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Villa Amalia

Drama Cuando ve a Thomas besando a otra mujer, Ann una pianista de mediana edad, decide romper con el pasado y empezar una nueva vida, aunque se siente insegura respecto a lo que le espera. Con su música y la amistad de Georges, un amigo del pasado, emprende un viaje que la llevará a una isla, donde hay una mansión que se llama Villa Amalia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
3 de noviembre de 2009
25 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación de la novela de Pascal Quignard que no es más que el itinerario voluntario hacia la soledad que recorre Ann. La excusa para iniciar ese camino es lo de menos, en realidad no importa. Ann está mudando la piel, se desprende de ella.

Jacquot acompañará a una impecable Huppert en ese itinerario, detrás de ella, mostrando con la cámara lo que ella ve y siente. Abandonando por donde pasa todo lo que le sobra.

Es una huida, pero no huye de nada, simplemente toma otro camino, sólo se dirige hacia su soledad, con disonancias, sin pausa y firme. En Ischia encontrará su "choza" donde disfrutar de su soledad.

Todo gira en torno al poema "La solitude" de Antoine Girard de Saint-Amant (traducido por Katherine Philips) para el que Henry Purcell compondría "O Solitude", bella pieza cantada por Alfred Deller y que por sí sola nos explica lo que significa Villa Amalia.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Fray Luis de León.
Victoria
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17 de junio de 2010
19 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno acude a ver un filme de Isabelle Huppert, la gran dama del cine francés, ya sabe a lo que se enfrenta. La actriz sólo escoge aquellos papeles que parecen inspirados en su propia naturaleza. Papeles de mujer fría y lunática, tan aséptica en sentimientos como en expresividad, de una soledad prácticamente antisocial. Los directores parecen haber encontrado en su semblante el instrumento perfecto para expresar la extravagancia, prácticamente surrealista, que tanto admiran en el país vecino.

Villa Amalia, desde luego, no es la excepción. Si la sinopsis del filme nos hacía presagiar un posible cambio de registro en la interpretación de Huppert, finalmente la actriz ha vuelto a ponerse en la piel de una protagonista perturbada y desconcertante. Pero si en La pianista, con sus mutilaciones de clítoris, o en Ma mère, con las explícitas relaciones sexuales entre madre e hijo, lograba provocar transgresión o rechazo en función del espectador, en esta última propuesta tan sólo consigue algo mucho menos cotizado, la indiferencia.

Todos hemos abrazado alguna vez la idea de un cambio radical de vida, de un giro drástico de nuestro rumbo, por ejemplo después de un desengaño amoroso como el que sufre la protagonista. Tras descubrir a su pareja besándose con otra, Ann decide enterrar su pasado de forma tajante, cortando los pocos lazos familiares que le quedan y borrando todo rastro de su anterior vida. Chamuscados en un barril quedan los recuerdos fotográficos y las partituras de su prometedora carrera como música. La Villa Amalia que da nombre al filme es pues el refugio apartado del mundo donde Ann encontrará lo que anda buscando, soledad e incomunicación.

Toda esta sarta de tópicos, que podría funcionar en pantalla, queda deslucida por un guión indefinido, que por momentos hasta parece improvisado, a pesar de basarse en una novela de Pascal Quignard. La actitud de Ann, que busca descolocar al espectador, lo termina exasperando. El tránsito hacia ese anunciado cambio de vida se alarga demasiado, mientras que la estancia en Villa Amalia se reduce a escasos planos. El ritmo del filme, que se acelera y se ralentiza sin demasiado criterio, es tan inexplicable como las actuaciones de la protagonista, que ni siquiera en la piel de Huppert resultan creíbles.

Villa Amalia, sin embargo, es el típico filme francés que fomenta la división. Algunos encontrarán sus toques de humor, como las reacciones de los personajes ante las condolencias, como un ejemplo de inteligencia, mientras otros lo consideraremos un ejercicio repetitivo y forzado. Los mismos insistirán en la profunda reflexión sobre la soledad que constituye la película, mientras el resto saldremos del cine con la impresión de haber visto una historia tan vacía como pretenciosa. ¿Un filme inteligente o un filme encantado de conocerse? Cuestión de sincerarse con uno mismo.
polvidal
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5 de noviembre de 2010
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la película le sobra pretenciosidad y le falta sencillez. El viaje a la soledad de la protagonista (Huppert, siempre notable), funciona sólo precisamente cuando menos metafórica y visual se pone la directora. Esos planos fijos, esa mirada perdida, esa música de fondo, esa pretendida modernidad... El que suscribe, amante del cine francés, se pregunta qué hubiera hecho Rohmer con este argumento. Justo lo que le falta a Villa Amalia y lo que le sobra a raudales. La riqueza de la sencillez, de los diálogos, la honda simpleza, cine en estado de puro sin alardes de hueca modernidad. Los personajes secundarios, además, son muy poco interesantes, y hay momentos en que la película naufraga... Por ejemplo, funciona cuando Hupper habla con la señora de la isla, pero se pierde en el ridículo con surelación con la guapa italiana. Más momentos como el primero son los que le faltan al filme.
juanma goñi
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31 de mayo de 2011
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Villa Amalia es una de las películas más radicales del 2010. Es una historia tétrica, cruda, difícil, enigmática, oscurísima. El guión es esquivo y en el fondo muy sencillo: se narran los pasos de una pianista que, tras descubrir que su marido le es infiel, decide dejarlo todo. Y decimos todo, porque la película se dedica, se detiene y se delecta al retratar ese borrón y cuenta nueva por voluntad propia, ese abandono que sabe a autoreafirmación, a introspección personal, a búsqueda de un refugio propio que al final se materializa en forma de isla italiana.

Villa Amalia es como una Tres colores: azul al revés: si allí se buscaba una segunda oportunidad al empezar una nueva vida tras un accidente de tráfico y la pérdida del ser querido, aquí el marido es la figura que se pierde por voluntad (quizás porque ya se había perdido mucho antes), y la segunda oportunidad surge, paradójicamente, al abandonarlo todo, al destrozar la impostura burguesa que rodea a la Ann que interpreta como siempre una Isabelle Huppert fría y genial, bella y frágil, brusca y visceral.

Pero no se lleven a engaños: la película habla de la vida, esa que se descubre cuando, al vaciar nuestro dormitorio, las paredes sin muebles nos recuerdan los momentos vividos y las fotografías escondidas en los cajones nos devuelven aquello que sentimos. De la misma forma que Ann se despoja de todos sus lazos y pertenencias, el espectador debe dejarse llevar por las excentricidades de su protagonista. El viaje no es tan catártico como debería, y aún así Villa Amalia es ese oasis de buen cine que huele a Kieslowski por los cuatro costados, a historia de desesperaciones, desolaciones y naufragios emocionales. Un ejercicio interesante de silencios y músicas disonantes, una trama in extremis.

Ann ha sido una mujer fuerte, una artista con una vida interior muy rica ahogada por la rutina, las obligaciones, las convenciones. Ann es una suicida, una Karenina moderna, la heroina inusual que escribiría Virginia Woolf, James Joyce o D. H. Lawrence. El bienestar del personaje está por encima de la del espectador: ella quiere estar sola y la película adopta para sí un luto, un desamparo que nos encanta, algo parecido a la magia de un día con el cielo nublado. Una película para ver en horas melancólicas, en una sala oscura y sin compañía. Una película para los que defienden la diferencia, para aquellos que reivindiquen el derecho a cambiar de opinión, a estar tristes y no saber por qué.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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24 de diciembre de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La crítica aparece en el spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
otara
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