Ernst Toller (excelente Ethan Hawke) es un reverendo que ejerce en la Primera Reformada de Snowbridge, Nueva York. Lleva una existencia tranquila y solitaria, dedicada a la fe, a beber compulsivamente pese a su estado de salud y a iniciar un diario experimental. Antiguo capellán del ejército, verá cómo sus ideas y convicciones se revuelcan cuando una joven (Amanda Seyfried) solicite su ayuda para escuche y dé consejos a un desencantado activista ecológico. Un gris y depresivo retrato psicológico de un alma atormentada de depurado estilo. Un estudio intenso de los dilemas morales que surgen al confrontar fe con las ciénagas del mundo corporativo y el daño al medioambiente, y el vacío de un hombre que no sabe cómo cumplir su misión de manera útil y productiva, incluso para sí mismo. El desenmascaramiento de carcasas despojadas de sentido. Ocasión ideal para que Ethan Hawke se luzca una vez más con un personaje muy difícil, destrozado por dentro y por fuera. Pero lo que destaca del filme es su estilo, y su hermosa fotografía. Rodada en formato 4/3, las interesantes lecturas en voz en off del personaje de Hawkle guían al espectador por un relato de planos de composición medida, minimalistas pero simétricos y hermosos, con un uso expresivo muy fino del lenguaje visual, diciendo muchas cosas a través del montaje. Una película sórdida, aséptica, fría, pero intensa en su alcance emocional y en la fuerza de su mensaje crítico. Una película que precisa una predisposición, pero que te seduce paulatinamente en su juego. Una película fuera de épocas y tendencias creativas definidas, un ejercicio de extrema madurez.

El árido filme, sin duda una experiencia desafiante para el espectador neófito, no acaba de rematar. La crítica ecologista está demasiado sobrecargada, no tan bien integrada en el relato como el cisma moral y psicológico de los personajes. Hay escenas escapistas que se van del tono asceta y contenido de la película (uno de ellas hace uso de un recurso visual mal resuelto que además se alarga demasiado), que encuentra su mayor problema al no saber finalizar, ofreciendo una anómala clausura interrupta. El inicio es tan poderoso que no podemos evitar sentir una leve sensación agridulce por cómo se desarrolla la segunda parte. Detalles que impiden que esta buena película llegue a ser realmente extraordinaria. En fin, uno no puede evitar desarrollar cinismo a estas alturas.

Elegante, abatida y apesadumbrada, El reverendo es un viaje personal y ambiguo pero estimulante y hondo, un acercamiento dramático efectivo a las cloacas de la fe.