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First Reformed

Drama El encuentro con un activista medioambiental y su esposa embarazada (Amanda Seyfried) radicaliza poco a poco la ideología de un pastor evangélico (Ethan Hawke), un antiguo capellán del ejército, todavía marcado por la muerte de su hijo en Irak, que dirige una pequeña iglesia en el norte del estado de Nueva York. (FILMAFFINITY)
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Críticas 73
Críticas ordenadas por utilidad
30 de octubre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El guionista de la magistral ‘Taxi Driver’, Paul Schrader, vuelve a exponer sus dudas y teorías en esta pequeña película sobre el crucial encuentro entre un párroco y un activista medioambiental. No se puede negar que el elemento de la “fe” ha estado presente en muchos de sus films.

Además del buen hacer de su director, hay que destacar a su actor principal Ethan Hawke que es, en gran parte, culpable del buen funcionamiento del film. Su personaje, Ernest, está bien construido: un hombre de fe, perdido por haber enviado a un hijo a Irak y que se encuentra con un estado de salud delicado. Con una actuación solemne, casi inexpresiva, es capaz de llevar el peso de la lenta narración de la película. Sufrimos con él y, aunque las tornas giren algunas veces de forma sorprendente o tome decisiones cuestionables, queremos saber qué más le va a pasar.

A su lado, Amanda Seyfried es ese ángel redentor que le da tranquilidad y que puede, porqué no, salvarle de ese caos en el que se ha convertido su vida.

Con una música medida y una fotografía cuidada, ‘El Reverendo’ ha resultado un viaje estimulante.

Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Hickeystyle
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10 de noviembre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada en esta vida es completamente beneficioso, y allí donde hay ventajas siempre hay contras. Cubrir festivales de cine es maravilloso, pero a cambio de realizar una extensa cobertura diaria en diferido las críticas de algunos estrenos han tenido que quedarse a un lado, permanecer en espera. Es por ello que, tristemente, debo escribir sobre un estreno dos meses después del mismo cuando ya no se encuentra en ninguna sala de cine de este país. Pero más vale tarde que nunca, y desde el momento que vimos esta película sabíamos que había que publicar una reseña sobre ella: se trata de la aplaudida El reverendo, nueva película del veterano y respetado cineasta Paul Schrader que compitió en Venecia el año pasado y se vio en el D´A de Barcelona en primavera. Una película harto atractiva por equipo técnico, artístico y apariencia, recibido además con un entusiasmo de los medios especializados que suponía un aliciente mas. Servidor disfrutó considerablemente de su obra previa, así que había suficiente expectativa per se. Por lo que la degustación de la obra en cines se produjo, en buenas condiciones. Y aún con leves reservas, recomendamos desde aquí una película estupenda. Doliente y tenue, es un tratado psicológico realzada por una gran realización e interpretación central, pero con algunas inconcreciones narrativas. Reflexiva y crítica, pero un poco descontrolada. Una de las películas de la temporada, que duda cabe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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15 de diciembre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es sorprendente que un director y guionista tan interesante como Paul Schrader tenga una producción tan poco brillante. Muchas películas fácilmente y pocas que dejan huella. Como guionista, por supuesto, "Taxi driver", y como director "Mishima" y, sobre todo, "Aflicción". La película que nos ocupa, sin llegar a la maestría de las anteriores, me parece un filme notable. Con claras resonancias, aunque en un contexto y con un personaje totalmente diferente, de "Taxi Driver". La historia de un hombre tan inadaptado como fracasado, que va incubando un dolor y una ira sorda que necesita descargarse en un pasaje al acto. Un acto que le redima. La pulsión de muerte encaminada hacia una explosión que no solo le destruya sino que deja una marca de justicia. Pero del nihilismo de "Taxi driver" pasamos a una salvación por el amor. Pero un amor que es también una explosión pulsional que le lleva de la autoinmolación a la entrega. Todo tiene una fondo desmesurado en una narración de forma contenida.

