Hola, ¿estás sola?

Primer trabajo como directora de Iciar Bollain, una historia un tanto surrealista, de dos chicas jóvenes en el tránsito de la adolescencia a la madurez. Silke y Candela Peña interpretan a dos amigas, que cansadas de la vida que lleva cada una, deciden irse a prosperar.

Pero para prosperar tendrán que hacer frente a muchos contratiempos que se le van cruzando por el camino, sentimientos enfrentados y pruebas para su amistad. En ese viaje se encontraran con personajes muy variopintos como el ruso, Pepe o la madre de una de las chicas.

A partir de un pequeño relato, Bollain desarrolla un guión inteligente, fresco y ameno, pero es que además Trini (Candela Peña), le aporta toda la naturalidad y versatilidad a ese personaje, quien junto con el guión engrandece esta ópera prima.

Película muy recomendable, para pasar un buen rato e imprescindible en la filmografía de Candela Peña. Bastante aclamada en su día y de las que por el tema que trata no se ve antigua.

Icíar Bollaín debutó en la dirección de largometrajes con Hola, ¿estás sola?, una bella película que es un canto a la amistad y la camaradería femenina, muchos años antes de que el nuevo feminismo que vivimos actualmente se hiciera con el mundo.
Y la verdad es que el resultado es un alarde de naturalidad. Candela Peña, jovencísima, y la hoy semi-retirada (o retirada del todo) Silke no parecen realmente actrices, sino simplemente dos amigas, Niña y Trini, en una suerte de road trip para descubrirse a sí mismas, encontrar su lugar en el mundo, romper con los lazos familiares que las atan a realidades que no son las suyas (atención a los personajes de Álex Angulo y Elena Irureta, hoy de rabiosa actualidad gracias a la excelsa serie Patria) y, por supuesto, vivir el amor con libertad. Bollaín demuestra una gran sensibilidad, y a la vez un don para el entretenimiento también, sacando el mejor partido de sus actores y unos diálogos que rezuman verdad.

Lo mejor: Su simpatía y las dos protagonistas, Silke y Candela Peña.
Lo peor: Nada en concreto... es lo que es, no menos pero tampoco más.

Icíar Bollaín nos trajo en 1995 una simpática película sobre dos chicas de un barrio bajo de Valladolid que deciden dar un paso al frente para salir de la precaria situación en la que viven.

Niña y Trini nos llevarán de Valladolid a Málaga, de Málaga a Madrid, y de allí a la costa del Mediterráneo.
En el camino lucharán contra la precariedad laboral y sus demonios internos, harán amigos, se enamorarán...

Si bien, tengo que decir que no es una película muy lograda a nivel técnico y cuenta con los molestos cortes que a menudo nos presenta el cine español, yo veo la película y me dejó llevar.
Los diálogos podrían ser mejores, pero el trasfondo de la película es bonito y realmente no deja indiferente al espectador, y si al trabajo de Silke y Candela Peña, le añadimos cameos de Antonio de la Torre y Daniel Guzmán, y lo completamos con Álex Ángulo (1953 - 2014) en el reparto haciendo del simpático Pepe, pues nos queda una entrañable película que vale la pena recordar cómo una pequeña joya de nuestro cine.
7/10.

