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La mujer de la arena

Drama. Thriller Un entomólogo en busca de insectos en un desierto de arena se ve de repente atrapado conviviendo con una mujer que vive sola en una vieja casa, y con la que establecerá una extraña relación. (FILMAFFINITY)
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
24 de septiembre de 2009
102 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Crítica con Spoilers, no leer si no se ha visto)


Un hombre vaga por el desierto, en busca de insectos. Su pasión es atraparlos, y añadirlos a su colección. Su aspiración es llegar a aparecer, algún día, en el libro de insectos que porta entre sus manos. Intentar así que su nombre quede escrito en algún lugar, ser alguien gracias a aquella afición que le mantiene en las áridas colinas, perdiendo la noción del tiempo.

De pronto, anochece, y no tiene donde resguardarse. Un aldeano, sin dudarlo, le ofrece un hogar en el que vive una mujer. Tomada la decisión, pasará la noche allí.

Al despertar, el día siguiente, el entomólogo se da cuenta de que ha caido en una trampa, de que deberá permanecer allí contra su voluntad.
Sin embargo, nuestro protagonista no se rinde.
Cava.
Trepa.
Escala.
Enloquece.
Cae desesperado, e intenta urdir un plan. Pero nada funciona.
El entomólogo se ha dado cuenta de que está allí. Atrapado. Preso. Cautivo. Olvidado.
Olvidado.
Ol vi da do.
O l v i d a d o.
O - l - v - i - d - a - d - o.
En el extremo contrario de donde desearía estar. Lejos de sus quehaceres, lejos de su rutina y, ante todo, lejos de su único objetivo: perdurar. Llegar a ser alguien, aunque sea gracias a la caza de un insecto que no aparecía en aquel libro.

A partir de ese momento, los días pasan con más lentitud. La arena se pega como una lapa a sus pómulos, sus rodillas, a su cuerpo, y la cámara de Teshigahara lo recoge con una fuerza tremenda. Haciendo del plano detalle una potente herramienta, y siguiendo así lo que se convierte en un prácticamente malsano amorío.

Pasan horas y horas, días y días, meses y meses, pero la cosa poco cambia.
Sin embargo, y en otra futil intentona por huir de aquel lugar, el entomólogo realiza un descubrimiento. Puede conseguir agua filtrándola.
Tras muchas pruebas e investigaciones, durante un acontecimiento fortuito, alguien deja una escalera colocada en el lugar más idoneo para huir.
Pasos.
Metros.
Niveles.
Son los que separan al entomólogo de su libertad.
Los que le liberarían de su cautiverio.
Ahora, y lejos de lo que era cuando llegó, el entomólogo sabe algo que puede compartir. Que debe compartir. Algo que, definitivamente, pueda hacer de él algo más que una figura que pasó por allí, sin más. Algo que transforme ese Olvido en Recuerdo.
Grandine
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29 de mayo de 2007
53 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La mujer de la arena” con un expresionismo visual cuyo hipnotismo roza los niveles mentales de la abstracción, nos transporta a un territorio a medio camino entre la realidad y la fantasía onírica, en el que el sentimiento de extrañeza se erige como el máximo exponente de toda la narración.

Un hombre aficionado a la entomología, recorre una inhóspita región desértica cercana al mar en busca de un extraño escarabajo tras perder el autobús de regreso a la ciudad, los le indican un lugar donde poder pasar la noche. De esta forma es conducido a una insólita casa situada en el interior de un pozo de arena en la que habita una mujer viuda. Un proceso aparentemente intrascendente que ya comienza ser plasmado por Teshigahara con una sensación de tensión e incomodidad. SPOILER1

Así pues asistimos al choque entre los dos personajes y a los constantes vaivenes emocionales a los que someten su enfermiza relación: SPOILER2

Sin embargo, poco a poco estas posturas se irán contaminando la una de la otra, al mismo tiempo que, las tensiones que se producen entre ambos, también desembocarán en un ambiente climático de proclive inclinación sexual donde respira incomodidad, y una especie de horror fantasmagórico lo inunda todo, donde la arena, al fin y al cabo, se convierte en el tercer personaje, el cual los retiene, los amenaza, y condiciona sus miserables existencias.

