Ca$h (Cash)

El riesgo, eso el dinero lo puede comprar. Porque para que Cash mande durante todo su visionado un mensaje tan transgresor y negativo de la raza humana, incluyendo temas como el racismo, la xenofobia post 11-s, la discriminación hacia los judíos y otra gama de aristas similares que agudizando un poco la visión solo sirven para volver un chicle su mensaje aparentemente universal...en fin, para que luego de toda esa demostración de "malas maneras políticas" se termine de manera tan conformista y autocomplaciente resulta poco menos que sobrador.

Es una cinta sobradora, su música inicial ya es su principal síntoma: el chantaje. Y hace luego del chantaje el tema principal de la trama, aludiendo a una universalidad que se codea con la especificidad narrativa: no sabemos hasta que punto la peli pretende denunciar y hasta donde se ha enamorado de su propio argumento. O bien la ambición humana, o bien que hará luego este trío heterogéneo para salir del trance del momento. Al respecto de los tres...hay una buena caracterización de los personajes, siendo muy singular las dos tazas de café que señalan dos caminos y naturalezas distintas de acuerdo a su color (el espectador sabrá de que hablo). Sean Bean, todo el tiempo busca hacerse ver, hasta tiene un doble papel: esta harto de que no lo tomen como un actor en serio. Como Boromir me fascinó, el resto de su filmografía anduvo agarrado con pinzas.
La "Profeta", junto con Hemsworth hacen una pareja un tanto dispareja que intenta sobrellevar lo mejor posible esa tendencia del guión a caminar por las cornisas de la verosimilitud.

Socarrona, con un vuelco siniestro y dramático en su tramo final y con un desenlace irrisorio, Cash es como ese auto que regala dinero. Habrá que comprobar la legitimidad de los billetes que ofrece.

Sam y su esposa son un matrimonio joven, apurado por las deudas que pelean con el banco para que no les quiten la casa. Un día tienen un golpe de fortuna y, literalmente, les llueve del cielo más dinero del que podrían gastar… lo que les hace soñar con llevar la vida que siempre han querido. El sueño toca a su fin cuando se presenta a su puerta un mafioso reclamando “su” dinero.

Vista en su globalidad, “Cash” es una película superficial que entretiene por su endiablado ritmo. Alegre y con desparpajo, al principio, siniestra y desalmada al final... pero entretenida en todo momento ya que está narrada ágilmente, sin artificios, con mucha naturalidad, sin psicologías: los personajes hacen lo que hacen, todo está muy claro y a partir de ahí nos caen mejor unos, otros o todos según aprobemos o desaprobemos sus conductas. Es muy fácil de seguir y de involucrarse en una historia que, al contrario de ciertas corrientes actuales, no invita al espectador a reflexionar, tomar partido y profundizar en la propuesta… sino simplemente asistir de espectador, ver lo que hacen los actores, mantenerles intrigados a ver como termina (ver aunque sólo sea para ver si Sean Bean, ese spolier con patas que muere siempre, mantiene la racha) y pasar a otra cosa.

Cash es algo más que una película sobre bolsas de dinero y atracos a bancos. Su guion rezuma mediocridad y pisa senderos ya por todos conocidos. Pero hay algo más en este film que delata la ambición del director por enseñar al espectador qué hay detrás de una bolsa de dinero o de un banco.
Cine político, creo yo. Ficcionaliza los asuntos que aparecen en las páginas de política de los diarios. Critica: el dinero, la sociedad, las hipotecas, las armas, el mal gusto, el despilfarro, el consumismo, el desconocimiento de uno mismo, los medios…en fin: la sociedad y su entorno. Cae en numerosos juicios de valor un tanto irritantes, debido a su cruda sinceridad, pero, es necesaria una buena bofetada ética para despertar de un largo letargo moral, no? ¿O es suficiente una crisis periódica?
Tiene un fondo filosófico, que a través de la crítica, y el bombardeo a los cimientos que conforman nuestra sociedad hace que te plantees la esencia de la misma.
Me atrevo a decir que se asemeja, en parte, a Trainspotting, la cual habla sobre una vida paralela al consumismo y la felicidad material. Tiene el mismo cáliz filosófico pero aplicado con más realismo y cinismo a una sociedad que tal vez tenga que plantearse un cambio de valores. Comenzando por verse a sí misma, tal cual es.

Una película novedosa en todo su género, Cash da un giro inesperado a lo común, una película más financiera que nada donde cualquiera preferiría gastar una cantidad de dinero venida del cielo que entregarlo a las autoridades, y más con estos tiempos que corren; lo extraño es el perfil del presidiario y de su hermano, donde aquél que está entre rejas es más conformista incluso aparentando lo contrario que el otro.
Nos dice este largometraje en cierto modo lo corrompida que está la sociedad, donde cualquiera es capaz de hacer todo lo posible por recuperar lo suyo, llegando en este caso a sobrepasar el límite por el bien del antagonista, un estereotipo inexistente pues este es en cierto modo pacífico y actúa con cautela, llegando sólo a usar la violencia ante casos que perjudican seriamente a su persona, donde no quedará en vano todo lo que hizo su hermano.
La conclusión es elemental: se es capaz de hacer cualquier cosa tal sea por dinero.

"Cash" tiene su mayor baza en su interesante planteamiento: una joven pareja con ciertos problemas económicos se encuentra con una sorpresa inesperada en forma de maletín lleno de billetes. Les ha caído del cielo un montón de dinero que no dudan en intentar gastarse con la mayor velocidad posible. No cuentan con qué ese dinero pertenece a alguien. Y ese alguien, por desgracia, es muy peligroso.

Con esta peculiar premisa y con un Sean Bean en plan estelar en su proceso de recuperación del dinero perdido, "Cash" destaca por su frescura y originalidad creando una atmósfera cercana al surrealismo. Esa inventiva y capacidad de sorprender gracias a su innovador argumento tiene la difícil papeleta de mantener la tensión generada hasta el final. Desgraciadamente se queda en el intento.

La resolución de la historia deja mucho que desear y se convierte en el único punto negro de una más que aceptable película que malgastó todos sus recursos en una primera hora y cuarto totalmente recomendable. Desgraciadamente los últimos 15 minutos merecen otra clase de calificativo.

LO MEJOR: Sean Bean y la originalidad de la trama.

LO PEOR: Su precipitado y discreto final. Momentos puntuales en las interpretaciones de la joven pareja protagonista (Hemsworth y Profeta) en las que parecen tomarse a cachondeo una situación que puede ser calificada de todo menos de graciosa.