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La sentencia

Drama. Cine negro El tranquilo y metódico doctor Talbot conoce a la cantante Nora Prentiss cuando ésta sufre un accidente en la calle que la deja ligeramente herida. A pesar de sus temores, no puede evitar enamorarse de ella, pero entonces tendrá que enfrentarse a un dilema: o dejar a Nora o divorciarse de su mujer. Así las cosas, la muerte de un paciente en su consulta, haqce que surja en su mente una tercera posibilidad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
3 de septiembre de 2010
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo me hubiera llevado muy bien con Vicent Sherman. Nuestro gusto por las actrices, aquellas actrices, nos hubiera dado horas y horas de conversación exponiendo una y otra vez los motivos de nuestra incondicional admiración hacia ellas. Este director, que también trabajó con grandes actores, tuvo la suerte y el gusto de dirigir (también conquistar en algún caso) a Bette Davis, a Joan Crawford, a Virginia Mayo, a Ava Gadner o a Rita Hayworth. Casi nada. Además con resultados bastante satisfactorios, no exentos de calidad y con una nota común en todos ellos: la capacidad de incluir elementos melodramáticos en el ambiente típicamente noir en el que se movía la gran industria cinematográfica de aquellos años.

Otra que estuvo bajo su dirección fue mi admirada Ann Sheridan. Qué mujer, qué actriz. Consecutivamente en 1947 rodó dos películas con la inolvidable protagonista de “Ciudad de Conquista”. Dos films hermanos (“The Unfaithful” y “Nora Prentiss”) que de nuevo demuestran el talento del director americano que una y otra vez conseguía construir films sólidos, con carácter y que poco a poco fueron dando forma a una carrera que a día de hoy podemos considerar notable. Con “Nora Prentiss” Sherman nos introduce de lleno en el mundo de la mentira, del amor, de la autodestrucción y de las pasiones enfrentadas. Todo comienza cuando el prestigioso y familiar Dr. Richard Talbot (excelente Kent Smith) conoce a Nora (Ann Sheridan), una cantante de night club que vive resignada a su propia suerte y muy lejos de sus sueños dorados de juventud. Ambos se enamorarán y comenzarán un tortuoso camino que conducirá a Richard al peor de los finales.

Dos aspectos importantes y bastante logrados a destacar. Uno es la evolución del personaje de Richard, auténtico protagonista de esta historia. Cimentado con retales de normalidad y desde una aparente felicidad inicial, el doctor se verá abocado incompresiblemente a una situación que terminará siendo trágica y que dejará un regusto de tristeza bastante acentuado. Y el segundo es la originalidad en la que aparece representada la personalidad de Nora, una mujer que, lejos de ser fatal, comprende y acepta en todo momento el amor incondicional de Richard y a la que no se le puede culpar del feo color que toman los acontecimientos. Esta ambigüedad, la falta de un responsable real o un culpable claro a todo lo sucedido, alerta al espectador y le mantiene involucrado en la trama hasta el último y definitivo fotograma.