Teshigahara logra captar a la perfección el ambiente de pesadilla a través de un trabajo de dirección impecable y la validez después de cuarenta años de “La mujer de la arena” está fuera de toda duda, ya que los elementos utilizados para construir su imagen resultan, todavía en nuestros días, eminentemente modernos, y su discurso acerca de las dudas que asolan al hombre en su confrontación con una realidad que lo sobrepasa, de una actualidad aplastante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Arakiri
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6 de junio de 2011
47 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cazador de insectos se transforma en presa en el momento en que cae en la madriguera. La presa intenta escapar, pero el nido es una trampa mortal. Cuando más se mueve la presa, menos energía le queda para subsistir.

Los planos generales con los que se abre la película pierden su sentido en el interior de la trampa. En contraposición al espacio y la libertad, aparece el asfixiante plano detalle. La tela de araña envuelve a la presa. Es como arena, que queda adherida a la piel y limita los movimientos.

La presa, como animal, afina su sentido de supervivencia. Todo vale para poder escapar. En el brocal de la madriguera, los espectadores-participantes litigan lo que está bien o mal para salir. Todo vale para poder escapar.

Sensual, violenta y certera, como la visión de un insecto que intenta escapar de una muerte segura.
Chagolate con churros
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9 de abril de 2008
42 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suna no onna es una película compleja, con un clima asfixiante y claustrofóbico que va más allá de una lectura superficial: la de un hombre atrapado en un lugar en el que no quiere estar. Un hombre que pasa unos días buscando insectos en una zona desértica pierde el autobús de vuelta a la ciudad y es engañado por las gentes del lugar para pasar la noche en una casa situada en un pozo de arena. Para llegar a ella debe descender por una escalera. Allí vive sólo una mujer y pronto comprueba que no puede escapar al ser retirada la escalera. Los lugareños secuestran a foráneos y les obligan a vivir allí junto a las gentes del lugar para evitar el éxodo de los jóvenes a la ciudad. Se encuentra prisionero dentro de una cárcel de arena que se desmorona y le gana terreno a la casa poco a poco, pero de la que no parece posible escapar, aunque él no cesa de intentarlo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maese Huvi
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17 de febrero de 2011
40 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es en sí una alegoría a la inestabilidad y desorganización de la vida humana en nuestra sociedad, alegoría que también simboliza la angustia, la desolación y desesperación inherentes al hombre de esta sociedad. Es así como vemos a un hombre que es llevado por engaño a un pozo de arena sin posibilidad de escapatoria alguna, es obligado a llevar un nuevo modo de vida impuesto en contra de su voluntad, a convivir con una mujer que le repugna por su modo de ser y de vivir, pero que al mismo tiempo el instinto animalesco le genera una atracción sexual hacia ella. Todos estos simbolismos se pueden trasladar a nuestra sociedad: la mayoría de la gente tiene una prisión particular, un pozo de arena del cual no se puede escapar; así tenemos, por ejemplo, que la mayoría de las personas tienen que trabajar 8, 10 o más horas diarias para ganarse el sustento y en esa esclavitud asalariada no hay libertad ni autodeterminación. La libertad es sólo un privilegio de las élites y el resto de la humanidad está condenada a toda clase de esclavitudes, desde las más inhumanas hasta las más sutiles pero igual de perversas; sin embargo, hay cosas que nos gustan, mas por el instinto o la alienación que por la razón.

Las imágenes con escenas que denotan fantasías oníricas sugieren una angustia existencial, un horror a la pérdida de la libertad. Estas escenas muestran el talante existencialista del director, que al final de dicha película, con la escena donde al hombre le dejan la escalera para que huya y éste no la utiliza inicialmente, deja planteado el problema de la libertad como que, en última instancia, este es una elección que hace el hombre entre varias posibilidades y dentro del marco de un individualismo extremo respecto a la sociedad. El problema de la tesis existencialista es que la libertad está sujeta a leyes objetivas, a las circunstancias externas y no depende solamente de la voluntad de un individuo. De todas maneras, la película de Teshigahara es muy bella en imágenes, los primeros planos de los protagonistas sugieren los símbolos existenciales y el guion es un excelente argumento existencialista que hace que espectador reflexione sobre la vida que llevamos en esta sociedad.
juanqui
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