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El tiempo de los amantes

Romance. Drama En un viaje en tren, dos desconocidos se miran y sus vidas cambian. Ella es Alix, una actriz francesa que va a París a hacer un casting. Él es Doug, un enigmático irlandés, profesor de literatura en Londres, que va al funeral de una amiga. El azar y la atracción son los ingredientes perfectos para una excitante aventura.
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
29 de noviembre de 2014
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué sorpresa la mía! Estas películas de las que no esperas nada... De hecho, todo lo contrario, esperas mucho y mal.

Así fue, con estas expectativas negativas, como se senté en mi butaca a las 11:30 de una sesión matinal. Y, ¡qué sorpresa la mía!

Alix Aubane (Emmanuele Devos) es una actriz que ronda los cuarenta y que se encuentra en crisis emocional, laboral, económica y de pareja. No valoran su trabajo, ni le compensan económicamente. Necesita a su pareja pero él actúa como un contestador automático en el que solo puedes dejar un mensaje sin recibir respuesta.

Y, ¡qué sorpresa la suya! Dos miradas cruzándose en el vagón de un tren, la de un hombre y una mujer, intentando no ser descubiertos el uno por el otro. La otra mirada corresponde a Doug (Gabriel Byrne), un hombre atractivo de mediana edad desolado por una pérdida muy cercana.

La película es bonita, delicada, tierna, furtiva, dolorosa a la par que triste y divertida. En general, El tiempo de los amantes es un film no muy bien valorado, eso sí me sorprende.

Miradas, encuentros, amor, deseo, París... Ingredientes perfectos para hacer una película de mierda, pero... ¡qué sorpresa la mía! guión correcto el de Jerome, con una dirección muy notable y cuidada.

Al final, en una escala de vergüenza, algunos podremos decir que nos ha gustado esta peli.

VVOO – Cine Indie vs. Mainstream
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Maxcanu
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20 de enero de 2015
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alix (Emmanuelle Devos), es una actriz de unos cuarenta años que malvive de su profesión; tiene una pareja fantasma con la que apenas consigue comunicar. En un viaje a París para presentarse a una prueba conoce en el tren a un profesor que ha acudido a la capital para un entierro. El encuentro entre dos soledades parece inevitable.

No es un argumento original, ciertamente (extraña conoce a un extraño y tienen una aventura). De hecho, una de las mejores películas en este sentido: Intimidad (Patrice Chéreau, 2011). Pero en esta película la historia funciona, sobre todo por la actuación de los dos. Esos ojazos de Emmanuelle Devos…

Escena curiosa, sencilla e inquietante: cuando Alix sube al hotel y busca la habitación, entre la duda, el miedo, las ganas y el deseo.

Y la escena de Alix con la hermana, en la que la tensión sube hasta la bofetada final…
El film también retrata París, esa ciudad bella, estresante y vibrante a la vez, en esta tarde de 21 de junio, la Fiesta de la Música en todas las calles…

La atracción, ternura, deseo van tejiéndose poco a poco en las escasas horas que pasan juntos.
“I really have to go”, repite ella. Y uno se pregunta: ¿por qué? ¿Cómo es posible que prefiera su vida que roza la mediocridad, en vez de una historia fresca y plena?

Poco importa que se hable de la crisis mundial en la barra de un bar, con un insoportable bullicio alrededor; ella no presta atención, lo que quiere es no perderle de vista a él. Poco importa que de Ibsen se diga simplemente que se trata de un autor noruego muerto; lo que importa es el paseo de los dos por las calles de París, cogidos de la mano. Ese enlace que mucho más allá del deseo expresa la sed de juntarse con el otro.

Así es la historia de ellos. No buscan una aventura, no buscan sexo. Es un ser con hambre de otro ser… Se necesita poco más para que sus manos/destinos pueden quedar unidos para siempre.

Es la historia de un trampolín, ese momento en que nos encontramos al borde de la plataforma y de pronto sentimos el vértigo. Un pasito más y nos lanzamos al aire. O retrocedemos en busca de tierra firme.

Un desenlace rápido, en el andén de un tren a punto de salir… ¿hacia dónde?

Con fondo musical de Vivaldi y Mozart… Un film delicado, sencillo y cercano.
Francesca
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23 de noviembre de 2014
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia que nos cuentan daba para una buena película, pero no ha habido suerte.
El planteamiento inicial es absurdo y no mejora: es difícil encontrar una actitud o una situación creíble en toda la película.
Además, los diálogos son pretenciosos y casi siempre fuera de contexto. Por otra parte, el protagonista parece enfermo de flema británica en fase terminal, y la protagonista se comporta -culpa del guión, no de la actriz - como una trastornada de esas que dan miedo. Y para colmo, no hay conexión física entre ellos; no se dan, por ejemplo, un solo beso que parezca auténtico, más bien da la sensación de que él está esperando terminar, para enjuagarse la boca con un desinfectante y tomarse un té.
La banda sonora, con ínfulas de original, hace juego con lo anterior.
En fin, un chasco.
Becerreo
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1 de abril de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin querer invocar el nombre de David Lean en vano, se me ocurre pertinente el título de mi crítica, no solo por el contenido, en parte común, de esta breve historia de amor, sino porque la calidad de la misma permite no convierte en sacrílega la comparación.

