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Las cosas de la vida

Drama. Romance Pierre es un hombre en plena crisis de la mediana edad que, tras un accidente y en una encrucijada de la vida, pasa revista a la relación que ha mantenido con dos mujeres. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
19 de octubre de 2008
40 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera entrega de la trilogía de historias de amor protagonizadas por Romy Schneider (ésta, “Max y los chatarreros” y “Ella, yo y el otro”) y realizadas por Claude Sautet (1924-2000). Escriben el guión Paul Guimard, Jean-Lup Dabadie (diálogos), Sandro Continenenza (versión italiana) y Claude Sautet. Se basa en la novela “Les choses de la vie” (1967), de Paul Guimard. Se rueda en escenarios exteriores de La Rochelle y Paris (Francia) y en estudio. El film es nominado a la Palma de oro (Cannes) y gana el Premio Louis Delluc. Producido por Raymon Danon, Roland Girard y Jean Bolvary para Lira Films (Paris), Sonocam SA (Roma) y FIBA Cinematográfica (Roma), se estrena el 13-III-1970 (Francia).

La acción dramática tiene lugar durante unas horas en una carretera nacional de acceso a París. El arquitecto Pierre Berard (Piccoli) circula a gran velocidad. Cuando choca con la parte posterior de una camioneta, pierde el control del vehículo, se estrella contra un árbol de un terreno próximo y sale despedido a varios metros de distancia. Queda inconsciente e inmóvil, pero oye lo que dicen las personas que tiene próximas. Pasa revista mentalmente a los principales episodios de su vida. Pierre tiene unos 45 años, es un profesional de éxito, ha dejado a su mujer y convive con Helène (Schneider). Helène es novelista, tiene unos 30 años, es atractiva y sensual, se esfuerza para hacerse un lugar en la vida. Catherine (Massari), esposa de Pierre, de unos 40 años, es comprensiva, tolerante y generosa.

El film suma drama, drama psicológico y romance. Da a conocer internacionalmente al realizador y, junto con las otras dos obras de la trilogía, propicia que su carrera experimente un despegue fulgurante. Sautet se había demostrado como un sólido guionista a través de sus colaboraciones con realizadores como Malle, Rappeneau, Philippe de Broca y otros. En los tres trabajos de la trilogía Sautet participa como coautor del guión.

Desarrolla una historia sencilla, realista, intimista y anclada en la actualidad del momento. Contiene mucho diálogo, construido con fluidez y habilidad. Explica los sentimientos de los protagonistas, que se sitúan por encima de los hechos, dando lugar a un relato intenso, brioso y absorbente. El espectador conoce lo que piensa el protagonista, a diferencia de lo que ocurre a las personas que están su alrededor. Conoce, también, el sufrimiento y la ansiedad que provocan en él algunos de los hechos que suceden en el lugar del accidente. Es testigo de los cambios de actitud y de opinión que experimenta el herido. Tiene conocimiento de las decisiones de cambiar que toma. Experimenta con él cuáles son las cosas importantes de la vida: el color y el olor de las flores, la manta que protege de la lluvia, la compañía de gente anónima, el recuerdo de un beso, la evocación de una caricia, etc. La narración se apoya en el uso de flashbacks, con lo que la atención del espectador oscila entre el pasado y el presente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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4 de agosto de 2014
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pequeñas cosas de la vida... en apariencia. Sí, las tragedias llevan letra minúscula porque son cotidianas y mayúsculas porque pueden ser devastadoras. Así es la historia entre Hélène (Romy Schneider) y Pierre (Michel Piccoli); al principio encantadora hasta que un día, el amor se rompe (bueno, nunca es de repente, siempre hay un antes, señales, un desgaste, un alejamiento). Aunque quizás, no. El amor sigue porque el corazón es así, saltimbanquis, imprevisible, loco…

El filme se desarrolla a través de flashbacks que nos llevan desde el momento del accidente, a su presente con Hélène, su pasado reciente con su mujer y su hijo, su trabajo…

Fotografía luminosa y naturalista…

El punto central: conseguir destruir la carta que Pierre ha escrito en un arrebato a Hélène. Este pequeño hecho, que se muestra a mediados de la película, estructura el resto.

Quizás llega a cansar con tanto corte de escena adelante y atrás, pero se compensa con la actuación de los actores. Romy Schneider, luminosa; Michel Piccoli, que sin ser atractivo resulta sutilmente expresivo; Léa Massari (pena que aparezca tan poco), bella y sensual.

