La diosa de fuego

El escritor H. Rider Haggard y sus obras de aventuras en África son, desgraciadamente, poco conocidas en la actualidad. Inventó, como nadie, un continente africano rebosante de misticismo, magia y misterio. Sus novelas eran un viaje iniciático muy victoriano. Su obra tiene dos grandes apoyos: Allan Quatermain, el de las Minas del rey Salomón, como la personificación del cazador blanco, y Ayesha, la que debe ser obedecida, protagonista de una tetralogía en la que coincidió con Quatermain.

La diosa de Fuego o She, es una versión muy particular de la primera novela sobre Ayesha. Rezuma el misterio del viaje al misterio que nos ofrecía otro clásico "Las minas del Rey Salomón", aunque no logra igualarlo y menos superarlo. Es esto, "La diosa de fuego" es un filme inferior al protagonizado por Stewart Granger, por cuanto ante las mismas situaciones, como el enfrentamiento a tribus salvajes, el peligro mortal, el resultado es ciertamente inferior. No obstante, es una agradable película de aventuras exóticas, con ese componente fantástico, que supone la historia de Ayesha y su relación con el antiguo Egipto, con la reencarnación y la inmortalidad. Y en eso sí que fascina más que "Las minas del Rey Salomón", reducidas a un cofre cutre en una cueva kárstica.

Dadle una oportunidad si os gusta el cine de aventuras más clásico y quizás obsoleto, pero el que veíamos con avidez en nuestra infancia.

Producida por la especialista en cine de terror, Hammer Films Productions, Robert Day dirige She, traducida como La diosa de fuego, film de aventuras ligeramente separado de los esquemas básicos del genero de horrores y pavores varios propio de la Hammer. De todos modos la presencia de Christopher Lee y de Peter Cushing presagian cierta conexión, la cual ciertamente existe pero muy leve y difuminada, todo hay que decirlo.

Estamos ante un film de aventuras a lo Indiana Jones, pero a años luz de distancia. Tres licenciados del ejercito con ganas de marcha deciden aventurarse en el desierto con la finalidad de efectuar el descubrimiento arqueológico del siglo, una ciudad con dos mil años de historia pero nunca descubierta por la civilización. Y como aquella pregunta del chiste ¿Pero... hay alguien más? pues si, hay alguien más, está She, ella, "la que debe ser obedecida", y ella es nada mas y nada menos que Ursula Andress, actriz cuyas limitaciones se reducen únicamente a sus capacidades artísticas pues de todo lo demás va sobrada.

La tal She, o La diosa de fuego ha sido pasada por la llama de la eterna juventud y se conserva francamente bien para sus dos milenios de edad. Dos mil años que, como en el tango, no son nada aunque se imite a Penélope esperando a aquel que se marchó porque era humano y la susodicha le pagó el transporte. Claro que aquí no hay bancos en el andén sino tronos y los vestidos de domingo se volvieron sugestivas gasas transparentes. Ah, y los abanicos los menean tradicionales esclavos generalmente negros.

El film empieza prometiendo. No son de esas promesas que te dejan "descolocao". Sabes que la cosa tiene sus fantasías increíbles, pero el cine con este tipo de argumentos consigue películas memorables. Lo que sucede es que hasta en lo increíble debe haber cierta lógica. Y la lógica se va perdiendo a lo largo de un desierto que más que de arena parece de ideas. Pongo el ejemplo de una tribu de oponentes beréberes, quintuplicando en número a nuestros expedicionarios, cuya consigna debía ser impedir a toda costa el avance del trío pero sin "tocarles un pelo" aún a costa de morir todos en el intento. Bueno, el espíritu de supervivencia al parecer no se lleva bien con el calor. Pues bien, de estas, unas cuantas y el interés decayendo que es gerundio.

Al parecer hay una versión de los 30 que promete. Las promesas de esta versión de Robert Day se las llevó el viento. No sé si el simún o el siroco, pero en cualquier caso bien llevadas están.

