Santuario

Un impecable thriller es el que nos regala en su segundo largometraje el director Zachary Wigon bajo el guion de Micah Bloomberg. Es un thriller con tintes sexuales que tiene su gran fortaleza en la impecable química que nos ofrecen Margaret Qualley y Christopher Abbott quienes son capaces de sostener entre sus hombros un contundente juego de dar y recibir para transformarlo en un placer visual y emocional de primera.

La película funciona de maravilla gracias al contundente guion con el cual sostiene 96 minutos que pasan de manera rápida y contundente bajo el hipnótico juego de diálogos y acciones que ofrece la película en su totalidad. Con una inteligente dirección por parte de un director que hace méritos para tenerlo muy presente para futuros proyectos, tiene la astucia de manejar la cámara de forma que te sientas uno más de la tormenta de relación por la cual pasan sus dos protagonistas a eso le sumamos la intensidad interpretativa de su pareja protagonista lo que nos da como resultado tener una muy gratificante película que termina siendo una sorpresa absoluta que demuestra la inteligencia detrás de ella por parte de todos sus involucrados.

Es una película para adultos que se disfruta como tal, es una película llena de intenciones de todo tipo y que te invitan como espectador a disfrutarla como se debe con una mirada audaz y sarcástica de los deseos y las acciones o de las necesidades ocultas que tenemos todos en nuestra vida más íntima.

Una apuesta inquietante y adictiva que te sumerge en una tensión sexual evidente, pero que tiene la facultad de dejar todo lo sexual de lado y llevarte al deseo solo con diálogos y miradas que te envuelven en un deseo constante de saber como terminara todo lo que estamos viendo. Una película inteligente es lo que mejor describe a Sanctuary a la cual vale la pena darle una oportunidad y disfrutarla con todo lo positivo que tiene y también con los puntos más bajos que le podamos encontrar.

Una grata sorpresa que se gana un lugar entre lo más satisfactorio que llevamos de este 2023.

Después de darle vueltas no puedo hablar mucho de ella, o no quiero hablar mucho de ella sin revelar spoilers. Me doy por vencido. Les puedo decir que es una película corta para los estándares actuales con dos personajes en escena cuyo guion bien podría ser una obra de teatro en un escenario oscuro, con un sofá una cama; y aún así es muy buena. Margaret Qualley y Christopher Abbott, me parece, hacen un gran trabajo, sobre todo ella; sin menospreciar la fotografía y musicalización.

Algo independiente a la película, o no, pero parte de mi experiencia de verla. Esta enojado. Y pensé, "no la voy a disfrutar, ni le voy a poner atención". Eso me pasa a menudo, pospongo películas porque no me siento a gusto o con la mejor disposición para consumirlas. Pero el tiempo pasa y continuo postergando las cosas. Es horrible y es parte, me parece, de la depresión que padezco, pero me atrapó y, lo más importante, me hizo olvidar mi vida por una hora y media. Sí una película te distrae de tus problemas y resulta más interesante que tu dialogo interno, es una de las buenas.

Drama psicológico con solo dos actores y un escenario, tinglado que por momentos resulta algo escaso. El heredero de un imperio hotelero es un pringado que necesita de una dominatrix que le saque del embrollo de vida en que le ha metido nacer en una familia de ricos. No sabemos bien hasta que punto lo de ella es un papel ad hoc o tiene intenciones ocultas.

Desde el punto de vista meramente formal, y a pesar de una duración bastante ajustada, Sanctuary puede llegar a hacerse algo pesada con tanto diálogo, tan escaso elenco y una sola localización. Es de esas cintas que parecen guardar algo verdaderamente relevante en sus entrañas, y uno se remueve en el asiento esperando que le golpeen antes o después. Lo malo es que ese golpe nunca llega, realmente no hay nada especialmente turbio o perturbador que revelar; lo que pueda tildarse así es parte del propio desarrollo de la historia, y está lejos de ser traumatizante.

Estamos ante un relato retorcido, sí, pero nada que ver con Polanski o Hanecke, por ejemplo. No hay efectismos ni se busca una atmósfera malsana que nos haga sentir incómodos. Sólo un pobre diablo deprimido por tocarle la lotería, a más de uno le pondrá de los nervios la sola idea. La pareja protagonista lo borda, eso sí, en especial Margaret Qualley, que gana la partida con soltura en este duelo teatral. Porque ver esta película es como como ir al teatro. Veanla con esa mentalidad.

La pareja protagonista desprende una química oscura bastante extraña por la cual es muy fácil dejarte seducir en el juego que nos propone. Un film con una peculiaridad muy concreta, donde la sugestión opaca todo lo sexual, sexualizando los diálogos con una melancolía excelsa.
Los personajes sacan a florecer las inseguridades y deseos más ocultos asegurando la privacidad de unas personalidades ancladas en el futuro que llegará.
Una despedida informal arrasa toda la noche con ingenio y cierta acritud porque agasajar a la persona que crees adecuada puede ser un gran problema en esta ardua batalla.

¿Cómo es posible que esta pequeña joya haya obtenido tan poca repercusión? Y que tremendo hallar una película de la que esperabas nada y te lo entrega todo. Algo así me sucedió con Sanctuary, una que me encontré por casualidad y acabé gozándomela completa durante noventa minutos armados con cuidado, muy teatral en su propuesta, con tan solo dos protagonistas en escena y un argumento tan retorcido como fascinante que aborda tópicos como la sumisión y el control, con un elemento erótico siempre presente.

Armada en tres actos, la película es astuta y desafiante en todo su trayecto. Muestra la relación entre una profesional y un cliente, una dominatrix y un "hijito de papá" que se encuentra a punto de tomar control de una importante cadena de hoteles, heredada de su padre. Pero, ¿dónde termina la terapia y comienza lo real? En este camino, los giros serán constantes y los personajes se debatirán en un constante duelo de dominación. Ahí, el principal mérito de Sanctuary es el lograr mantenerte en vela todo el tiempo, al punto de llegar al cierre sin tener claro que de lo que estás viendo es real y que no, hasta donde llega el juego psicológico que han diseñado los protagonistas, y por cierto, quien tiene el control, quien manipula a quien.

La película es dinámica, de diálogos rápidos y centrados en la psicología de cada cual, las actuaciones son sólidas, sobre todo Sarah Margaret Qualley que está brillante en sus constantes cambios de ritmo y humor. En definitiva, una montaña rusa a la que vale la pena entregarse y gozar la experiencia. El resto en el spoiler...

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