Estupenda interpretación de Etan Hawke, muy buena música y un guión-dirección de Paul Schader que le hacen sacar lo más singular de su estilo.
luis roca jusmet
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8 de abril de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director, Paul Schrader, es un estudioso del cine que cuenta con un interesante libro El Trascendentalismo en el cine, en el que analiza este estilo en las figuras de Dreyer, Bresson y Ozu, los tres grandes que tanto han influido en Malick, Lars von Trier, Kurosawa y tantos otros. Parten de lo metafísico para describir o acercarse a lo inefable, lo invisible, lo desconocido, lo que se rebela sutilmente. Malick además lo mezcla con Heiddeger.

Aquí la influencia de Dreyer es incontestable. Formato 1.37:1, fotografía con cámara fija en que los actores entran lentamente en plano, contrapicados, paisajes desolados y un tratamiento del color que recuerda el blanco y negro.

Paul SchraderCuenta la historia de un reverendo calvinista, como el director, antiguo capellán militar con hijo muerto en Irak, de un activista ecológico fundamentalista y de su mujer embarazada. Y el remordimiento del primero, las obsesiones del segundo y las esperanzas de la tercera.

En efecto, a primera vista parece un cóctel algo indigesto, que solo Schrader podría agitar con éxito, aunque la resaca te aceche algunas horas tras la visualización de algunas escenas realmente turbadoras.

Pero revuelve las tripas, agita las conciencias incluso para el que está de vuelta de todo como el que firma, y proporciona pólvora contra las fieras de dos piernas capaces de reír. Es decir, contra el ser humano a punto de destruir el planeta.

Para lo que me queda en el convento...
alfonso
Minke
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24 de abril de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
108/21(21/04/23) Turbador drama del siempre combativo Paul Schrader, un alma atormentada que vuelve una y otra vez a volcar en sus films su psique trastornada, erigiendo protagonistas siempre al borde de la locura, siempre con dilemas morales, gente aislada entre la multitud, figuras presas de sus crisis existenciales, de sus bajos instintos, de sus pasiones, de sus obsesiones, de la ira contenida, de su mente han salido guiones seres como el mítico Travis Bickle de “Taxi Driver”, el Jake La Motta de “Toro salvaje”, el Mishima del film homónimo, el Jesús de “La última tentación de Cristo”, o el Wade Whitehouse de “Aflicción”, todos hombres viviendo al límite. Aquí el genial guionista hace su mejor trabajo desde “Aflicción”, un drama psicológico enfermizo, inspirándose claramente en la bressoniana “Diario de un sacerdote rural de Bresson” (1951), en la bergmaniana “Los Comulgantes” (1963) y en mucho de la filmografía del danés Carl Theodore Dreyer, y habiendo también mucho del mencionado Travis Bickle en el protagonista de este film. Schrader dijo se inspiró en la película “Ida” (2013) de Paweł Pawlikowski para rodar en formato de 1,33:1 relación de aspecto, diciendo "Es... impulsa las líneas verticales, por lo que obtienes más del cuerpo humano en el cuadro". Este es un drama psicológico ascético, sobrio, despojado de adornos, seco, adusto, queriendo emitir ese espíritu purista calvinista del que proviene el cineasta, colocando en el centro a un sacerdote en crisis de identidad, un retrato de personalidad crudo, un clérigo envuelto en la vorágine del dolor, tipo melancólico, busca sentido a lo que hace, creando Schrader en su desarrollo un volcán a punto de estallar mediante las relaciones que establece el cura. Una ácida crítica al cristianismo, colocando el director al reverendo cual, si fuera Jesús en el templo derribando los tenderetes, así llegamos a ver al protagonista, renegando del mercantilismo de una Iglesia que para subsistir se ha vendido y con ello se ha bastardeado su mensaje. Poniendo también el foco en la desesperanza de la sociedad general, una polarización del desencanto que mal dirigidos puede llevar al radicalismo más extremo.

