Una ventana al mar

A María le diagnostican una grave enfermedad. A pesar de ello, decide hacer un viaje a Grecia con sus dos mejores amigas, donde descubrirá la isla de Nisyros, un pequeño remanso de paz y calma donde vuelve a sentir las ganas de vivir. Allí conoce a Stefanos e, inesperadamente, se enamora.

Miguel Ángel Jiménez (‘Ori‘, ‘Chaika‘) dirige una historia valiente por su tema, pero sencilla en su desarrollo. Tan sencilla que parece una guía de viaje de Grecia, llegando a tener partes muy aburridas. El director arriesga con unos enfoques de cámara bastante peculiares, unos planos muy raros, pero no logro entender qué quiere transmitir.

Emma Suárez interpreta a María, siendo lo más destacable de la cinta, tanto su actuación como el personaje. El resto de actores no llegan al aprobado, y sus personajes son bastante planos, exceptuando a Stefanos (Akilas Karafisis). Hay que señalar que la película gira en torno a María y Stefanos, y el resto de personajes no necesitan aportar demasiado. Básicamente es una historia de cómo aceptar las malas noticias y aprovechar el tiempo con lo que realmente eres feliz.

La ambientación de la película es increíble. Pasa de un Bilbao bastante gris a unos paisajes paradisíacos en las islas griegas. Creo que todo el mundo querrá viajar a Nisyros tras acabar la película. La banda sonora es muy escasa, dejando que las olas del mar sean el sonido imperante durante casi todo el metraje.

En resumen, nos encontramos con una película sencilla pero emotiva, recomendable para amantes de los viajes por el mediterráneo.

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Estrenada en San Sebastián Una ventana al mar es una poderosa y esperanzadora historia sobre la última determinación de encarar el fin de la existencia terrenal. Con ella, entramos en el universo de la esperanza del ser humano (en este caso de una mujer) para disponer, eventualmente, de su tiempo vital tras una problemática insuperable.

En la mayor parte de su metraje, el film nos brinda las resoluciones de la protagonista (conocedora de su destino) frente a un tiempo incontrolable. Con un fondo ambiental apropiado al tema en sí, la película ofrece la ocasión para analizar la sensibilidad de un ser humano y sus necesidades, ante un pasaje crucial de su existencia.

Con esta trama, Miguel Ángel Jiménez deslinda una decisión en la que la comunicación con seres próximos puede paliar ciertos momentos estructurales de sus congéneres. Una supervivencia en el justo trance en que todas las barreras pueden, de alguna forma, desmoronarse y solo queda la esperanza en otros objetivos, en los que el espíritu adquiere importancia anímica.

Una vez más, Emma Suárez, con auténtico dramatismo, recrea en su interpretación a un personaje rayando entre lo divino y lo humano. Pese al problema, la actriz desprende una credibilidad interpretativa de gran fuerza; todo un lenitivo para seres terrenales dubitativos, al vencer la cruda realidad con un hálito de esperanza donde el auténtico amor enternece dramáticos finales.

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Partiendo de una ambientación y fotografía muy cuidadas, se presenta esta historia... de finales y comienzos, donde se mezclan de manera poética, recursos narrativos y visuales, que de alguna manera, la alejan de lo conocido.

Emma Suárez, en su cómodo registro en el que lleva alojada desde hace mucho tiempo, utilizándolo sin arriesgar: El mismo papel de la misma forma.

Lo más atractivo de esta VENTANA AL MAR son sus cuidadas escenas, sobre las que se apoya el peso global del proyecto, que sin ser nada sobresaliente, entretiene por como nos llega e invade.

La nueva película de Miguel Ángel Jiménez cuenta con la participación de Emma Suárez como protagonista, algo que de partida le otorga un gran potencial de cara al público si se la compara con dos propuestas tan arriesgadas como Chaika (2012) y Ori (2009), ambas estrenadas en Nuevos Directores en el Festival de San Sebastián, y con La mina (2016), pobre acercamiento de Jiménez al cine de género. No se puede dudar del inmenso talento de este director después de ver el documental "Y en cada lenteja un dios" (2018), estrenado en Berlinale, y el corto "Kafenio Catello" (2018), seleccionado en el programa Kimuak. Sin embargo, pese a la belleza plástica de su nueva película, hay algo que no termina de cuajar. Hay maneras, hay gusto estético, hay discurso, sensibilidad y una puesta en escena meticulosa y admirable. No obstante, la película no termina de conmocionar. Uno la atraviesa de forma fría, distante, quizás demasiado cerebral, demasiado consciente de sí misma. De forma excesivamente técnica. Es ahí donde se echa de menos una mayor densidad, un mayor interés por seguir viendo, por querer descubrir qué ocurrirá con ese personaje bien interpretado por Emma Suárez.

Es, en cualquier caso, una película interesante. Es diferente y difícil de comparar con algún otro título vasco o estatal. Sólo por eso, merece la pena. Aconsejable.

Después de la fallida comedia del 2018 "Contigo no bicho" el director Miguel Angel Jimenez se pone tras la cámara para contarnos una historia más sentimental y dramática. 

Emma Suarez interpreta a María una mujer de Bilbao de 55 años que le acaban de dar una mala noticia, tiene un cáncer de colon terminal, antes de ingresar en un hospital para recibir la quimioterapia, decide emprender un viaje que ya tenía contratado con sus dos mejores amigas a Grecia. Allí se escapan a una pequeña isla donde conocerá a un hombre del cual se enamorara.

Después de conocer la paradisiaca isla de Nisyros y a Stefanos decide quedarse. Pero su hijo desde el país vasco insiste en que regrese para comenzar el tratamiento médico.

El Bilbao gris y lluvioso contrastará con el azul y blanco de las islas griegas, algo que hace que nuestra protagonista salga un poco de la cruda realidad en la que se encuentra. Un papel que parece escrito a medida para la gran Emma Suárez que prácticamente se come la película. En el reparto también aparecen algunos nombres menos conocidos, pero tengo que decir que algunos actores secundarios flojean mucho en sus interpretaciones. 

Está bien tratado un asunto tan delicado cono es la cercana muerte por una grave enfermedad y el intento de pasar el poco tiempo que te queda de la mejor manera posible. Todos nos hemos planteado esa pregunta de que es lo ultimo que harías. Pero el guion da un halo de esperanza y no se regodea en la tristeza o la lagrima fácil.

Muy bien fotografiada la luz de Grecia, que consigue muy bien que quieras ir a conocer esos maravillosos paisajes. Un film sencillo y delicado que me ha dejado un buen poso. 
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