La ingenua explosiva

Transcurría perezosamente el año de 1965 con su apunte de crisis y de resuelta voluntad de transformación social, cuando una comedia original, directa, desenfadada y cargada de ricos matices quiso unirse a la fiesta general para aportar desinteresadamente su grano de arena.
Y trajo a las pantallas una historia cotidiana.

Una historia cotidiana del lejano oeste contada con envidiable lenguaje cinematográfico.

Lo malo es que que actualmente ya casi nadie la recuerda a pesar del oscarizado Lee Marvin.

También hay que reconocerr que el título con el que se presentó en las carteleras españolas no fue de los que invitan al éxito ni al recuerdo.

Hacía tiempo que quería ver esta película, pues me picaba la curiosidad ver la película por la que Lee Marvin había ganado un Oscar al mejor actor.

Y ciertamente, me llevé una grata sorpresa. No abunda en el género del western la comedia pura y dura, sin más pretensiones que la de hacer reír al público. Pero no es un humor burdo o simplón, si no más bien aquellas escenas que te dejan con la sonrisa en la cara, sin llegar quizás a carcajada pura.

Especial mención al arriba ya citado, Lee Marvin: es increíble ver lo genial que está en absolutamente todos los planos de la película, centrando toda la expectación de la acción. De hecho, al final la película gira en torno a su personaje, bien secundado por Jane Fonda y el resto de los actores.

En definitiva, sin ser un clásico del género, es otro punto de vista sobre las películas del Oeste. Y de vez en cuando se agradece.

Cuando hablamos de un western divertido en el que desde el primer al último fotograma y actor están bendecidos con ese toque único que convierte a una película en algo querido y apreciado por diferentes generaciones, no estamos hablando de “Sillas de montar calientes”, sino de esta adorable “Cat Ballou” justa (que digo justa, justísima) ganadora de 1 óscar a Lee Marvin (su silueta a caballo y su asimétrico galope es prácticamente un icono cultural) y de 12 nominaciones como 12 soles (parece que los efluvios pre 68 impregnaron a los miembros de la Academia de un sentido del humor acorde la época).
Absolutamente recomendable.

Debo aclarar antes de continuar que los westerns cómicos me producen sarpullido, grima y ardor de estómago, a pesar de que exista algún título estimulante, caso de Los hermanos Marx en el oeste. Durante décadas conseguí tener alejada Cat Ballou de mis pupilas, pues algún profundo instinto me aconsejaba que no lo hiciera, me susurraba que sería peor el remedio que la enfermedad. Pero esta semana las Mañanas de la 2 la proyectaron, y no supe ceder a la tentación. Me la podría haber ahorrado.
De entrada, a lo largo de la película va saliendo un dúo de mamelucos (Nat King Cole, poco antes de fenecer, y un tal Stubby Kaye) que, como en un romance de ciegos va desgranando la misma insulsa cancioncilla, pero cambiando de letra a medida que avanza la acción. Jane Fonda, mona ella, sexy ella, con sus escotitos y su canesú, es una virtuosa (jejejeje) virgen, recién estrenado su título de maestra, que acaba en el poblacho de su padre, al que unos malvados quieren desposeer de sus tierras. Como Jane es lista, además de lagartona, decide contratar a un pistolero para que les proteja. Aparece un borrachín, quien no podía ser otro que Lee Marvin, en una de las interpretaciones más penosas jamás contempladas por mis ojos (¡y encima le dieron el Oscar, amig@s!!! Los de la Academia también debían ir perjudicados), y se queda con el trabajo. A partir de ahí...
Cat Ballou gozó de un éxito monstruoso e incomprensible, aunque quizá debamos pensar que se avecinaba el ansia de desmitificar tan en boga en los años 60 y fue uno de los títulos que abrió camino. La música es clamorosamente mala, de un señor llamado Frank De Vol, experto en chorradas, aunque Robert Aldrich lo utilizó con frecuencia. El galán de turno, el insulso Michael Callan, resulta insufrible, y la única alegría procede, como ya he insinuado, de Jane y sus dientecitos delanteros. El director, Elliot Silverstein, se apuntó otro tanto clamoroso con Un hombre llamado Caballo, pero enseguida se precipitó hacia los infiernos de la televisión y desapareció del mapa, no sin antes dejarnos un fantastique interesante, Asesino invisible, sobre un coche siniestro, adelantándose en seis años al Christine de Stephen King.
Hay películas que envejecen mal, y otras que ya nacieron malparidas, con perdón. Cat Ballou es una de ellas.

Elliot Silverstein un director que sólo ha llevado al cine 6 largometrajes, consigue horrorizarnos con este bodrio. Cinco años más tarde inexplicablemente rodaría una película incansablemente mejor que ésta "Un hombre llamado caballo".

En ningún momento alcanza la película su propósito, ya que por lo menos a mi no llega a divertir nada, ninguna situación cómica donde yo soltara alguna carcajada que yo recuerde...
Fallido también el intento de revivir tópicos del oeste, cómo asaltar un tren...

En esta película tan horrenda sólo cabe mencionar el trabajo de un actor; Lee Marvin, ese año arrasó en todos los premios, ya que se llevó el Oscar a mejor actor, Globo de oro, BAFTA, Oso de plata de Berlín, Laurel de oro, NBR. Vamos, todo un éxito para su carrera, aunque sinceramente creo que otros papeles de Marvin serán mejor recordados.

Lo mejor; Lee Marvin sobre su caballo borracho y cruzado de piernas.