Esta película es un remake de un filme homónimo de 1935 y éste, a su vez, es una adaptación de una novela de H. Ridder Haggart. Quien haya visto ambas películas y/o haya leído la novela es libre de sacar sus propias conclusiones.
La película fue producida británica Hammer y dentro de su elenco actoral se incluye la célebre dupla hameriana Christopher Lee - Peter Cushing, aunque los roles protagónicos recaen en Úrsula Andress y John Richardson. El filme se enmarca dentro del género del cine fantástico, aunque también calza dentro del cine de aventuras.
Nos narra la historia de 3 aventureros que viajan al África árabe en busca de una ciudad legendaria. Uno de ellos viaja con la esperanza de un gran hallazgo arqueológico, otro viaja como un escudero y el tercero de ellos, llamado Leo Vincey, lo hace atraído por una muy atractiva y enigmática mujer llamada Ayesha, la que no muere, quien tiene 2000 años de antigüedad y está convencida de que Vincey es la reencarnación de Kalikatres, un hombre con el que, en el pasado ella tuvo un apasionado romance; entre ambos surge el amor. Sin embargo, este romance está lejos de ser el amor idílico de las telenovelas; Ayesha, si bien es muy hermosa, no es una musa angelical; a medida que transcurre el filme, el espectador sabe porque ella debe ser obedecida y además, se nos muestran las razones del fin del romance con Kalikatres. Todo ello nos revela la verdadera naturaleza de quién símplemente suele ser mencionada cómo "Ella".
En líneas generales es un filme que se merece la calificación de bueno; decir que es aceptable es desmerecerlo injustamente, mientras que catalogarlo cómo muy bueno es sobredimensionarlo (sin olvidar que en gustos no hay nada escrito, de modo que si alguien desea catalogarlo cómo fiasco u obra maestra, está en su derecho).
Ursula Andress demuestra que sus dotes actorales van más allá de su atractivo físico; Lee y Cushing imponen su oficio actoral; también es valorable la actuación de Bernard Cribbins cómo fiel escudero de Cushing.
Cómo bien filme hammeriano, no podía faltar una escena donde interactuasen las 2 grandes leyendas de la célebre productora: Lee y Cushing. Ambos tienen una escena afecuádamente insertada en el filme; si bien, podría oler a calzador, éste fue bien disimulado.
El final (que por razones obvias, no corresponde explicarlo con detalles) deja abierta la posibilidad de una segunda parte, la que se realizaría 3 años después, aunque con muy modestos resultados, lamentáblemente.

La mezcla de fantasía y terror como marca de Hammer Films siempre resultó apasionante; si a ello le añadimos esos colores brillantes y superlativos, con la sangre chisporroteando como un elemento vivo y maléfico, tendremos sin ningún género de dudas, películas apasionantes.

H.Rider Haggard fue el escritor de ese subgénero de los Mundos Perdidos, con obras como Las Minas del Rey Salomón y Ella, obra sobre la que se basa este filme. Nunca alcanzó a Julio Verne, a quien en cierto modo trató de emular.

She (1965) cuenta con tres versiones anteriores, un mediometraje original de 1911, una versión muda de 1925 y otra en Blanco y Negro de 1935, posteriormente coloreada, y bajo la producción de Merian C.Cooper, el director de King Kong (1933).

La propuesta existencial de la obra, léase la vida eterna, resulta atractiva y la búsqueda de dicha inmortalidad mediante un viaje de aventureros también. Sin embargo esta obra cinematográfica en sus diferentes versiones, nunca contó con el apoyo de los espectadores ni con la mano maestra que la convirtiera en un hit inolvidable dentro del cine. She está maldita a todas luces.

Ursula Andress, la peor actriz de la historia del cine, está bellísima, pero como siempre es tan inexpresiva como un canto rodado, la película pierde. Me gustaría imaginar a esa Reina inmortal interpretada por una actriz hermosa, de turgentes mamas, con una sonrisa electrizante y de maneras eróticas. Tal vez en este caso, esta película hubiera sentado cátedra.

Lee y Cushing están desdibujados, representando personajes que bien tratados en diálogos y profundidad le habrían otorgado empaque a la obra. Sin embargo quedan ahogados en la mediocridad que rige en toda la cinta. El guión es por encima de todo triste y lastimero de principio a fin, con situación auténticamente imposibles, ridículas e inconexas.

Una pena, porque Hammer, a pesar de merodear por la serie B, podía y debería haber ido más lejos con esta novela del casi olvidado Rider Haggard.