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Cerca de la medianoche

Drama. Musical Una noche de 1959, en París, un debilitado músico de jazz asombra a la clientela del club “Blue Note” con el elocuente sonido de su saxo. Fuera del local, un hombre demasiado pobre como para pagarse un vaso de vino lo escucha entusiasmado. Pronto, a ambos les unirá una gran amistad. Se basa en las vidas del pianista Bud Powell y del saxofonista Lester Young. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
6 de agosto de 2005
47 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra concebida como homenaje al "bebop", forma de jazz nacida en Harlem, pero popularizada en Europa en los años de la Postguerra por músicos americanos de color. El "bebop" es una versión del jazz más libre y espontánea, más rica en disonancias y saltos melódicos, que nació en 1940 de la mano de Charlie Parker y Dizzi Gillespie.

Combinando música y narración, la película relata la historia, basada en hechos reales, del saxofonista Dale Turner, envejecido y debilitado por el alcohol y las drogas, que funde la historia de dos virtuosos del saxo. La acción se sitúa en París, en 1959, cuando Dale toca en el club "Blue Note", apoyado por un grupo de compañeros que le ayudan a salir adelante. El dibujante Francis, sin un céntimo en el bolsillo, gran aficionado a la música de Dale le escucha desde la calle. En cierta ocasión, Dale a la salida del local pide ayuda a Francis, que le lleva a su casa. Las cosas mejoran económicamente para Francis y su ayuda se convierte en un apoyo firme para Dale, que cada noche acude al club nocturno para tocar el saxo. Cuando parece que Dale se ha recuperado, realizan un viaje a Nueva York, de donde Dale no regresa a causa de unos problemas.

La obra constituye un sentido y convencido homenaje a la música, al jazz y al "bebop". La banda sonora, gran protagonista de la película, combina temas originales y temas clásicos (Gershwin, Porter, etc.). Su realización corre a cargo de Herbie Hancock, que en la película encarna el personaje de Eddie Wayne. Obtuvo el Oscar a la mejor banda sonora original. La fotografía es ajustada en encuadres, dosoficación de la luz, distribución del dibujo y tonos del color. Ofrece escenas sobrias y a la vez fascinantes, de gran emotividad y de extraordinaria belleza visual. Los escenarios interiores sobresalen por su adaptación al clima de la obra. Los exteriores de París resultan algo artificiosos y excesivamente ambiciosos. La interpretación de Dale Turner a cargo de Dexter Gordon, para muchos el mejor saxofonista de su tiempo, es excelente y le valió una nominación al Oscar al mejor actor.

La dirección de Tavernier consigue un resultado muy equilibrado entre música y narración, trasmite emoción y contagia afición por la música.
Miquel
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13 de septiembre de 2005
30 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un tema principal en el fondo de esta película, que es la amistad. La amistad entre un saxofonista americano de gran éxito en la era del be bop, Dale Turner, afincado en París, y un padre de familia francés, Francis Borler, interpretado por François Cluzet. Dentro del tema principal de la película, hay una vertiente musical que sirve para tapizarla de jazz: y ahí es donde nuestro hombre en París, Dexter Gordon, da lo mejor de si mismo, tanto en la parte meramente de actor como en la puramente musical.

De la musical, cabe decir que él mismo se encarga de interpretar los temas. Precursor del saxo tenor en el estilo be bop, Dexter pasa por ser uno de los más grandes saxofonistas de la historia, con un sonido compacto y firme pero abrasadoramete melódico en la balada. De la actoral tan sólo podemos decir que Alrededor de la medianoche supuso la primera y única interpretación para la gran pantalla. Pero el resultado fue espectacular: una nominación al Óscar al mejor actor protagonista del año 1986.


¿Qué aporta Dexter, además de esta ,en efecto, experiencia vital, a la cinta? Pues mucha solvencia, mucho “savoir faire”, inusitadamente si se quiere, de manera harto sorpresiva, para alguien novato de los pies a la cabeza desde el punto de vista cinematográfico. Dexter derrocha esa simpatía proverbial de la que hizo gala desde sus comienzos. Derrocha la serenidad y el equilibrio que le dan los años. Él sabe que en el fondo se está interpretando a sí mismo (quizá ésa fuera la única pero acertada insinuación de Tavernier en su trabajo: sé tú mismo) Su inesperada nominación al Óscar asombró a todos, primero a él mismo, y más sorpresivo fue que la Academia se acordase de una película europea protagonizada por un músico y encima de jazz, y que había estado durante su estancia en diversos países de Europa prácticamente defenestrado para la memoria incluso del aficionado al jazz americano. Imaginamos a Dexter muy tranquilo, sabiendo que poco podía hacer en un terreno que no era “el suyo”: nada menos que Paul Newman esperaba butaca con butaca a recibir ese año la preciada estatuilla.


