La última señora Anderson

Eugenio Marín se sumerge en el Giallo con una floja aportación. De más a menos. De menos a nada. Ritmo lento y acción torpe. Caprichosa, inconsistente, sin atmósfera. Sus insinuaciones pesan, los giros de guión la rematan.

Por curiosear. Para olvidar.

Mediocre coproducción entre España e Italia, con el protagonismo de Carroll Baker, actriz que lo tenía todo para triunfar en Hollywood, pero que se pasó al cine europeo para ganarse las habichuelas.
Se trata de un filme de intriga, que bebe de otras cintas de parecido pelo anteriores, que tiene alguna buena idea pero mal desarrollo.
Y es que el guión de Sabatino Ciuffini y Vicente Coello no logra epatar ni intrigar demasiado. No es que se vea venir de lejos todo el tinglado pero cuando sabemos de qué iba todo nos da igual dada la ramplonería del conjunto.
No llega a ser aburrida pero sí inconsistente, a pesar de que comienza de forma interesante, pero poco a poco todo se viene abajo, con la aparición de una extraña mujer que da la vuelta a la historia pero no de forma sugestiva sino desganada.
Pese a los esfuerzos de intérpretes como José Luis López Vázquez, la película no llega no sólo a cautivar, que era difícil, sino a importar, dejando un sabor de boca agridulce, de oportunidad perdida.
Película olvidable aunque no moleste.

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