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The Eichmann Show (TV)

Drama Relato del juicio televisado del ex oficial nazi Adolf Eichmann que tuvo lugar en Jerusalén en el año 1961. Eichmann fue ahorcado en 1962 después de haber sido declarado culpable de crímenes contra la humanidad. Descrito como "el juicio del siglo”, este evento se mostró en la televisión de 37 países y fue la primera vez que el horror de los campos de concentración era relatado en directo por sus víctimas... "The Eichmann Show" es uno de ... [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
7 de junio de 2015
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos pueden presumir de hacer ficción histórica tan maravillosamente bien como hace la HBO o la BBC. Son auténticos maestros de convertir la historia en películas con ritmo, sentimiento y profundidad. Este "The Eichmann Show" es un buen ejemplo, una impecable película histórica maravillosamente interpretada, con mucho ritmo y un diseño de producción perfecto. El resto viene por si solo con la presentación de una especie de "making of" de la retransmisión del juicio al ex oficial nazi Adolf Eichmann. Martin Freeman y Anthony LaPaglia se comen al resto de actores desde la sobriedad interpretativa, no necesitan mas. ¿Quereis buena ficción histórica que sea además entretenida y os haga reflexionar? Entonces ved esta película, no es de primera división pero tampoco os defraudará.
El Criticón
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4 de junio de 2015
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película que muestra las dificultades en que se encuentra un productor y realizador de televisión para ofrecer en directo el juicio histórico que se celebró en Israel en 1961 contra el oficial del Tercer Reich Adolf Eichmann, uno de los máximos responsables de los campos de exterminio.
Si hace un par de años se pudo ver la misma historia desde la perspectiva de la periodista judía Hannah Arendt, que difundía sus artículos para Estados Unidos y que daría como fruto su libro "Un informe sobre la banalidad del mal", ahora toca el turno del productor de televisión que se encargó de organizar la retransmisión en directo del juicio y la difusión de resúmenes diarios que se enviaban a todo el mundo. Para realizarlo contrata a un director afectado en la lista negra de Hollywood. El resultado de su unión es un documento que forma parte de la historia de la televisión del siglo XX.
La historia en si sería el "Makin of" de ese juicio televisado. Si una perspectiva similar dio como resultado una obra notable en "Frost/Nixon" en esta ocasión sin llegar a la maestría en la dirección de Ron Howard, el resultado es igual de potente. Maneja con notable fluidez la parte documental, el archivo y una puesta en escena, aunque algo televisiva, bien resuelta.
Lo más destacable es la obsesión por parte de su protagonista, el realizador de televisión, por captar la humanidad de un inalterable "monstruo" de la historia.
waldeker
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10 de enero de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
He ahí el fallo. Ésta historia quedaría grandísima para un documental, pero aburrida como película. Hay pelis de juicios bastante buenas, pero porque hay giros, testigos sorpresa, ases en la manga de los abogados...Pero en un juicio donde todo es tan repetitivo, por mucha carga dramática que tenga, se hace demasiado monótono. Y más cuando el verdadero protagonista, ese monstruo llamado Adolf Eichmann, no da el más mínimo juego, pues siempre tiene la misma cara de persona fría durante todo el juicio.

Éste personaje debe haber sido una de las personas más insensibles de la historia. Y no solamente por lo que hizo, que también. Sino por no mostrar siquiera una pizca de remordimiento o compasión ante los terribles testimonios de las personas que vivieron las crueldades de tan diabólica persona.
ariakan
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27 de septiembre de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
159/14(20/09/15) Más que interesante telefilm de la BBC, un docudrama dirigido por Paul Andrew Williams con sugestivos ribetes de intensidad, con el sugerente fondo del juicio a uno de los Iconos del mal nazi, el oficial de las SS Adolf Eichmann, secuestrado por el Mossad en Buenos Aires, y llevado en secreto a Israel para ser juzgado. Este juicio se convirtió en un acontecimiento mundial, redoblado por el poder omnímodo de las imágenes, pues la cinta se centra en esta gente que hizo posible este juicio fuera uno de los eventos más importantes del SXX, es un homenaje al poder universal de la tele como guardián de la memoria histórica. Es una historia en que se nos habla de las varias formas que hay de afrontar un programa televisivo, por un lado el productor buscando audiencia y por otro el director que busca profundizar en la psique humana y no quedarse en la superficie, atractivo debate moral. La narración sale reforzada por una pareja protagonista maravillosa que logra opacar con su fuerza interpretativa al resto del elenco, asimismo goza de una puesta en escena notable.

Estamos en Jerusalén en 1961, el responsable de las deportaciones a los campos de exterminio nazis, Adfolf Eichmann, va a ser juzgado por crímenes contra la humanidad, un acontecimiento con resonancia planetaria que va a ser filmado y transmitido a 37 países. El productor de televisión encargado de trasladar estas imágenes a los hogares de millones de personas en todo el mundo es Milton Fruchtman (Martin Freeman), este contratas para dirigir las cámaras al realizador estadounidense Leo Hurwitz (Anthony LaPaglia), en esos momentos en la Lista Negra de Hollywood. Primero tendrán que salvar las dificultades impuestas por los jueces, y una vez comience el juicio chocaran las dos personalidades de Milton y Leo, el primero quería melodrama, y el segundo estaba obsesionado con sacar de Eichmann un gesto de arrepentimiento.

