Motivo de alarma

La violación de la correspondencia atenta directamente contra la libertad individual de la persona, es un derecho fundamental sobre la intimidad y el derecho de secreto de correspondencia, luego el cartero hace muy bien su labor y eso es lo que podemos ver en este motivo de alarma, alarma que sufre una pobre ama de casa que sin quererlo se ve envuelta en un lío que es para volverse loca.
Sí, uno puede pensar en alternativas con la cabeza fría pero llegado el caso no sabemos cómo responderíamos, por eso la película te mantiene en una tensión con bastante guasa (en el sentido irónico), haciéndote partícipe del secreto y viviendo casi a tiempo real algo que rechazamos de plano. A ello contribuye la cara de angustia de Loretta, su pinta de mamá abnegada con el cielo ganado y la participación vecinal tan acertada para mantener el ritmo, siguiendo así con el incordio que nos atenaza y las ganas por llegar al final.

Este tipo de cine recogido y escueto está muy cercano al episodio televisivo, especialmente el de la televisión más antigua en cuyos guiones no sólo se encontraban detalles de gran imaginación sino también un estupendo sentido de la narración económica y contundente (Twilight Zone era uno de los mejores ejemplos). La película presenta muchos aspectos poco convincentes pero resulta muy ágil y simpática. Loretta Young encaja muy bien en ese papel de esposa atribulada sobre el que se carga todo el peso de la película y el resto de los elementos aparecen bien orquestados. Ni imprescindible ni desechable.

El director norteamericano Tay Garnett es fundamentalmente conocido por un clásico del cine negro “El cartero siempre llama dos veces” (1948) aunque su filmografía atesora también algún que otro título de interés, como el magnífico melodrama de época “The Valley of decision” (El valle del destino, 1945) que reúne a Greer Garson y Gregory Peck o la interesante película de campos de concentración “La cruz de Lorena” (1942) realizada en plena segunda guerra mundial con Gene Kelly en uno de sus infrecuentes papeles dramáticos.

Esos buenos momentos de su filmografía están totalmente ausentes en este melodrama de aire doméstico, adscrito a la moda de los dramas de la vida cotidiana y familiar de la clase media americana, –una de las pocas cumbres de este género la encontraríamos en “Bigger than life” (1956) de Nicholas Ray- típicos de los años 50. Ellen Jones es un ama de casa cuya voz en off –bastante innecesaria para la trama- nos relata como sufre los crecientes celos de un marido aparentemente impedido. El resultado no es muy glorioso y la primera media hora se malgasta al tiempo que ella va descubriendo los problemas mentales de su marido, para luego dar un giro inesperado y entrar de lleno en el territorio de los lugares comunes, en el que la protagonista deberá demostrar su inocencia, corre que te corre, en una alocada, enfática y algo irritante carrera, –la enervante escena del cartero es un buen ejemplo de ello-.

La película se demora abusivamente en crear una tensión artificial demasiado forzada, estirándola hasta el mortecino agotamiento con personajes verdaderamente molestos (además del mentecato cartero, la cargante tía o el insoportable vecinito) y acumulando un número incorregible de incompetencias y desvaríos conformando una película cuyo mayor interés es la presencia de Loretta Young, pese al muy deficiente rol que le toca en esta simplemente mala película.

Mezcla de drama, melodrama y suspense, "Motivo de alarma" es una obra que trata de sacar el máximo rendimiento a una trama sencilla y una dramaturgia no menos sencilla, y que, pese al interés que despierta, luego no da tanto de sí, por desgracia, y a pesar de las buenas interpretaciones del reparto. Loretta Young era una buena actriz, pero es demasiado guapa para ese papel, y digo "demasiado" porque, al verla, el espectador se va a poner incondicionalmente de su parte desde el principio, haga lo que haga y diga lo que diga. Es tan guapa y tan buena, que sabemos que, pase lo que pase, va a salir del lío en el que la mete su paranoico y enfermo marido (Barry Sullivan), así que por eso el guión se encarga -para que la historia tenga gancho e interés- de enrevesar y complicar la situación hasta lo indecible, contando para ello con personajes en principio "normales", pero realmente insoportables, como el niño teleadicto, la anciana estirada, la vecina cotilla o el cartero palizas que, más que repartir el correo, va por la calle contando su vida.

Lo más interesante de todo este planteamiento, a priori trivial a más no poder, es que el film viene a decir que la vida cotidiana no sólo está llena de trampas y peligros, sino que puede llegar a convertirse, sin que uno se dé cuenta o tenga la culpa de ello, en un auténtico infierno. El medio ambiente de la historia, un barrio tranquilo y modélico de las afueras -lleno de ese conformismo burgués tan típico del cine USA de los años 50- abunda en esa idea, muy interesante.

Como bien se apunta en un comentario de Bonnie en la página web de TCM, uno acaba deseando patear al cartero (traducción libre) y es que, miren ustedes, no es creíble tanta obstinación y una observancia de las reglas tan infranqueable. Estoy convencido de que las normas que gobiernan los envíos postales tienen su sentido y que, como todas las normativas, no están hechas para que las cumplamos o no según convenga. Pero tanta rigidez del postman ante una Loretta Young, carita de buena, no acaba de colar. Claro que, si le entrega la susodicha, en treinta minutos escasas se acaba el film y eso hubiese sonado a timo para los espectadores.

Como habrán supuesto la cosa va de misivas, no de amor precisamente, sino dirigidas a un fiscal del distrito al que no le gusta abonar diferencias por franqueo insuficiente. Tal misiva es el resultado de la enajenación mental de un marido enfermo y celoso (Barry Sullivan) quien denuncia a su mujer (Loretta Young) y a su doctor y antiguo amigo (al parecer ya no tanto) ante el fiscal por conspiración con ánimo de asesinato a base de gotitas extras de medicina (remember Arsénico por compasión pero sin viejecitas y sin compasión).

Alucinaciones mentales puras y duras que dan lugar a una interesante película con buenas interpretaciones y lagunas apreciables, probablemente fruto de la prisa. Y es que el film se rueda en solo 14 días y dos semanas son un mundo pero el mundo nunca es suficiente para conseguir una buena película. La tía de Barry extrañamente no sospecha nada a pesar del comportamiento frenético de Loretta. La vecina, siempre en la calle, no escucha el disparo en un barrio tranquilo en demasía. Y para colmo al final el cartero regresa no para desear felices fiestas, entregando tarjetita y esperando el aguinaldo sino para…, averígüenlo ustedes, aunque se lo he puesto a huevo que se dice.

Dirigida por Tay Garnett que me gustó en Mares de China (¿o me gustó Jean Harlow? Y del que espero revisar pronto El cartero siempre llama dos veces (por lo visto el cartero de Cause for alarm no es tan insistente) (¿me gustará Lana Turner?), la película es un melodrama serie B con algo de interés y mucha irregularidad. Los actores demuestran buen hacer pero el guión parece mas propio de un serial televisivo (y de eso Loretta Young sabía mucho) que de un producto para la gran pantalla.