¿Cuánto vale la vida?

La pregunta que da pie a esta película, acerca de la "justicia" del valor numérico que se le pone a las vidas humanas tras accidentes (ya sea a través de aseguradoras, o juicios o cualquier otra alternativa que lo requiera), en el contexto del "9/11", es extremadamente compleja, y abre las puertas a (más o menos) riquísimos debates sociológicos, filosóficos, etc.

Pero en manos de Max Borenstein, el escritor de "Godzilla vs. Kong" (y los otros recientes remakes de "Godzilla"), el tema se reduce a la transformación personalísima de un protagonista que aprende "a empatizar más" con el correr de la historia y muchas poco imaginativas escenas melodramáticas.

Con un guion insultantemente básico que abusa de relatos de víctimas (casi con seguridad reales) para forzar nuestra emoción, Keaton hace muy bien un papel simplón (actuando exquisitos detalles de personalidad del protagonista), y brilla en los pocos momentos que comparte pantalla con el gran Tucci (en un rol importante, pero que aparece poco). La película "está bien" gracias a una aceptable dirección, pero aburre y no aporta casi nada, al transformarse en otra biopic más del montón.

*Dura realidad

Una de las cosas más llamativas de Worth es la dura idea que plantea sobre el valor de la vida. Rodeada de un contexto tan complicado para la historia reciente del ser humano como lo fueron los ataques terroristas de 11 de Septiembre, y en el que se perdieron miles y miles de vidas humanas, esta historia profundiza en la burocracia y la política que se emplea detrás del luto y el dolor. Trámites y protocolos que pasan por encima del duelo mismo de una sociedad conmocionada por una catástrofe humanitaria en donde, aún luego del sufrimiento atravesado, quedan quienes buscan solo el beneficio económico.

El argumento de esta cinta atrae desde un principio por el hecho de hablar del tema que habla, y por basarse en hecho reales de lo que sucedió. Puede que la narración de la historia en sí no sea tan impactante como el mismo suceso ocurrido en la realidad ya que lo narra todo muy despacio, pero Worth logra mantenernos metidos dentro de la historia gracias a que lo que cuenta lo cuenta con mucha sensibilidad y emoción. Por supuesto, mucho de este valor también reside en el hecho de ser basada en la misma realidad del asunto, pero de igual manera es una trama correctamente llevada.

*Un importante Keaton

Mucho del valor que tiene Worth es gracias a su personaje principal interpretado por Michael Keaton, quien atraviesa una clave transformación en la historia para pasar de ser un insensible perito burocrático, quien solo por alimentar su ego busca llevar este proyecto de fondos para los damnificados al congreso sin que le importen las personas que puedan salir mal paradas de este mismo, y convertirse en una persona más afectada por esta situación, convirtiéndose en una ayuda directa para todas esas personas que perdieron a algún ser querido en estos ataques. Por esta razón, la actuación de Keaton es un factor importantísimo de la cinta.

*Vuelta al 2001

La dirección aplicada por Sara Colangelo a esta cinta es sumamente interesante. Se siente como sacada directamente de principios del siglo XXI, no solo por todo el diseño de producción de la misma, sino por la forma de dirigir cada escena de la cinta. La banda sonora y la dirección de fotografía también colaboran para hacer que la producción se sienta tan ambientada en aquella época. Son aspectos técnicos que aunque sean secundarios, porque la historia de Worth es lo que predomina por sobre todas las cosas, hay que destacarles por su buena ejecución.

*Conclusiones

Una película con una correcta dirección y un enorme Michael Keaton como protagonista, nos lleva por el proceso burocrático posterior a uno de los casos más duros de la historia reciente de nuestra sociedad, donde el debate entre si es más importante la vida misma o el valor económico que se pueda sacar de ella nos deja una dura y sensible historia basada en hechos reales.

Escrito por Luciano Ferranti

Cuando surgen periodicamente, y subrayo esto último, catástrofes de la índole que sean: actos terroristas, envenenamientos por alimentos o medicamentos, pandemias, incidentes nucleares, vertidos petroliferos, presas que revientan cargadas de productos tóxico, volcanes, terremotos, sunamis.... y un larguisimo etc. Pues bien cuando todo esto ocurre se suele decir por los gobiernos y los medios de comunicación de turno, que ello supone un antes y un después, que el mundo ha cambiado y sobre todo que no puede volver a ocurrir o al menos sus consecuencias. Realmente nada cambia y todo se repite y para los que de verdad si cambian las cosas o mejor dicho su vida, es para los afectados directamente por dichos desastres. Es habitual que las promesas de los dirigentes se las lleve el viento y que pasados años, muchos a veces, donde dije digo digo Diego y por cuatro perras, los que las reciban, se dé por amortizado el asunto.

