevenson.

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@gerardo_perez_s

Está claro, los remakes están de moda. Cuando una película tiene algunos años, no hace falta muchos, hay que seguir sacando dinero de la misma y la mejor forma es hacer un remake. Con este caso de hoy ocurre justamente eso, una cinta que no tenía demasiados años se transforma en un producto nuevo, con lavado de cara y, como siempre pasa, mucho peor.
Todo el mundo habrá visto o conocerá la trilogía de ''Transporter'' de Jason Statham. No son obras maestras, pero estaban bien. Alguna mejor que otra, pero en general estaban bien. El problema reside cuando al principal protagonista no le interesa hacer una cuarta entrega, que se hacen remakes como este. Antes de verla hay que tener claro que no deja de seguir el mismo canon, pero cambiando las caras y por supuesto bajando la calidad.
La historia se asemeja mucho a lo visto en la cinta de 2002, pero cambiando el pilar base para que no todo sea idéntico. Se copian algunas escenas casi al dedillo y otras se innovan (¡qué menos...!) pero no acaba de aportar esa chispa que nos haga pensar que realmente hacía falta este remake. Porque realmente no era necesario. La trama es entretenida, se deja ver. Si te gusta este tema del transportista de mercancías y todo eso os agradará, pero sabiendo a lo que se viene. En cuanto a esto cumple bien, ya que nos da lo que queríamos ver, entretenimiento sin más.
El reparto está muy cogido con pinzas. El nuevo actor que han escogido para el papel de Frank Martin es Ed Skrein. No está mal para papeles de acción o duro, pero la sombra de Statham es demasiado alargada y era más que obvio que no podría eclipsar su papel de Martin. Esto no me ha sorprendido, para que nos vamos a engañar. Luego está el que hace del padre del protagonista. Ignoro quien es, pero me ha gustado mucho su participación. Al principio parecía uno más, otro del montón y sin peso, pero a medida que pasan los minutos esto cambia y sabe aprovechar muy bien sus minutos. La chica de turno cumple, es guapa y todo lo esperado, e incluso mejora a la de la original, si me apuráis. El malo y todos los demás se notan en un segundo plano, nada más.
Respecto a las secuencias de acción decir que están bien hechas, aunque tampoco optarán a lo mejorcito de 2015, está claro. Las han rodado bastante bien y salvo en un par de momentos contados (que yo haya visto al menos) no se nota el ordenador, con lo cual considero que se han currado bien este ámbito. El coche nuevo, un Audi R8 si no recuerdo mal, saben como lucirlo. Al fin y al cabo seguro que la marca ha pagado la mitad de la película...
En resumen ''Transporter legacy'' es un remake aceptable y meramente entretenido, pero totalmente innecesario. Personalmente antes hubiese preferido una ''Transporter 4'' que esto, las cosas como son, pero ya que tenemos este producto ante nosotros podemos aprovecharlo y usarlo como pasatiempo durante la hora y media escasa que dura. No será recordada ni mucho menos, pero las hay peores, mucho peores en este año 2015 que ya se acaba.

Lo mejor: Se hace entretenida de ver y un par de secuencias.
Lo peor: Huele demasiado a refrito (al fin y al cabo lo es), el protagonista no da la talla que supo darle Statham antes y es inferior a las 3 protagonizadas por él.

* Pasable a secas *

Reconozco que no soy demasiado fan de las películas de la saga Transporter, me he visto las dos primeras entregas y no me han gustado demasiado, así que a nadie le extrañará el comentario que dejaré a continuación.

Ésta película nos cuenta cómo un antiguo militar que se dedica a transportar mercancía (o personas) sin hacer preguntas, se ve envuelto en una trama de tráfico de seres humanos con la mafia rusa y un grupo de mujeres que huyen de la misma. Y ya está.

La película es una sucesión de escenas de acción sin demasiado punch que llevan a los personajes de un punto a otro para que sigan desgranándonos su historia. Pero está hecho sin gracia, y no sólo eso, sino que gran parte del reparto da vergüenza ajena.

Porque admitámoslo, las chicas que aparecen en ésta película sólo tienen como cualidad el que están bien en pantalla, pero si no se mueven ni hablan, porque la mayor parte del tiempo parece que las hayan sacado de un casting de figurantes en el que no consiguieron que las escogieran. De verdad, que son malas con avaricia.