La película misma se contagia del espíritu de la improvisación propio del jazz, al no respetar de manera estricta el montaje cabal que puede esperarse. Así se suceden las escenas como si de pequeños tramos recortados se tratara (realizados esos cortes casi bruscamente se diría), pequeños fragmentos que, armonizados dentro de un conjunto, adquieren su verdadera dimensión lógica Un método que en realidad podemos observar en buena parte de la filmografía de Tavernier, desde sus comienzos hasta la actualidad, prueba de su más que contrastada inclinación por el jazz en la conexión con su cine.
cassavetes
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6 de mayo de 2011
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son las horas en que sucede el Jazz, alrededor de la medianoche, horas de terciopelo negro en las que poco importa que el músico sea un inadaptado social incapaz de controlar sus vicios, porque la trascendencia y espiritualidad de saxos y pianos se imponen a la sucia humanidad de los propios orfebres de ritmos balsámicos.

Allá, a finales de los cincuenta del siglo XX, tiempo después de que la noche hubiera caído sobre París, las salas musicales se vestían con Notas Azules (Blue Note) y los jazzmen arrastraban sus instrumentos y sus leyendas, llevando sus vidas y su arte a las más altas cumbres y a los avernos más profundos.

Bertrand Tavernier, además de un enamorado del jazz clásico, debe ser un profundo conocedor de este mundo subterráneo, mágico y peligroso; revitalizador y destructivo a la par. Su aproximación está hecha desde el cariño y el respeto hacia los singulares creadores de músicas que nacen de las mismas cepas del alma y que transmiten, como la misma película, sentimientos y sensaciones que a veces son indescifrables para los propios protagonistas y los boquiabiertos espectadores y oyentes.
Sinhué
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4 de febrero de 2010
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bertrand Tavernier demuestra aquí ser un loco del Jazz y lo hizo bien. Especialmente bien a la hora de elegir a su protagonista, San Dexter Gordon. Bien lo sabía el francés, nadie como él para transmitir todo lo que en esta bellísima cinta se transmite. Cada paso, cada nota.
Cuentan que el pobre de Dexter lo pasó mal con los "timing" habituales de los rodajes. A veces no llegaba a tiempo a la marca, se agotaba. Y es que a un tenor de este calibre, dueño del soplido grave y del low-tempo no se le puede hacer correr. Por esta razón, cada vez que aparece en pantalla, es real, es él. Todo un lujo.
Por lo demás la historia no está mal, seguramente el reflejo del propio Tavernier. Más que suficiente para hilar este buen rato con Dexter Gordon con la dignidad debida. Si amas el Jazz es de obligada visión, y si aún no lo has descubierto, una más que agradable e interesante entrada a ese maravilloso mundo.
txoniman
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2 de enero de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película imprescindible para los apasionados del jazz, porque sin lugar a dudas el jazz, además de un tipo de música es una pasión. Junto a Bird de Clint Eastwood, Round Midnight es probablemente la película que se ha aproximado de una forma más honesta y veraz al mundo de los "bopers" de los años 40 y 50 del pasado siglo.

Dexter Gordon hace una interpretación entrañable del saxofonista Dale Turner ya que, a pesar de no ser actor, consigue no solo que su personaje sea creíble sino que el espectador simpatice con él desde el comienzo de la película. Y lo logra básicamente interpretándose a sí mismo con su extraña voz rota, su forma pausada de hablar, su enorme corpachón cargado de bonhomía y sus andares desgarbados y cadenciosos.

De la película hay que destacar su banda sonora, de la que se hizo cargo Herbie Hancock. Aquí tenemos la impagable oportunidad de ver y oír tocando juntos a músicos de primera fila y de diferentes tendencias, desde leyendas del "bebop" hasta instrumentistas que bebiendo de las fuentes del "bop" pronto evolucionaron y ampliaron las fronteras del jazz hacia otros horizontes. Por citar algunos como el propio Dexter Gordon, Ron Carter, Freddie Hubbard, Herbie Hancock, John McLaughlin o Wayne Shorter, músicos todos ellos que han sido testigos de cómo el jazz ha pasado de interpretarse en los pequeños locales a llenar de público grandes salas y auditorios. No deja de resultar curioso ver juntos sobre el escenario dos personalidades tan diferentes: el extrovertido y campechano Dexter Gordon y el sobrio y elegante McLaughlin.

La película no solo es una historia sobre la amistad sino que ésta es el hilo conductor que nos traslada al ambiente de los pequeños locales de jazz parisinos y al drama de la adicción al alcohol, en este caso de Dale Turner, pero podría ser el de uno de tantos músicos de jazz (la lista de los que en algún momento de su carrera sufrieron algún tipo de adicción es interminable). Músicos de sólida formación y técnicas instrumentales escalofriantes que hicieron evolucionar el "bop" introduciendo nuevas tonalidades como nos explica Dale en uno de los diálogos, o utilizando viejos conceptos musicales para crear el entonces novedoso jazz modal como hicieron Miles y Coltrane entre otros.

En definitiva, un recomendable homenaje al jazz y a los músicos que lo hacen posible, ¿no es así Lady Dale?
Carlos
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