"El tiempo de los amantes" es una arrebatadora, hiperomántica y existencial historia de amor, tan breve como importante, tan intensa como abrupta, en un momento que parece decisivo en la vida de dos personas. Dos seres humanos que sin conocerse se abren el uno al otro con el tiempo como enemigo, que les marca el límite de su existencia juntos, pero de un nuevo porvenir por separado.

La historia, que a priori podría pecar de cierto inverosimilitud, se hace creíble con la portentosa y llena de matices, interpretación de Emmanuelle Devos y Gabriel Byrne, como dos desconocidos, a la deriva, que se encuentran y se utilizan como una bómbona de oxígeno que les ayude a salir a la superficie.

Una pena la escasa repercusión de una de las mejores historias de amor que ha reflejado el cine en los últimos años. Absolutamente recomendable.
zymu
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18 de noviembre de 2014
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que los ojos son el espejo del alma, y tal vez por eso los cruces de miradas siempre han sido tan magnificados por cine, literatura y arte, por el hecho de que, por un momento, quizá hagamos realidad la ilusión de ver el interior de otra persona simplemente por el hecho de mirarla a los ojos y que este acto sea recíproco.
El tiempo de los amantes no es una película que parezca querer salir de los estándares clásicos: pretende, ni más ni menos, que contar una historia de amor que comienza con un simple cruce de miradas de dos desconocidos en un tren. Emmanuelle Devos, actriz bohemia entrada en años, y Gabriel Byrne, profesor de literatura afincado en Gran Bretaña, son los encargados de poner cara a este cuento pseudo romántico en( sorpresa) París. Eso sí, la capital francesa tendrá una marcada connotación negativa.
Y es que a pesar de ser de allí, el personaje de Devos está en Calais representando La Dama del Mar (de hecho durante los créditos iniciales habrá un pequeño homenaje a Ibsen) pero tiene que viajar a París para hacer una audición. En el tren desde Calais será donde cruce miradas con un Gabriel Byrne, que intenta acercarse a ella preguntándola por una dirección. A todo esto, Devos está emparejada, pero su trabajo hace que su relación sea a distancia y que coincida poco con su novio. Una vez hecha la audición, le quedan horas que gastar en París y decide tratar de encontrar de nuevo a ese desconocido, a ver que ocultaba tras sus ojos.
Decía que París, en esta ocasión, tiene una marcada connotación negativa, y es que pese a querer hacer una fábula sobre el amor a primera vista, lo que le ha terminado por salir a Jérome Bonnell es una parábola sobre el ritmo de vida de la gran ciudad: decisiones rápidas, carreras por el asfalto, personas presurosas y amor instántaneo. La mayor parte del metraje el único interés que hay es ver la gran interpretación de Emmanuelle Devos de la mujer estresada, correteando sin parar por las calles parisinas de un lado a otro como pollo sin cabeza.
Ella es la protagonista absoluta del film, y eso que su personaje contiene todas las extravagancias de la historia, cosa que se usa como técnica para alargar un poco la cinta: entre el principio y el fin de la historia transcurren más o menos diez horas. Habrá incluso a quien se le haga más largo.
Por su parte, Gabriel Byrne permanece en un segundo plano, mustio, hierático, sin mucho que decir. Tampoco da tiempo a que se le caracterice plenamente. Quizá eso forme parte del encanto para los amantes de la aventura.
A cambio, Bonnell ofrece un puñado de secundarios capaces de sacar las carcajadas del públicos en sus escasas apariciones gracias a ese humor galo tan peculiar, especialmente el erudito Gilles Privat que hará de Rodolphe. Lo único malo es que el propio sentido de la cinta hace que estos personajes sean tangenciales a la historia, por lo que no podemos disfrutar mucho más de ellos.
Este amor de diez horas resulta más anecdótico que otra cosa, una historia que puede resultar veraz, pero ni conmueve ni emociona ni perturba el alma y los sentidos. Ni el drama resulta potente ni la comedia es suficiente. Al final se queda a medio camino entre lo que pretende y lo que consigue, sin llegar a perdurar ni por un momento en la memoria del espectador una vez se levanta de su asiento para abandonar la sala.

Miguel de la Asunción
Crítica realizada para Cinemaldito.com
Of The Assumption
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