El guión es de Simon Block, dirigido con ritmo fluido, nunca se estanca, siempre te mantiene atento, expectante, sabiendo exprimir el jugo de lo que sucede, muestra el background de una retransmisión televisiva, de cómo las personas tras las cámaras tienen sus sentimientos, no son seres inertes que no les afecta lo que ven, sobre los problemas de la época para hacer llegar las grabaciones a los numerosos países que las reclamaban, sobre las ya por entonces perniciosas guerras de audiencias, donde la importancia de un acontecimiento se media por el público que era capaz de arrastrar a la tele, como si de una carrera se tratara estaban en el tartán catódico el susodicho juicio, el vuelo espacial del soviético Gagarin, y la Invasión de Playa Cochinos, en una torticera competición. El relato tiene su epicentro en el cruce de personalidades entre el productor y el director, personifican exponencialmente dos modos de hacer tele, el del primero busca la rentabilidad por medio de buscar medios sentimentaloides si es necesario, y por el otro el del segundo, que busca ahondar en la verdad, introspeccionarla sin amarrarse a lo predeterminado que les debe gustar a la audiencia. El productor busca la lágrima fácil en los testigos, sensibilizar con los trémulos relatos de estos, bucscando con ello la complicidad del telespectador, en el otro lado está el director, obsesionado con encontrar un rasgo mínimo de humanidad en el Mal (Eichmann). También es destacable el tributo a la tele como correa de transmisión y de arca para guardar y ofrecer los testimonios de la dura verdad, ello enmarcado en un periodo donde la televisión empezaba florecer como instrumento de información, el aparato era ya algo común en los hogares de medio mundo, las emisiones en directo comenzaban ser fundamental para diferenciarse del cine, y ofrecer algo cuasi-en vivo, transmisiones como esta cimentaron las bases de la TV.

La tara estaría en que su nudo resulta algo exiguo, el choque entre productor y realizador se siente algo artificial, manufacturado para tener algo que contar de lo que ocurre tras las cámaras, el reduccionismo a esta intrahistoria palidece ante el juicio que se emite, no se llega a lugar alguno con esta trama, sintiéndose algo impostada, interesante sí, pero impostada. Ejemplo de estas carencias son las subtramas familiares de los dos protagonistas, sin peso alguno, plúmbeas, metidas con calzador.

Martin Freeman borda con fuerte personalidad al productor, sabe imprimirle carácter y humanidad, el reflejo comercial de la tele hasta en las más morbosas circunstancias, muy buena la química que mantiene con LaPaglia. El propio Anthony LaPaglia resulta una carismática presencia, emite mundo interior, reflexividad, obsesión, intensidad, poseedor de una mirada profunda que maneja con su mesurado lenguaje gestual, muy bueno. Del resto del elenco destaco a Nicholas Woodeson, cámara del juicio, superviviente de la SHOAH, transmite el tormento y la angustia de los recuerdos que le acucian, notable.

La puesta en escena resulta buena con un notable trabajo en el diseño de producción de Grenville Horner (“Ali G”), con una encomiable labor en la recreación de la sala del juicio, rodándose en exteriores de Lituania y Malta, consiguiendo un gran realismo, potenciado por la cromática y luminosa fotografía de Carlos Catalán, reseñable asimismo es el hábil montaje de James Taylor, mezclando ficción con material de archivo del juicio, trasladándonos gran autenticidad, maximizando las emociones. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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25 de mayo de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La BBC realizó esta película en conmemoración a los 75 años de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz, y para ello realizó esta película histórico documental sobre el juicio más importante del pasado siglo, al criminal nazi que ideó y puso en práctica la denominada "solución final para el problema judío", donde exterminaron a más de seis millones de judíos por el simple hecho de serlo.

Adolf Eichmann, el tipo con el rostro impasible que no demostraba emoción alguna mientras los supervivientes del genocidio nazi del que él fue el máximo responsable, emitían por primera vez sus testimonios de unos hechos que avergonzaron al mundo, a los alemanes por ser los máximos culpables y al resto del mundo por no impedirlo, por darle prioridad a otros asuntos mientras era de público conocimiento el holocausto del pueblo hebreo en toda Europa. Hasta los propios judíos, hasta los supervivientes, se avergonzaban de contar lo que les ocurrió, corriendo un tupido velo interesado a todos los países participantes en la contienda. Una vergüenza más, una demostración de lo que el ser humano puede hacer a sus semejantes por razones espúreas.

La película trata del equipo que filmó el juicio que en 1961 se realizó en Palestina, tras capturarle en Argentina, a Adolf Eichmann, el monstruo nazi y que fue retransmitido a buena parte del mundo. Película histórico-documental con correctas actuaciones de Martin Freeman y Anthony LaPaglia, bien dirigida por Paul Andrew Williams para la BBC, con la calidad que caracteriza a la productora inglesa.

Recomendada a todos los hombres que tienen memoria, y a las nuevas generaciones que sepan lo que ocurrió para impedir que vuelva a producirse, y más ahora cuando las ultraderechas y los neo nazis pululan por todas las naciones de Europa buscando posicionarse de nuevo. Hay que erradicar a estos monstruos, para impedirles que lo vuelvan a hacer.

Un notable, 8.
andeltor
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