Todo narrado con austeridad visual, gracias al notable trabajo de Alexander Dynan (“Después del amor”), emitiendo frialdad, con esa Iglesia totalmente blanca en medio de un paraje nevado, con marcado patinado de grises, con suelo blanco de nieve, con pocos adornos (apenas música), donde la vivienda del sacerdote no tiene ni mobiliario, paisajes despoblados, árboles sin hojas, poca gente aparece, un cementerio vacío de visitantes, ayudado el formato 35mm hace de cada encuadre proyecte soledad, con mucho plano fijo para transmitir serenidad, con mucho sentido pictórico puritano.

El protagonista es Ernst Toller (apellido es el de un dramaturgo y activista político judío y comunista que se suicidó en el exilio, en Nueva York, en 1939), un reverendo de un pueblo ficticio del estado de Nueva York, que tras su aparente buenismo esconde traumas internos que serán azuzados por lo que ve a su alrededor, las dudas, y los sentimientos de culpa le invaden en lucha contra su sentido del deber. Un alma torturada, que vemos ha tenido un affaire con una secretaria que él considera un error. Párroco de una Iglesia calvinista ‘First Reformed’, a la que asisten pocos feligreses, una de sus tareas es hacer tours por las instalaciones del Templo, acabando la visita en una tienda de souvenirs. La Iglesia está siendo arreglada para el 250 aniversario, ello por mecenas de mala reputación, que como pago a su altruismo no quieren voces constatarías de lo que hacen (contaminar). Una dulce feligresa embarazada, Mary (Amanda SeyFried), le pide ayuda para ayudar a su marido, Michael (buen Philip Ettinger), un tipo que no desea ser padre por ser un radicalista ecologista que dice que como está el mundo de contaminado no es justo traer hijos, tanto como para haber estado entre rejas por un atentado por eco terrorista. Tiene una charla reveladora el sacerdote con este hombre, los dos abren sus corazones, y nos enteramos que Ernst tiene una losa sobre sí al haber empujado a su hijo a ir a la guerra de Irak y allí murió, un diálogo cargado de intensidad manifiesta, donde al apocalíptico relato del anfitrión, Toller intenta insuflar fe y esperanza. Esto sumado a que el protagonista sufre un cáncer que une su angustia espiritual a su sufrimiento físico (como lo hacía el protagonista de “Aflicción”, en este caso con una muela), también se deja caer su alcoholismo, aunque nunca lo vemos beodo.

Toda esta travesía la documenta Ernst en un diario que lee en off (“El coraje es la respuesta a la desesperación”, se dice en uno de los pasajes, o también sustancioso cuando se pregunta si a Jesús le preocupaba ser querido o le daba igual), que sirve como exposición en su convulsa lucha interior. Tras una muerte decide tomar partido y no quedarse de espectador, cual Travis Bickle se transforma, se ve como un sufridor como alegóricamente se propone en un sermón de funeral hablando de Job (y todos podemos sentir que habla de sí mismo). Toda esta profundidad del personaje protagónico el actor texano Ethan Hawke lo personifica con carácter introspectivo sensacional, con mesura expresiva, meditativo, nostálgico, dejando traslucir su terremoto interno, teniendo una química formidable con Amanda Seyfried. La actriz mencionada hace un trabajo maravilloso, lleno de luz, de inocencia, de brillo, puede ser la luz al final del túnel de Ernst. Entre ambos hay una disfuncional escena de realismo mágico, tumbados vestidos, el boca arriba y ella encima de él boca abajo, sin tocarse con las manos, en lo que es una onírica escena de éxtasis sexual tántrico que deriva en un viaje astral en medio de una levitación, los teletransporta a ambos a un orgasmo figurado en la beldad de los fondos que sobrevuelan.
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TOM REGAN
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