Nube de sangre

Nube de sangre está dedicada a ese personaje que vota las pelis sin verlas y las puntúa con un 5 y 6, según quién sea el director, ese personaje que no le gusta el amor y le mola que le miren, le diría que no desespere en el amor y que se ponga una gorra más grande. Sobre Nube de sangre te la recomiendo que la veas ya que solo serán 93 minutos, claro que en 93 minutos te da para muchas cosas más. Para dicho personaje el señor Mark Robson y su peli se merecen un 5.
Y darle las gracias a otros personajes parecidos que hacen que una gran película como Nube de sangre y muchas otras parecidas-suerte el cine no es solo Hitch-tengan unas votaciones tan pobres. Yo por suerte mis miras en el cine van más allá.
Sobre la peli no veo por ningún lado la influencia de Hitchcock en Nube de sangre que dice cierto crítico, ya que si es por el cura es anterior a Yo confieso y no es una película de falsos culpables, y sobre la fatalidad del destino si podría ser Languiana, cosa que sería impensable en el cine del inglés porque su fatalidad es cosa de risa.
Nube de sangre es una gran película sobre la condición humana y la mejor interpretación del limitado Farley Granger. Los que quieran más datos que esperen a los de siempre que están recopilando datos del imdb y enciclopedias que pongan la recaudación de la peli.

Asombrosa y magnífica película del casi siempre brillante Mark Robson ("El ídolo de barro" 1949, "Desde la terraza" 1960, "El premio" 1963). Que quede claro que la cinta es digna de un exhaustivo ensayo y que nunca le podrán hacer justicia unas cuantas líneas mal hilvanadas. Como tampoco se trata de escribir aquí el "Quijote", uno hace lo que puede.
Lo primero que llama la atención en "Nube de sangre" (nefasto su título en español) es la sordidez de escenarios y protagonistas. Todo está manchado. La sordidez va de la mano del odio, por lo tanto, hay violencia. Se odia porque se tiene miedo a algo o a alguien. Todos los personajes de "Nube de sangre" están llenos de miedo. Menos el padre Roth. El siguiente aspecto a tener en cuenta es el absoluto dominio de la cámara por parte de Robson. Planos magníficos recogiendo cada pequeño detalle, sirviéndose de una excelente fotografía en blanco y negro. El fantasmagórico ambiente que crea Robson engancha al espectador y la excelsa interpretación de Farley Granger hace que también nosotros caminemos al filo de la fatalidad (su título en inglés).
Finalmente, el espectador se ve envuelto en un intenso y dramático guión lleno de diálogos duros,amargos y desesperados, tan ajenos a nuestras circunstancias actuales como cercanos y lacerantes para nuestras conciencias. Porque el odio, el amor, el rencor y el perdón, formarán siempre parte de hombres y mujeres. Entre tanto odio y desesperación se eleva la voz del padre Roth "Fue Norman quien me acercó más a Dios". Sí, era un gran pecador al que le fueron negadas unas palabras de consuelo en el momento preciso. Sólo quería un entierro decente para su madre. Y el padre Roth, primero le pide perdón, y luego le perdona. Maravillosa lección de amor.

Todavía estoy con el corazón encogido después de haber visto este film.
Una película que indaga en el alma humana y explora la infinita angustia de un ser perdido en la culpa, la ira y la soledad.
Está catalogada como cine negro pero es mucho más que eso. Es un viaje a los demonios interiores de un pobre muchacho adolescente que grita en silencio y nadie le escucha y, en su rabia, mata a un cura porque no ha sabido comprenderle.
No sé cómo hablar de esta película. No es fácil. Un niño, ante el dolor, necesita culpables. También los adultos. Y los busca en sí mismo o en los demás. Y así se inicia un camino de destrucción y desesperación.
Es una peli angustiosa. Muy angustiosa. El personaje que interpreta Granger está increíblemente bien dibujado. Pero el padre Roth ( Dana Andrews) comprende. Él sí comprende. Y muchas veces tan sólo necesitamos eso. Nada más. En cuanto alguien nos comprende dejamos de estar solos y comenzamos a ver la luz.
No es nada usual este tipo de cintas en el cine americano. Lo cierto es que me ha dejado noqueado. Y cuando conseguimos perdonar ! Dioss! ! Qué liberación!.
Aviso. Hay que estar con el ánimo preparado para verla. Es dolorosa, muy dolorosa.

Resulta extraño que en las innumerables listas de las diez (o las cien) mejores películas católicas, o de cine religioso en general, nunca figura ésta, que no sólo es una obra de incuestionable calidad sino que es un ejemplo perfecto de lo que hoy se llama "cine con valores". Diré que tan perfecto el ejemplo, que acaso resida ahí la causa de su postergación. El bien está presentado de un modo demasiado nítido, por no decir obvio, para el espectador, y eso hoy cotiza muy poco. Es una película con mensaje moralizante que pueda pasar por rancia.
Sin embargo, esta lejos de ser una película rancia. Todo en ella es cine de alto nivel, arte imperecedero: formalmente irreprochable, la historia que cuenta -mitad cine negro y mitad cine de curas- no desfallece nunca y las interpretaciones tanto de los principales como de los secundarios son óptimas, aunque para mí lo mejor es "lo accesorio", la atmósfera, el ambiente social de esa gran ciudad americano en los años inmediatos a la Segunda Guerra Mundial, de sordidez y penuria económica, retratado con magistralmente por Robson
En fin, para acreditar que ésta es una gran película bastará con decir que hasta Carlos Aguilar, ese odiador obsesivo de todo lo que suene a cine católico, la pone bien...

Interesante cinta, modelo y reflejo de un cine que me gusta mucho, quizá el que más me gusta, clásico, negro, con uno de mis actores favoritos, Dana Andrews en un papel que no le había visto nunca, de sacerdote.
Los dramas morales y los debates éticos siempre han sido difíciles de tratar en el cine, que es un medio expresivo que favorece las emociones más epidérmicas. Pero en esta época hay muchas cintas que abordan bien este tipo de cuestiones, siempre difíciles y no de las más fáciles de interpretar.
Metraje civilizado, guión previsible pero de entidad y sonido magnífico. Da gusto ver películas con esta calidad, tanto formal como sustancial, a pesar de que han pasado por ellas sesenta y seis años, que no son pocos.