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Allonsanfan

Drama Italia, 1816. Los "carbonarios", un grupo revolucionario que sigue las teorías de Babeuf (1760-1797), intenta resistir los ataques del absolutismo. Uno de ellos, el viejo Fulvio, de origen noble, enfermo y cansado y perseguido por la policía, busca refugio en la casa familiar. Tiene la intención de empezar una nueva vida, lejos del compromiso político que ha arruinado sus ambiciones personales, pero sus correligionarios lo presionan ... [+]
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
8 de noviembre de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película de los Taviani no es gran cosa desde el punto de vista artístico, pero sí muy interesante desde el ideológico.Se trata de una crítica de izquierdas (los hermanos Taviani se movían en la órbita del PCI) contra el aventurerismo revolucionario y las ideologías y prácticas de la extrema izquierda italiana de los años 60 y 70.
La película es una metáfora:

1-los amigos del protagonista son "carbonari", un grupo de revolucionarios liberales del XIX que pretendían acabar violentamente ("lucha armada", se dirá en el siglo XX) con los regímenes autocráticos de la dividida Italia del siglo XIX.

2-Los amigos del protagonista manifiestan una clara tendencia no solo a matar, sino a dejarse matar por sus ideas (son potenciales "mártires" revolucionarios). Hay aquí una clarísima explicación de corte psicoanalítico que podría explicar las tendencias revolucionarias como una auténtica "pulsión de muerte" en sentido freudiano.

3-Los amigos del protagonista están alejados del pueblo real: se consideran intérpretes de los verdaderos deseos del pueblo, porque este, ignorante y alienado (por la Iglesia, por la aristocracia...) es considerado como incapaz de reconocer sus verdaderos intereses objetivos.

4-Sobre los amigos del protagonista paira la sospecha de que en realidad están siendo manejados, sean conscientes de ello o no, por las fuerzas de la reacción. No se sabe si son auténticos revolucionarios o "agentes provocadores" que la reacción utiliza para desactivar cualquier revolución auténtica.

El final de la película es tremendo: nunca he visto una mayor mordacidad al ver como la utopía revolucionaria es desmontada brutalmente por la realidad de unas clases "alienadas" que se cepillan a sus autoproclamados liberadores. Y el protagonista, cínico, consciente y desgarrado, tampoco se libra finalmente, como se ve en ese disparo final que cierra la película.

Una excelente película para entender lo que fue la Italia romántica y revolucionaria del siglo XIX y sobre todo para comprender la lucha que desde el Partido Comunista Italiano (defensor del "compromiso histórico" entre comunistas y democristianos) se hizo contra la izquierda italiana que escogió vías insurreccionales, alternativas y violentas.
En fin, un interante ajuste de cuentas entre las dos izquierdas italianas.
ffwinter
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3 de octubre de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya se menciona en la reseña que de la película se hace en "filmaffinity" nos encontramos ante un viejo partidario de los revolucionarios "Carbonari", procedente de la aristocracia, que cada vez es más consciente de lo que ha sacrificado de su propia vida por un ideal político inalcanzable.

Una película que refleja en un transfondo histórico la quiebra de los ideales de izquierdas en los años 70. La estilización algo operística es fascinante, mientras los colores y la música obligan al espectador a seguir, a pesar de todo, el ímpetu rovolucionario.

Una buena película poco conocida de los Hermanos Taviani. Realmente muy recomendable.
Juan Marey
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3 de abril de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Carboneria (Carbonería), fue una sociedad secreta surgida en Nápoles, Italia, durante la ocupación napoleónica (1805-1814). Su compromiso nacionalista, su forma de organización y su accionar insurrecto, se ganaron tanto respeto y se hicieron tan populares que, pronto, su nombre se extendió por otros países de Europa (España, Portugal, Francia), donde surgieron organizaciones similares. Extrañamente y aunque con su nombre reivindicaban a los obreros que trabajaban en las minas de carbón, la mayor parte de los carbonarios eran de clase alta (burgueses renegados) y estaban separados en dos logias: La Civil (propaganda y protesta pacífica) y la militar (acciones armadas). Su principal ideario era la libertad política y el restablecimiento de un gobierno constitucional.

Con la entrada en escena de Filippo Buonarroti, político que había participado durante la Revolución Francesa de 1789, y que ahora retomaba la lucha revolucionaria clandestina, se funda la logia masónica Los Sublimes Maestros Perfectos (en la película se hará referencia a Le Fratelli Sublimi) y con un grupo de estos oficiales (vestidos de blanco), tendrá lugar la historia cinematográfica que asume como protagonista a Fulvio Imbriani, un aristócrata lombardo que, tras salir de una cárcel austriaca donde se hallaba confinado, y enterarse, luego, de la muerte de Filippo, pierde el interés por su pertenencia a la logia y comienza a buscar la manera de volver a los aposentos familiares, pero, la logia sigue activa y queriendo contar con el liderazgo de Imbriani, más ahora que un nuevo miembro ha ingresado a sus filas, un chico llamado Allonsanfa'n… ¡el hijo de Filippo!