El final es magnífico. Las escenas que nos regala Sherman en este tramo sirven además para elevar el nivel de un film que, junto con la poderosa composición musical de Waxman y una puesta en escena cuidada hasta el detalle, nos recuerda a todos que la mentira tiene las patitas muy cortas y que con el engaño se suele llegar a lugares casi siempre desagradables.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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5 de abril de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de recio fuste que desde le comienzo deja en la pantalla el sello de la fuerte personalidad de V. Sherman que sabe sacar máximo partido a un ingenioso guión elaborado con hábil estrategia.
La acción resulta intensa y certera, su cadencia es sobria pero eficaz y su pulso narrativo remite a los mejores referentes del cine negro americano.
La trama se va desarrollando como el fuego de una llama minúscula que poco a poco se convierte en hoguera y en ella se concitan emociones insinuadas con un gesto y pulsiones psicológicas que se transforman en inmediatos actos de conducta.
La excelente labor de dirección permite que el elenco encuentre en cada ocasión el modo óptimo de trasladar al espectador el hondo dramatismo que la obra encierra.
ABSENTA
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22 de agosto de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y de nuevo el mismo año que facturaron The Unfaithful, el tándem Sherman-Sheridan vuelve a unir fuerzas con resultados ligeramente inferiores, siendo generosos. Aquí no hay ningún Goodis dejando perlas en la boca de Sheridan y compañía, y se nota, y mucho. Y hablando de compañías, la verdad es que es una lástima también que no haya nadie aquí que le doble los solos a Sheridan, ni una buena base rítmica que la respalde. Me atrevería incluso a decir que eso la desluce al tiempo que la realza. Y es una lástima por que el papel, en principio, es un verdadero caramelo. Yo cuando vi el cartel y el título de la película pensaba que se me venía encima algo como una Tierney en Que El Cielo La Juzgue o una Crawford en Los Condenados No Lloran del propio Sherman, incluso, salvando lo necesario, una Hayworth en la eterna Gilda, esto es, una femme fatale de altos vuelos. Y no, ni Sheridan luce tanto ni pilota un vehículo que se lo permita. Tiene, eso sí, oportunidad para mostrar sus dotes como cantante, que por lo visto y leído, eran más que decentes, en la típica secuencia en un night club donde se pasea entre la plebe mesa por mesa calentando braguetas y rompiendo cremalleras. A esta Nora Prentiss, un casi ortodoxo noir pasional como tantos otros, le falta el gancho y la urgencia de la que hacía gala The Unfaithful, navega por aguas más conocidas y encharcadas. El guionista nos espeta, y Sherman consiente, un Applebite en mitad de la función, que rompe el ritmo, que tampoco es que viniera siendo galopante. Ni el qué ni el cómo son especialmente originales en este tramo central y encima Sherman les dedica demasiado tiempo y la película languidece, y uno empieza ya a bajar los brazos. Al menos en la recta final asoman unos platillos y uno fantasea con un Hands All Over para cerrar la velada. Y bueno, no llega a tanto, pero se aprecia la intención, y Sherman logra cerrar la función dejándonos un buen sabor de boca, con el espejismo de que hemos visto un noir especial.
Peter Gabriel 77
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31 de agosto de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buen melodrama, enmarcado bajo la sintaxis de una película de cine negro –luces y sombras, largo flashback que trata de explicar los hechos- que relata el cambio que se produce en la aburrida vida de un médico de vida ordenada que se enamora, casi sin pretenderlo, de una cantante de night-club hecho que hará aflorar poco a poco todos sus reprimidos deseos y demonios internos. Pese a lo que pueda parecer, y esto es de los aspectos más destacados de la propuesta, no estamos ante otra película sobre “pobre hombre que se trastorna y cae en las redes de una vampiresa”, tipo “Der blaue Engel” (1930) de Joseph von Sternberg –de hecho la cantante de la que se enamora está profunda y sinceramente enamorada de él- sino que aquí asistimos al progresivo proceso de degradación de una persona en apariencia inofensiva que se enamora y no sabe disfrutar de su felicidad. Porque el tema fundamental de este magnífico y trágico film de Sherman es la cobardía y la incapacidad de aceptar la propia felicidad y la necesidad de buscar otra vida donde dar rienda suelta a nuestros deseos. Una de las mayores virtudes de Sherman era que conseguía grandes interpretaciones de sus actores. Ken Smith nunca fue un gran actor pero en pocas películas como en esta está a mayor altura que en el patético papel del doctor Talbot. Por su parte, Ann Sheridan, una de las más grandes actrices de Hollywood, reparte inteligencia y brillo en una de sus habitualmente magníficas interpretaciones. Gran clásico a revisar con urgencia.
Gould
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15 de diciembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía Ann Sheridan más de 30 años y muchas películas a sus espaldas, cuando se encontró uno de los mejores papeles de su carrera, el de Nora Prentiss.
A pesar de ser cine negro, y muy negro, Nora no es la típica mujer fatal, sino la cantante de un club nocturno que, como comenta a lo largo del metraje, ya ha recibido muchos palos y no está de saldo. Por su oficio resulta sugerente y seductora, pero vemos enseguida que guarda en su interior cierta amargura y una enorme desconfianza hacia los hombres que se le acercan.
Ann Sheridan cantaba en la película con su propia voz. Atención al momento en que canta, casi llorando, “¿Who cares what people say?”. Fantástica.
A su lado también tenemos un gran trabajo de Kent Smith en el papel de un médico casado y con dos hijos, que se irá obsesionando poco a poco con Nora y abandonará su tranquila existencia hogareña por otra más turbulenta. También hay una estupenda planificación de escenas y un buen ritmo a cargo de Vincent Sherman. En los años 40 hay muchas películas olvidadas, de bajo presupuesto y mucho talento, que merecen ser más conocidas. Esta es una de ellas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feng Lanzhí
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