Ojos asesinos

Larry Roberts (Albert Finney), un reputado cirujano plástico de Beverly Hills al que tres de sus últimas pacientes que eran tres bellas actrices de anuncios publicitarios han muerto en extrañas circunstancias, decide convertirse en detective e investigar que hay detrás de esas muertes al mismo tiempo que proteger a Cindy Fairmont (Susan Dey), una cuarta paciente que podría ser la siguiente en morir.
Durante la investigación, en la que debido a una serie de circunstancias se convierte en sospechoso de los crímenes a ojos del inspector Masters (Dorian Harewood), entabla contacto con el magnate John Reston (James Coburn) y su secuaz Jennifer Long (Leigh Taylor-Young), los cuales están desarrollando un programa informático para sustituir a los actores por algoritmos.
Elegante, a la par que farragoso y con bastantes lagunas de guion tecno thriller (parece ser que existe una versión con 15 minutos más que sin convertirla en ninguna joya explica un poco más las cosas), con un cierto deja vu al anterior trabajo de Michael Crichton, “Coma 1978”, pero bastantes peldaños por debajo de la misma, cuya mayor virtud es adelantarse en el tiempo y utilizar como eje de la trama algo que en los 80 era ciencia ficción y que hoy en día es pecata minuta.

Albert Finney interpreta a un prestigioso cirujano plástico que se ve inmerso en una situación de peligro cuando descubre que varias de sus pacientes han sido asesinadas.

Una trama original pero demasiado rebuscada es lo que lastra el acabado final de un film interesante en su planteamiento inicial. En su día puede que todo sonara a chino pero incluso hoy en día aunque lo que se cuenta está más cerca de hacerse realidad la historia es demasiado fantasiosa.

Soy cinéfilo y escritor de novelas, las cuales muestran una cierta influencia cinematográfica. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: FLOJA.
Michael Crichton no solo era un buen escritor y aceptable director. Por sus estudios y vitales experiencias en la vida, era un apasionado del thriller científico. Estamos ante un filme que ya tiene su tiempo, con un look algo trasnochado. Tenemos a un Albert Finney, que en este mismo año también apareció en la curiosa "Lobos humanos", y a esa Leigh Taylor Young que recordamos en "Cuando el destino nos alcance", de 1973, junto a Charlton Heston. Sus presencias, al igual que la del rígido James Coburn, no sirven para redimir una propuesta original e interesante, cuyos fallos en medios, desarrollo y desenlace son bien patentes. Y digo fallos por cuanto el esbirro que se nos propone en la cinta como oponente del sufrido protagonista, resulta tan torpe y cómico como el truculento final.

Se anticipó a la revolución de la cirugía estética y la locura por el bisturí que inundó los quirófanos más caros de los médicos menos importantes. Las chicas perfectas, adictas a la nutrición ortodoxa, nada de drogas, pero altas dosis de gimnasio y vida sana, se ven compelidas a vivir una vida sin envejecer. Cosa imposible.
Tiene gracia, se deja ver, pero no es una gran cinta. Alejadas de sus dos mejores obras: Coma y Alma de metal.
Un thriller mediocre, no del todo bien logrado por varias razones. El protagonista no pega ni con cola, a pesar de ser un actor inmenso, Albert Finney no es la mejor opción. El plenos años ochenta versión más vitaminadas jóvenes hubieran cuadrado mejor.
James Coburn en un papel de secundario con relumbrón funciona bien como rico y furioso hombre de negocios detrás de todo el conflicto... La chica es Susan Dey, una guapa mujer de belleza serena y atractiva sin estridencias, luego dedicada más a la televisión que al cine.