En francés, el primer verso de La Marsellesa comienza así:
Allons, enfants de la patrie / Le jour de gloire est arrivé! …
De Allons, enfants… (Venid, hijos…), se hizo la contracción conservando la pronunciación en francés, Allonsanfa’n… ocurrencia, seguro, de Filippo en homenaje a la gran Revolución, y el rol que este muchacho jugará en la vida de Fulvio Imbriani, bien podría ser una suerte de predestinación.

Los hermanos Paolo y Vittorio Taviani, parecieran, en este filme, querer mostrar el desgaste y las lamentables consecuencias (y decepciones) que se derivan, a veces, de la lucha armada, y su película se va decantando por un inesperado desenlace que nos dejará entre perplejos y frustrados. La historia, por falta de datos esenciales se torna un tanto oscura, y como espectadores, nos sentimos bastante al margen de los personajes sin conseguir empatizar ni tomar partido por alguno de ellos. Los hechos, en general, resultan fríos, los militares son vistos siempre con total distanciamiento y la falta de recursos (o de intenciones) de hacer un filme de mayor compromiso visual, hace que nos sintamos medianamente conectados con este drama político bastante insólito.

Marcello Mastroianni (Fulvio) y Mimsy Farmer (Francesca), sobresalen entre el resto de interpretaciones, pero, en definitiva, “ALLONSANFA’N”, resulta un filme bastante liviano.
Luis Guillermo Cardona
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10 de agosto de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hermanos sublimes, o no tanto. Los demonios, muy pequeños. Mon amour. El sapo. El gran carnaval. El cólera.
Sarcasmo feroz, paroxístico, pavoroso, espeluznante, sobre unos revolucionarios que pueden ser todos, ya que aunque la acción esté situada en la época de la Restauración europea posterior a la Revolución Francesa y en este caso muy especialmente en Italia, eso en buena medida es lo de menos, no importa, apenas se habla de ello más que como fondo o excusa, motivo o marco; la intención, en realidad, evidentemente, es bien otra, ir más allá, se quiere mostrar, expresar, encapsular una idea, reflexión, imagen o mirada sobre esa pobre gente, ese tipo humano concreto, revolucionario; mezcla aterradora de idiocia abismal, puerilidad integral y violencia ciega.
Sorprende, asombra esta película cosa; pocas veces, o ninguna, la estupidez humana fue exaltada/celebrada de semejante manera, más bien criticada, destruida y caricaturizada, mostrada con tanta crueldad y cachondeo, de forma tan despiadada y esperpéntica.
Nada de lo que hacen tiene el más mínimo sentido; es una suma infinita de dislates, majaderías e imbecilidades. Son presentados como cenutrios masivos movidos por fuerzas necias que siguen sin saber la razón o el porqué, por pura inercia, porque no saben hacer otra cosa ni sirven para nada, como un montón de estiercol secándose al sol. Dicen luchar por un pueblo que ni sabe que existen o si lo saben solo es para darles buenas somantas de palos, llenas manos de hostias, a mala idea.
Son pocos y mal avenidos, muy tontos y desvalidos. Carne de cañón. Víctimas propiciatorias.
Y Mastroianni, muy divertido, el mejor de todos, es decir, el peor con diferencia; igual de cernícalo pero con algunas luces todavía medio encendidas, lo cual más le despista, hace que no crea en nada, ni siquiera en su propia e indudable e insondable estupidez, con lo que les traiciona a cada hora, una y otra vez sin descanso, todo el rato, para que se enteren de un maldita vez y aun así no hay manera, con esta gente y sus finas entendederas es imposible cualquier indirecta que ni Gila haciendo comedia.
Y si vamos más allá, es la vida entera mostrada como una obra de teatro amoral y oligofrénica montada por un Dios loco y borracho que se carcajea de sus criaturas con toda la mala baba del mundo.
La película es alucinante, una mezcla de estrepitoso desastre y obra maestra absoluta; es tan exagerada su mirada, tan vitriólica y alienígena (como si Alien dijera lo que piensa de verdad de nosotros), que hace saltar todas las alarmas y costuras, voladura libre, todo por los aires y continuamente se desparrama, los sesos y todas las vísceras por el suelo y los perros al retortero, produciendo, de tal manera, situaciones absurdas, disparatadas, grotescas, reacciones lobotomizadas de sus personajes, sin ton ni son, a lo que salga, el sol por Antequera.
Y bailes y coros, chanzas y danzas, para que se anime el alma aherrojada y no falte de nada, viva la patria mancillada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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