Y los malos tres cuartos de lo mismo, apáticos, sin carisma, absurdos, lerdos… cualquier cosa que se os ocurra y que les deje mal es perfectamente aplicable (tanto a los malos como a los actores que les encarnan).

Se salvan de la quema el protagonista y su padre, pero más por contraste que porque lo hagan realmente bien…

En lo que a la acción se refiere tenemos unas pocas escenas potables, pero nada que no hayamos visto a éstas alturas y se haya hecho mejor en otras películas. Es acción sin ganas, gancho o ritmo, de esa que si te pilla con el móvil cerca hace que te pongas a mirar el Facebook. Sosa de verdad.

Así que os podéis imaginar cómo es el conjunto. Sí, una película que olvidas al rato y en la que no hay absolutamente nada que reseñar (bueno, quizá algún plano de las localizaciones o una escena en un aeropuerto) y que hay que ser muy freak de la acción casposa para que te acabe gustando.

Pasad de largo.

“Transporter legacy” es el eslabón final en la escala involutiva de una franquicia que, realmente, nunca tuvo vocación de tal. Nacido como un producto de clase media, la explosiva combinación del talento de Luc Besson en la parte ideológica, el desbordante carisma del (por entonces) semidesconocido Statham y una inspiradisima y elegantísima puesta en escena (que luego sería copiada una y otra vez) hicieron de “Transporter” un clásico de la acción de principios de siglo. Odiada por los de siempre y valorada por los habituales, yo creo que, a su manera, fue una película de culto o, como mínimo, un referente que marcó las líneas a seguir en cuanto a cómo coreografiar persecuciones y tiroteos con una clase no vista hasta ese momento.

Así que, casi tan involuntaria como inevitablemente, la película se expandió con segundas y terceras partes que se iban dejando elementos de éxito por el camino: primero la frescura, luego su creador y, finalmente, su protagonista. “Transporter 2” y “Trasporter 3” recurrieron a trucos como internacionalizar la saga y eran productos de cierta eficacia pero, no nos engañemos, el éxito original no vino tanto por su factura o su calidad como por la suma de factores X, así que terminaron siendo tan entretenidos como olvidables. Entre comida rápida cinematográfica y placeres culpables, aunque al menos se preocuparon de conservar algo que hicise honor al nombre.

En la ficha técnica “Transporter legacy” figura como reboot, aunque discrepo de que esa sea la palabra técnica correcta. Cuando reinicias el ordenador o cualquier sistema, este vuelve a su estado inicial y conserva su operatividad pero desde unas condiciones de partida estables, en cambio a la franquicia parece que la hayan apagado, quitado RAM, puesto un disco duro más pequeño y un módem de 56K antes de encenderla. En lugar de Statham ahora hay un jovenzuelo guapetón que suponemos que debe de conducir razonablemente bien, aunque un extraño guion raras veces le obliga a mostrar más pericia que la que podríamos encontrar en cualquier conductor de Uber. Realmente, todo en su lenguaje corporal indica un desempeño no superior aun taxista medio de Madrid. Pero sí, más guapo y no te pone la SER.

No se el único cambio. Ni tampoco hay que echarle toda la culpa de que “Transporter legacy” sea un pufo sin alma. Como decía, el guion parece empeñado en no usar las cartas que tiene a su alcance derivadas de la herencia de la franquicia y no genera la habitual tensión con una entrega misteriosa que se va complicando poco a poco. Parece fiarlo todo a su estética glamurosa, con yates de lujo, pisazos y nenas vestidas con escuetos y ajustados vestidos para contarnos una decepcionante y mil veces vista historia de venganza contada de manera lineal. Como si ver a unas chicas monas con poca ropa disparando unas armas con las que, a todas luces, no pueden, fuese a excitar la imaginación de su público. No han entendido lo que tenían entre manos ni el tipo de espectadores que han heredado y, como pasa en algunas grandes fortunas, dilapidan en dos actos lo que sus predecesores construyeron en tres películas.

Más que reboot, apagón… que quizá es lo mejor que le podía pasar a la saga. Lo único bueno es que pasó casi desapercibida y no pisoteó demasiado su legado.