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Comer, beber, amar

Drama. Comedia Agridulce comedia sobre la vida de Chu, un viejo chef de Taipei, viudo y con tres hijas (Jen, Chien y Ning) muy distintas pero con algo en común: la rebeldía. Un buen día, sus vidas empiezan a complicarse: una gruñona viuda se muda al apartamento de al lado, alguien se queda embarazada, alguien cae en una profunda depresión, alguien muere y alguien encuentra el amor verdadero. El reputado director Ang Lee volvió a Taiwán para contar ... [+]
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
16 de julio de 2007
43 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deliciosa película del realizador taiwanes (para mi gusto la mejor, muy por encima de la celebérrima tigre y dragón) que nos narra tres historias con la gastronomía como denominador común, como ya hicieran con éxito otras magnificas películas como Chocolat (Lasse Hallström) o Deliciosa Martha (Sandra Nettelbeck). En este caso, la película se centra en las vidas de Chu, un famoso chef de cocina de Taipei, y sus tres hijas: Jen, Chien y Ning. Desde la muerte de la madre, todos los domingos padre e hijas se reunen entorno a las delicias que con devoción y dedicación prepara Chu. Sin embargo, Chu vive para su trabajo, no acepta las críticas y no entiende el comportamiento de sus hijas, que pronto emigrarán del hogar familiar y se harán independientes. Ning es la hija menor, una estudiante jovial que cada día se encuentra a la salida de sus clases con el novio de su amiga, enfadado porque esta no le hace el menor caso. Jen es la hija mediana. Es una profesora de instituto introvertida que vive encerrada en sí misma, sin expresar sus emociones, y que tras dejarle su único novio no volvió a salir con hombres. Chien es la hija mayor, una economista de éxito en una empresa de aerolíneas, de gran personalidad y madurez. Alrededor de la familia se encuentran sus vecinas Rong, su hija y su madre, así como Wen, un viejo chef amigo de Chu. Los acontecimientos se agolparán alrededor de los protagonistas y sus vidas tomarán un nuevo rumbo. El desarrollo de la historia y la caracterización de los personajes están perfectamente construidos, pese a que los acontecimientos que suceden al final resultan algo atropellados y ligeramente inverosímiles. La dirección construye un relato sólido y creíble de las relaciones humanas que se establecen alrededor de una mesa. En la cultura mediterránea, al igual que en la taiwanesa, la comida es un acto social y en algunos privilegiados entre los que me incluyo además, un placer. A todas las personas que disfruten de la comida, les recomiendo encarecidamente su visionado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
tantra
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26 de marzo de 2008
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando has crecido en un hogar en el que has pasado la mayor parte del tiempo entre fogones, y en el que has interiorizado la enseñanza de que una gran base de la salud y de la felicidad está en la buena alimentación, te quedará siempre la huella de esos aromas y de esos sabores que te devolverán, una y otra vez, a tu infancia.
El ritual de las comidas diarias no debería consistir sólo en cocinar de cualquier manera y comer a toda prisa, sin pararse a saborear. Debería ser toda una filosofía de vida en la que la paciencia, el esmero, la dedicación y el buen paladar entraran a formar parte de un conjunto armonioso y equilibrado. La cocina debería ser mucho más que el simple proceso de preparación de unos platos. Y eso es lo que transmite el padre de las tres hermanas protagonistas, el cual se ha dedicado siempre al arte culinario y es un experto en la gastronomía tradicional china. Para él, se trata casi de alquimia, de un ritual atávico y arcano, con fórmulas transmitidas a lo largo de muchas generaciones. Probablemente no existe ninguna receta tradicional que él no conozca.
Además, el hecho de sentarse a la mesa para alimentarse es una de las costumbres clave que contribuyen a la unidad y el estrechamiento de lazos entre los miembros de la familia. La mesa, punto de encuentro común, sirve como mediadora. ¿Cuántos asuntos se tratan y se debaten en esos momentos del día en que todos están reunidos?
El señor Chu, que lleva muchos años viudo, cocina todos los días abundantes y deliciosos platos para sus tres hijas, como lo ha venido haciendo desde antes de que ellas tuviesen memoria. Pero ya son mayores, y la historia comienza justo cuando una tras otra se disponen a volar del hogar paterno.
Jia-Jen, la mayor, es profesora y continuamente recibe indirectas porque no tiene pareja, situación que la mortifica. Eso me recuerda a lo que suele pasar cuando ya has cumplido los treinta y no te has casado. A ver si adivináis qué es lo primero que te preguntan las vecinas ancianas o las parientas lejanas, todas un poco cotillas, de ésas que ves de Pascuas a Ramos y que cuando te las encuentras te sacan hasta el color de tu ropa interior si te descuidas. A ver, la pregunta del millón: ¿qué es lo primero que te preguntan?
¡Bingo! Habéis acertado.
-¿Tienes novio? -la consabida preguntita.
A ninguna se le ocurre preguntarte en primer lugar que cómo te van los estudios, o si el cabrón de tu jefe se porta bien, en fin, cosas así. Qué va. Ni por ésas. Lo primero que van sonsacarte es si tienes novio. No falla. Y cuando les dices:
-No, no tengo novio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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19 de octubre de 2007
23 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comer, beber, amar..., en definitiva, vivir.

