Vuelve a mí

Última película de la pareja formada por Fred Astaire y Ginger Rogers. La dirige Charles Walters ("Desfile de Pascua", 1948). Rodada en los estudios de la Metro, es nominada a un Oscar (fotografía color) y a un WGA (guión de musical americano). Producida por Arthur Freed ("Cantando bajo la lluvia", 1952), se estrena el 4-V-1949 (EEUU).

La acción tiene lugar en NY en 1948/49. El matrimonio formado por Josh Berkley (Astaire) y Dinah (Rogers) trabaja como pareja en un espectáculo musical de Broadway y se halla en la cima de la carrera. Dinah recibe una propuesta de actuar como actriz dramática en el papel de Sarah Bernardt, que acepta, provocando la ruptura de la pareja.

La película reúne a Astaire y Rogers en un musical después de 10 años desde su última película juntos ("La historia de Vernon e Irene Castle", 1939). El papel de Dinah estaba destinado a Judy Garland, tras el éxito de "Desfile de Pascua" (Charles Walters, 1948), donde formaba pareja con Astaire. Una indisposición hizo necesaria su sustitución. Ginger Rogers llevaba 10 años sin intervenir en un musical. Con un aspecto más maduro, demuestra su plenitud de forma y la misma capacidad de conectar con Astaire. Es la única película en color de la pareja y la única de la Metro, dentro de un conjunto total de 10. El guión, de Betty Comden y Adolph Green ("Cantando bajo la lluvia", 1952), elabora una sencilla trama romántica, en la que se insertan las actuaciones musicales, a medio camino entre los primeros musicales sin trama argumental y los posteriores en los que los números musicales se integran en el argumento. Las escenas más destacadas son el dueto cómico "Me One And Only Highland Fling", el solo surrealista de Fred "Shoes With Wings On" y la danza a dos "They Can't Take Away From Me". La película contiene numerosas referencias humorísticas y satíricas (pintura surrealista).

La música incluye canciones brillantes de Ira Gershwing y un fragmento del "Concierto nº 1 para piano y orquesta", de Tchaikovsky. La fotografía se beneficia de un cromatismo intenso y equilibrado, una excelente coreografía, números de baile de gran virtuosismo y vistosidad y la simpatía que desborda la pareja protagonista. Usa fondos de colores claros sobre los que resalta el vestuario de Ginger y los tonos oscuros de Fred. La interpretación de los dos protagonistas es adecuda y convincente. La dirección hace gala de discreción y habilidad para el musical.

Película de cierrre de la carrera de una de las parejas más estables y más relevantes del cine musical. Entretenida e interresante.

Después de 10 años sin actuar juntos, la química en pantalla entre Fred Astaire y Ginger Rogers estaba intacta. Una vez más Ginger demuestra por qué fué la pareja más recordada de Fred. Ella sabía que cuando empezaba el baile no terminaba la actuación. Así, en todos los números musicales se nota la compenetración que tiene con su personaje. Noto en esta última entrega una gran madurez actoral en ambos desde que 16 años antes se emparejaran por primera vez de manera casual (providencial) en "Flying down to rio". Incluso considero que si no tiene números musicales tan brillantes como en "Top hat" y "Swing time" la parte de comedia romántica y los diálogos de Comden y Green (los mismos de "Singin' in the rain") son más divertidos que en aquellas dos y la trama resulta aún más entretenida. Es la única película que la pareja hizo para la MGM y la mano del rey del musical (el productor Arthur Freed) se nota: así, son excelentes el número en el cual con un ritmo cansino bailan vestidos de escoceses; el solo de Fred con los zapatos voladores; la pegadiza "They can't take that away from me" de George e Ira Gershwin; y los dos números en que Oscar Levant demuestra su virtuosismo en el piano, sobre todo cuando interpreta a Tchaikovsky. Por el lado del director, Charles Walters dirige con mano firme y combina perfectamente los números de comedia con los musicales. En el futuro nos daría las excelentes "Lili" (1953) y "High Society" (1956). Cuesta pensar que fué la despedida porque lo seguían haciendo de manera excelente, pero queda la satisfacción de comprobar que dejaron de actuar juntos estando en su mejor forma y no porque hubieran realizado una mala película.

Siempre es interesante ver una película de Ginger Rogers y Fred Astaire, pero en este caso mucho más ver a los dos en technicolor. El contemplar este film parece como un homenaje a la larga historia conjunta cinematográfica de estos actores bailarines que marcaron una época, y que tocaba a su fin.
Los números musicales, incluidos los de piano de Oscar Levant, es lo más resultante de este film, pues el argumento no tiene más que el atractivo de poder ver, una vez más juntos a estos dos clásicos del cine musical Hollywoodense.
El doblaje de 1972 de la versión española del DVD no es de los más acertados, por lo cual es recomendable la versión original en inglés.

José Antonio ZG

Comedia musical con tintes casi biográficos. Un matrimonio pareja de baile (Astaire y Rogers) rompe su relación profesional y casi sentimental, al decidir ella abandonar el baile por la interpretación drmática, finalmente el destino los volverá a unir.
En la vida real, Ginger Rogers, abandonó los musicales por la interpretación dramática, por lo que la pareja Astaire/Rogers se disolvió. Finalmente volvió junto a Fred( muy acertado el título español) para interpretar en esta película el papel destinado a Judy Garland, que no pudo asumir, debido a enfermedad.
Musical que se ve con agrado. A destacar la siempre peculiar presencia de Oscar Levant

La estructura del argumento guion es bastante básica y de deriva la mar de convencional, un leve sostén o forzada percha para colocar los distintos números musicales, las interpretaciones de ellos son las más o menos típicas de la comedia y la película en general es elegante, ordenada, agradecida, acogedora, simplona, previsible, un tanto fría y estirada, tan superficial y agradable como vacía y bonita, peripuesta.
Es evidente que ellos cantan bien y bailan mucho mejor, muy buenos en lo suyo, pero no sé, en esta ocasión el conjunto, el toma y daca, el tiki taka, la alternancia o corte constante entre un aspecto y otro, el parado y el más movido, el clásico narrativo y el punto de fuga, da un poco la sensación de ortopédico, de que uno parece que se va a Boston y el otro a California y que la historia es una pobre excusa que queda relegada/rebajada en/a una esquina, espera, mientras que la apuesta fuerte es la otra, el musical en sí y para sí, pero bueno, paparruchas, pamplinas, matices de abuela, es más o menos lo de siempre, solo que no tan afortunado como en otras ocasiones, la mezcla teatral cantada y bailada tan lustrosa, algo latosa y encantadora y previsible que nos pirra con locura.
Al principio cuesta algo más, después la máquina se engrasa y va sola, viento en popa a toda vela hasta un final perfecto en su mediocre y única posibilidad, no hay otra dramática propuesta...