Bang Gang (Una historia de amor moderna)

Se quejaban las actrices de Juego de tronos de la escasez de desnudos integrales del reparto masculino. Tenían toda la razón. Mientras Daenerys y compañía exponían todos sus encantos, la presencia de penes y culos varoniles en la exitosa serie de televisión era y sigue siendo prácticamente anecdótica. Pues bien, ahí tienen Bang gang, el debut de la francesa Eva Husson, para ver satisfechos sus deseos. La protagonista adolescente del filme le pide en un momento dado a su compañero de clase que le enseñe el miembro con el irrefutable argumento de que ellos cuentan siempre con la ventaja de poder medirles los pechos. El chaval, ni corto ni perezoso, se baja los pantalones y lo exhibe sin rubor. Punto a favor.

Es el único mérito, quizá, de una cinta que tiene el valor de autodenominarse como una historia de amor moderno. Pocas veces el dicho ‘dime de qué presumes y te diré de lo que careces’ cobra tanta relevancia como en esta película que no sólo termina siendo de una demagogia bastante antigua y casposa sino que además llega tarde. Concretamente, 21 años más tarde del estreno de ‘Kids’, otra ópera prima, esta vez de Larry Clark, mucho más valiente y transgresora que este hueco sucedáneo.

La película es consciente de lo que vende desde el propio título y póster hasta el comienzo, que arranca con un flashforward en forma de orgía de imágenes. Una vez situado el espectador, sabiendo que tarde o temprano habrá carne en el asador, el guión nos retrotrae a los inicios del juego sexual que da nombre a la cinta. Un ‘beso o acción’ llevado al extremo que surge de la mente de un grupo de adolescentes caprichosos y aburridos. La eterna y cansina denuncia de la apatía en la que viven inmersos nuestros adolescentes.

Para más inri, Bang gang ni siquiera alcanza interés como mero producto excitante. Las escenas sexuales están rodadas sin ningún tipo de valor artístico. Ni sirven como objeto de denuncia ni, lo que todavía es más triste, para calentar al personal. Burdas imágenes de folleteo y drogas que no escandalizarán ni al más retrógrado de la sala. La directora parece desconocer que el sexo hace ya tiempo que dejó de ser un reclamo facilón para convertirse en un recurso al que añadirle valor. Algo que, por ejemplo, aplicó perfectamente Gaspar Noé en Love.

El que logre alcanzar el final del filme, tras múltiples disputas entre las dos amigas adolescentes, idas y venidas sin destino y orgías varias, se encontrará con un mensaje mucho menos sutil que el que podría surgir de un centro de planificación familiar. Una cinta vacía de contenido, nula en sus formas, que es casi tan dañina como el sexo inseguro. No contagia la sífilis pero extermina todas nuestras neuronas.

No sé qué tipo de adolescencias tienen en Francia (por hablar referente a la película), pero la mía dista muchísimo de lo que se refleja en esta película, vale que te hayas fumado un porro, pero creo que eso de las orgías y drogas duras, en plan salvaje queda muy lejos de la realidad, al menos del 99% de las personas que conozco. Los primeros minutos de la película, esa escena de una fiesta sacada de la mente de Lars von Trier o Gaspar Noé, no la he visto ni en todos los años de fiesta de mi adolescencia, ni en las de la facultad ni en las de después… llamadme aburrida (o antigua), pero a eso, no termino yo verla la gracia.

Dentro de todo este juego, la directora y guionista Eva Husson intenta mostrarnos una historia de amor “moderna”, al estilo príncipe azul que salva a la muchacha de su destino… pero la realidad queda muy lejos, ya que toda la película acaba siendo un batiburrillo francés de otros filmes adolescentes con cierta sexualidad, con tintes moralistas, que juega con la percepción adolescente pero de una manera muy extrema, aunque no irreal, ya que a veces sí que estos parece que estén en otro mundo.

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Es de esas películas que salvo del suspenso solamente por el final. No es la película transgresora del estilo de La vida de Adèle que me habían vendido pero tiene algo que la hace especial. No todos los jóvenes nos dedicamos a hacer orgías, más bien muestra una historia real y se apoya en ella para reivindicar un mensaje de libertad y experimentación que se puede ver en otras películas como Spring Breakers o Soñadores. En ese sentido, hay un momento llegando al final que me ha gustado bastante porque nos muestra las consecuencias de ese estilo de vida y con un acertado humor negro nos explica el porqué del título. Por otra parte, ha habido momentos en que no he podido distinguirla de cualquier otra anodina película americana sobre adolescentes. Básicamente me quedo con la fotografía y los actuaciones, no todas las películas que rompen contra lo establecido tienen que ser necesariamente buenas.