Esas cuatro perras en manos privadas pueden no llegar nunca, y en las públicas el marrón que le cae a quien tiene la responsabilidad de gestionarlas es de órdago. Si los responsables de hacerlo no son insensibles deberían contar con un psicologo a pie de almohada permanentemente para asumir tantas historias con nombres y apellidos, tanto sufrimiento y dolor que se volvera crónico a partir de ese momento. Haciendo referencia al título hay que tener valor, para darle valor a tan nefastas consecuencias.

Kenneth Feimberg, al que interpreta ese mágnifico actor que es Michel Keaton y que debería asomarse más por las pantallas, se dedica a lidiar con dicho marron de hechar números y repartir las migajas en comparación con otros presupuestos públicos y privados menos altruistas.

No se anda con florituras estéticas la directora, lo cuenta de forma ortodoxa ateniendose al género procedimental y consigue sus mejores momentos cuando da voz particular a algunos de los afectados como mínimo ejemplo de que necesitan que se les escuche, contar su historia, su dolor, su perdida y que ninguna cantidad monetaria será capaz de compensar.

cineziete.wordpress.com

''Es la economía estúpido'', repitió machaconamente el entonces candidato demócrata a las presidenciales de 1992, un tal Bill Clinton. Con ese eslogan, que le valió la elección, se enfatizaba  la prevalencia de los asuntos tangibles sobre los de carácter más metafísico. Lo estrictamente económico sobre lo político. En 'Worth', tercer largometraje de la directora Sara Colangelo basada en hechos reales, la dicotomía entre materialismo e ideales va a zarandear el equilibrio del protagonista.

Michael Keaton interpreta a un prestigioso abogado. Ha alcanzado fortuna, éxito y reconocimiento actuando como mediador en temas espinosos, logrando acuerdos entre litigantes. ''¿Cuánto vale una vida?'', llega a espetar a sus alumnos durante una clase. No hay desagravio posible para las víctimas, pero el dinero ayuda a encontrar algo parecido a justicia, reparación.

Este letrado, ambicioso y seguro de sí mismo, acepta la complicada empresa de peritar las compensaciones que recibirán los familiares y víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Veo una historia de abogados actuando bajo presión: el gobierno temeroso de unas reclamaciones que pongan en jaque las finanzas; familias de toda condición en busca de compensación (las adineradas intentando, faltaría más, diferenciarse del resto); el calendario apretando y el objetivo de llegar al mayor número posible de perjudicados para alcanzar objetivos. El 80% era entonces el guarismo mágico. El equivalente a la inmunidad de rebaño.

La cinta sortea el didactismo y lo plomizo de la propuesta merced a la gran interpretación de Michael Keaton. Sobrio, sobrado de recursos, adapta el tono mientras su personaje muda de piel al contactar personalmente con los afectados, despojándose de la frialdad de un algoritmo matemático. Persona de principios, se ve desbordado ante la masa (hay mucha gente pendiente de sus decisiones). El número importa, y mucho. Aunque el mensaje resulte más obvio que en su anterior trabajo, 'La profesora de parvulario' (2018), dónde las frustraciones de una maestra, volcadas en la atención a un alumno adquirían un toque enormemente perturbador, 'Worth' realiza un potente retrato sobre la reconstrucción ante la pérdida.

¡Es la empatía estúpido!, aunque sin el cheque que le secunde todo parece sonar a hueco. Es lo que hay, y lo que somos. 

Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para http://rockandfilms.es

Soy un tipo genial, pero de pronto me entra la conciencia social y descubro, gracias a una sucesión de hechos que la vida debe cambiar, para mí y el resto de la humanidad, ¿rebuscado? No, es la falta de ideas y originalidad, pero de algo debe vivir la industria.

¿Basada en hechos reales? Eso siempre llama la atención y merece un punto y seguido para pensar, pero, las hay de 2 tipos, las que siguen cronológicamente los hechos y las que usan Word o similares para cortar/pegar según la conveniencia, y está película es de las segundas, la realidad la tergiversan a placer de crear un documento visual atractivo, pero no por ello tiene mayor valor, al contrario, menor.

Drama político de transformación social, que se va descafeinando por minutos, y aunque al final intenta despegar, no deja de ser lo mismo de siempre, la casta política es mala y los tíos guays aparecen en el momento justo.