Con una historia que pivota sobre dos pilares (la amistad y la inexistencia o existencia dudosa del concepto de familia tal y como nos lo cuenta la ideología cristiana), construyó Icíar Bollaín una ópera prima brillante y sencilla, original y muy bien elaborada dentro de la gran frescura y naturalidad que emana el film desde la primera secuencia. Se puede hablar de "Hola, ¿estás sola?" sin miedo como la "Ópera prima" o el "Tigres de papel" de los 90, que si bien no alcanzó la emblemática talla de éstas, es una película que pasado el tiempo posiblemente sea mejor.
Es evidente que a Bollaín le quedaba un ingente camino por recorrer pero el cogido para iniciarlo (con el crédito de bastante eco crítico/comercial de soporte además) fue muy adecuado pues ha apostado por un film sencillo, como surgido en el día a día pero, sin embargo, elaborado y construido con cariño desde el guión, con una acertada simultaneidad de lo cómico (Peña y Angulo) con lo dramático (Silke) junto a unos magníficos personajes, cercanos, creíbles y universales sus bazas sobresalientes, brillando por encima del resto un soberbio trabajo de Candela Peña, pleno de optimismo y vitalidad, de chica vallisoletana madura en su juventud, que busca limpiar el coco de su amiga Silke, el ser débil y desequilibrable emocionalmente, que se come la cabeza desde que su madre la abandonó de niña (hay bastante de autobiográfico en la propia Silke y el film destila no poca sensación de lo ya vivido por la propia Bollaín), intentando ser el pilar en el que ésta se solidifique y sepa resistir el egoísta e irracional itinerario de la vida. La clave estaría en no pensar ni darlo más vueltas, dejar nuestro camino al destino o al azar, en un muestrario de optimismo vitalista exterior que dado que a partir del rostro liquide con suficiencia el atosigamiento interior. Excelentes interpretaciones.
Una de las mejores y más sencillas comedias del cine español en los 90, un hálito de cine fresco y necesario, que funciona como el más sofisticado de los ventiladores desde su adorable sencillez verdadera.

El ruso.
La hija de la peluquera.
La huérfana.
La vida soñada de los ángeles (fue después, en francés, nada que ver).
Los mejores momentos son (se producen con) las canciones rusas de fondo, cuando no hay guion o no pasa nada, costumbrismo solo anecdótico, o cuando Candela suelta alguna, de las muchas (le tira a todo), parida buena, circular obsesivo chungo razonamiento, en cambio, agoniza cuando intenta construir una historia, se la come la modorra, o se dirige hacia alguna puta parte, mejor no menealla, (ahí) descarrila, especialmente durante la última media hora muy forzada e inverosímil (la propuesta del negocio, sus posterior realización, etcétera, suena a deus ex machina, a pura paparrucha sacada de la manga). También carga cuando evidencia o subraya el conflicto personal de cada una (la ausencia de madre de la Trini y la ausencia de madre de la Niña, rencor, ¿recuperada a última hora de aquella manera?) o recurre a subrayados sentimentales descarados, pero en general es una película muy simpática y encantadora y encontradiza y hasta leve constantemente graciosa, muy poca cosa, muy nada y querible cuando todavía es menos, que cero, está en ciernes o en barbecho, tantea, tontea, esbozo, escombro, rumbea (es mejor cuando está con Daniel Guzman que cuando pelea con su papa, bonito detalle que vuelva para besarle), cuando hay menos psicología y más tontería, pasar el rato, viéndolas venir, dejándose ir o caer, cuando es cochambrosa, de hecho por ahí tendrían que haber ido más los tiros, tirado, por el desastre, la chapuza, la pobreza, el sexo al desgaire, la falta de casa y comida, el trabajo a destajo o ningún curro, el vagabundeo, el mamoneo, el cutrerío que comenta Peña, y no tanto lo referido a esa madre que descompensa descuajeringa la balanza hacia el drama o la monserga llorera, más road movie desprejuiciada desperejilada cachonda, penosa, paupérrima, pírrica y menos tristeza lacrimosa de pega mostrenca materna.
Candela es una actriz nata (u otra cosa, una persona mujer que actúa, que sabe, miente inteligente, espabilada, mala, larga, arpía, artista, atractiva, vulgarota, con fuerzas y cojones y alma) y quizás por eso a veces se pasa, porque va sobrada. Silke es un caso más raro (especial para bien y para mal, no muy dotada) difícil, complicado, la voz no le ayuda, siempre afónica y tiende al gesto de asco lechuga aburrimiento, mucho más sosa, escasa, languidece, cuando sonríe, por contraste, se agradece. El resto, Angulo e Irureta, tiene oficio para dar y repartir, el ruso es una mascota o consolador, portátil, animalillo, un gran hombre, como todos.
Sí, fresca, tierna, tontorrona.