Tan simple y obvio como eso es lo que traspasa, por todos y cada uno de sus poros, la peli de Ang Lee. Como si de una agradable, sosegada y prolongada sobremesa se tratara, el menú de Lee nos hace cómplices de las alegrías y los sinsabores de una familia taiwanesa cuyo patriarca, un reputado chef, transmutará sus fogones domésticos en madriguera y sanctasanctorum del particular ciclo vital de su progenie.

Resulta palmario afirmar que la comida, y la bebida, socializa. Y cuando decimos que socializa nos referimos a que contribuye a estrechar vínculos interpersonales y que, además, constituye un pretexto fenomenal para –al margen de nutrir nuestro organismo- organizar nuestro día a día, descansar, escaquearnos, festejar, negociar, intimar, ligar, reconciliarse, disculparse... o, si uno es afortunado, preparar con picardía y anticipación el calentamiento previo a la práctica de cualquier actividad amatoria. Algo tan positivo y natural es lo que explicita, sin pretensiones ni artificios, este redundante “Comer, beber, amar”.

Tal vez deberíamos comer menos y cocinar más. Tal vez deberíamos follar menos y hacer más el amor. Qué coño!... tal vez deberíamos hacer cada cosa en su momento. Aquí y en Taipei.
Taylor
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26 de marzo de 2006
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más me sorprendo con la calidad humana de las películas de Ang Lee, en este caso centrado en un maestro de la gastronomía, viudo y ya mayor, que utiliza en casa un férreo control sobre la cocina como elemento de unión y disciplina hacia sus tres hijas, que están ya en edad de dejar el nido y vivir la vida por su cuenta.
Asistiremos a las peripecias sobre todo sentimentales de éstas, siempre con humor y ternura, mientras él parece ir perdiendo el pulso con los fogones a medida que ellas van encontrando rumbo a sus vidas.
La manera de contarnos la historia es con la agilidad que caracteriza a este gran maestro y con su fino toque, siempre con humanidad y encanto, en una trama que incluso ofreces algún detalle inesperado.
Ennis
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1 de diciembre de 2010
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos occidentales como yo nos lo pensamos mucho antes de ponernos ante títulos orientales más o menos contemporáneos. No faltan razones para explicar cierto miedo al aburrimiento, porque no sería la primera vez (ni sería la última) que me duermo con alguna cinta china o koreana y luego me arrepiento de haberlo intentado. Así que conociendo el riesgo me he lanzado a ver esta cinta taiwanesa, que bien podría haberme dado un bofetón (y en ese caso me lo habría merecido) y no ha sido así ni mucho menos.

Es diferente, es fresca, aporta un contexto nuevo y rasca en las interioridades de unos personajes con todo el interés posible porque son humanos como yo y como cualquiera, de rasgos orientales y con una idiosincrasia propia pero tan vivos como yo, sienten, padecen y como dice el título, comen, beben y aman como yo, como cualquiera.

Hay encanto y simpatía, historias raras, originales, y una constante que la hace única, y es el gusto por la buena mesa. Cualquier momento es bueno para introducir el elemento gastronómico y de qué manera, es poco decir que a uno se le puede hacer la boca agua, hay primeros planos extraordinarios, aunque lo mejor sin duda son las primeras escenas. No había nada visto nada así, su originalidad es lo que me ha ganado. Así pues se trata del devenir de una familia como otra cualquiera que cada vez que se sientan en la mesa y alguien tiene que explicar algo importante... hay que prestar mucha atención porque ciertamente lo que se va a escuchar va a ser importante, me encanta.
Luisito
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