¡Caramba, cómo se fumaba! Pierre es como una chimenea; eran tiempos en que se fumaba en bares, restaurantes, ascensores, lugares públicos, ¡en el hospital!… Al final, parece incluso que el humo traspasa la pantalla y nos llega.
La muerte se presenta como algo dulce; tras el accidente, Pierre cae en un placentero sopor, solo interrumpido por la necesidad que siente de tirar la carta que le escribió a Hélène, hasta que...

Las cosas de la vida es la primera parte de una trilogía, seguida por Max y los chatarreros y Ella, yo y el otro; filmes protagonizados por Schneider y que tienen como tema el amor. La acción se desarrolla a mediados de los años 70, son épocas de cambio, de libertad o mejor dicho, de búsqueda de libertad por parte de la mujer; libertad de amar, de hacer su propia vida, de sentir. Tal vez cuarenta años después nos resulta desfasado, pero a la vez nos transporta a esa época de una Francia próspera y en búsqueda de nuevos horizontes (sociales, económicos).

Escenas:
- En el coche. Ella dice que se ha acabado; él no dice nada, salvo que esa noche se marcha para ver a su hijo. De pronto, ha entrado en un mutismo que resulta glacial. Ella, le sigue queriendo…
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Francesca
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13 de septiembre de 2022
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre burgués sufre un accidente de tráfico en una carretera rural. Y, mientras agoniza rodeado de espectadores impertinentes y personas que acuden en su auxilio sin demasiadas prisas, la película nos va narrando los avatares últimos de su vida, básicamente el declive de su relación con su amante (Romy Schneider) y su tentativa de regresar con su esposa (Lea Massari), un continuo flash back de recuerdos -unos bellos, otros amargos- que se alteran con las alucinaciones y delirios propios de un moribundo.
El tema de la película es así de simple e ingenuo, aunque en las escenas finales se desata un suspense que aviva la atención del espectador, el cual, durante la primera hora, como no se deje cautivar demasiado por las excelencias interpretativas de los principales protagonistas y la notable estética fotográfica, tendrá una buena ocasión para aburrirse como una ostra.
Cenizales
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11 de octubre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película, con buenos diálogos (y puede que algo excesivos), pero bien narrada, de forma diáfana.
Resulta interesante por el cuidado a los pequeños detalles donde, en efecto, las "pequeñas" cosas de la vida tienen vital importancia en la vida de una persona.
Elegancia formal, sensibilidad en las interrelaciones de los diferentes personajes.
Interpretaciones brillantes, sobre todo del gran Piccoli.
Un film que se sigue con interés y deja un sabor a buen cine hecho con cariño y dedicación.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Baraka1958
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4 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me temo que Claude Sautet no tiene, dentro del cine francés de los años 60-70, la consideración crítica que atesoran otros cineastas franceses de esos años de la "Nueva Ola", pero al menos en ese período merece estar en lo más alto, y si ello es así se lo debemos por lo menos por una película como "Las cosas de la vida", la cual, pese a un título poco prometedor, me ha gustado mucho, tanto por lo que cuenta como por cómo lo cuenta.

El protagonista, un arquitecto de París interpretado por Michel Piccoli, sufre un grave accidente de tráfico en pleno campo. En torno a él están su novia (Romy Schneider) y la que parece ser su ex-mujer (Léa Massari). Es una obra que a priori parece ser ligera, pero que no lo es, y que poco a poco nos va introduciendo en un drama íntimo, en una tragedia, a veces de manera realista, y a veces de forma poco realista -con el uso de la cámara lenta-, y que juega con el tiempo, con el recurso del "flashback", como reproduciendo el modo en que trabaja la mente humana: Piccoli recuerda, mezcla, fabula, imagina y sueña, y así, nos implicamos totalmente en su vida y en su fatalidad.

Destaca también la fotografía en color, y el modo en que Sautet emplea los colores: en un plano vemos el rojo de las amapolas, y en el plano siguiente vemos a Romy Schneider, en el campo, con un vestido rojo. El director pergeña una tragedia impresionista que, a pesar de su brillantez formal, o tal vez precisamente por ello, nos conmueve e impacta profundamente: tal vez porque, es curioso, la sofisticación de la narración nunca se opone a la enorme naturalidad de la misma. Tal vez estemos hablando, en fin, de una auténtica obra maestra.
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Pedro Triguero_Lizana
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