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Cuéntame tu vida

Intriga. Romance En el centro psiquiátrico donde trabaja la psicoanalista Constance Petersen (Ingrid Bergman), el Dr. Murchison (Leo G. Carroll) anuncia su retiro de la dirección, en cuyo reemplazo llegará el eminente Dr. y escritor Anthony Edwardes, a quien, justamente, Constance admira muchísimo aunque no le conoce... pero, el mismo día en que el joven y apuesto director (Gregory Peck) es presentado ante los directivos, la psicoanalista comenzará a ... [+]
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
21 de mayo de 2006
128 de 180 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Vértigo" muestra una investigación detectivesca, pero ES un sueño.
"Con la muerte en los talones" trata una trama policial, pero ES una ilusión.
"Psicosis" habla de una investigación por asesinato, pero ES una pesadilla.

Recuerda trata de los entresijos de la mente y los sueños, pero ES una película policiaca.

En la que debía ser su obra más onírica, el maestro dio vía libre a los diálogos razonables, y puso en primer plano la trama del falso culpable. La mente no era el centro esencial, sino el McGuffin.

Hitch debió de aprehender el tono del minúsculo sueño daliniano y trasladarlo a toda la película. La colaboración entre los dos genios habría sido, así, mucho más fructífera.
Tomine
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25 de noviembre de 2007
80 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
Octava película de la etapa americana de Hitchcock. Escrita por Ben Hecht, se basa en la novela "The House Of Dr. Edwardes" (1927), de John Palmer y Hilary St. George Sanders. Se rueda, en B/N, en exteriores de Alta Lodge (Utah) y Cooper Ranch (LA) y en el plató de los Selznick Studios. Nomianda a 6 Oscar, gana uno (música, M. Rózsa). Producida por David O. Selznick, se estrena en "première" el 31-X-1945 (NYC).

La acción comienza y concluye en el sanatorio psiquiátrico de Green Manors (Rochester, EEUU). El psiquiatra Anthony Edwardes (Gregory Peck) se incorpora al cargo de director del sanatorio en sustitución del antiguo director, el Dr. Murchison (Leo G. Carroll). En el centro trabaja como psiquiatra la Dra. Constance Petersen (Ingrid Bergman).

La película es un thriller psicológico y de misterio, que se combina con un drama romántico. Atendiendo los requerimientos del productor, Hitchcock construye una obra sobre el psicoanálisis, sus efectos curativos y las necesidades que plantea de explorar traumas psicológicos, en especial los de la infancia, que se ocultan en el subconsciente. Selznick contrata a su psiquiatra como asesor técnico del film. No es la única vez que el realizador toca el tema, pero es la primera vez que lo hace de modo tan extenso e intenso. La relativa novedad e interés del tema se ven lastrados por su tratamiento superficial y artificioso ("psicoanálisis de salón"). Son muy notables las interpretaciones protagonistas (Bergman y Peck) y la de Michael Chekhov (Alex Brulov), nominado al Oscar al mejor secundario. El diseño de producción es excelente, sobre todo por lo que respecta a los decorados de las dos escenas del sueño de Edwardes, realizados por Salvador Dalí. La filmación de los mismos recoge 20 minutos de metraje, que Selznick reduce a 2. La atmósfera que respira la obra es densa y cautivadora. El realizador muestra sus preferencias por la confusión de identidades, el falso culpable, la mujer rubia, decidida y desenvuelta, las persecuciones policiales, etc. Deja testimonio de su afición a los trenes, las estaciones ferroviarias, las escaleras, etc. No faltan objetos a los que se asocian conceptos y sentimientos (navaja, vaso de leche). Ésta es la primera colaboración del realizador con Ingrid Bergman, a la que siguen otras dos ("Encadenados" y "Atormentada"). También es la primera colaboración con Peck, a la que sigue una segunda y última ("El caso Paradine", 1947).

La música, de Miklós Rózsa, aporta composiciones intensamente dramáticas y un tema de amor de gran lirismo. Éste alcanza su mayor expresión en el solo de violín ("Constance Meets Edwardes") que acompaña a Bergman cuando se encamina a la dependencias de Peck en el sanatorio. Otros cortes notables son "Sueño", "En la nieve" y "Final". La fotografía, de George Barnes ("Rebeca", 1940), ofrece imágenes de inspiración expresionista, enriquecidas con una esmerada iluminación, primeros planos psicológicos (fascinación de Peck) y encuadres inquietantes.
Miquel
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6 de julio de 2010
38 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mediocre intriga romántica con un jovencito Gregory Peck de lo más irritante, llega a ser cansino y grotesco verle desmayarse como un bobo cada vez que ve unas rayas sobre fondo blanco... nadie duda de que fué un gran actor, pero su nivel interpretativo en esta película deja bastante que desear. Además su personaje cae gordo, quizá al pretender dotarle de cierta ambigüedad para despistar, pero sin llegar a conseguirlo.
Tampoco el enredo y la tensión cumplen las expectativas que se le exigen al maestro del suspense, la historia cae pronto en el tedio y hace que el espectador pierda el interés. Lo del psicoanálisis y las conclusiones a las que se llegan a través de la interpretación de los sueños; metido con calzador y cogido de los pelos respectivamente.
El final no convence, es forzado y precipitado.
He leído por ahí que Ingrid Bergman se resistía a ser la protagonista del film, aduciendo que la historia de amor entre ella y Gregory Peck no era creíble, y tenía razón. De las flojas de Hitchcock.
alfataurus
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11 de septiembre de 2013
28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son esos detalles que se ven en las películas de Hitchcock lo que hace continuar con ella, pero adentrarse y esforzarse en seguir el argumento es tarea de locos. No ya por el hecho de la intriga policíaca, sino por aceptar como buenos los pasos con los que la doctora va tratando a Gregory Peck para “curar” los oscuros recuerdos que le atormentan.

Al igual que la escena de las puertas abriéndose, que son las que Ingrid Bergman le abre a él sentimentalmente, para el espectador también se van abriendo puertas que facilitan seguir con la película, pero ya digo, aún con las puertas abiertas no circula suficiente corriente de aire como para despejar un halo de confusión en todo el film. Una de las películas de Hitch que más perplejidad causa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
floïd blue
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24 de enero de 2014
31 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor súbito y tremebundo entre dos personas que se han conocido hace 10 minutos es algo que me fastidia las películas. Aquí digo “se han conocido”, pero no es verdad. Estos dos nunca llegan a conocerse, más que nada porque él no se acuerda ni de su nombre, y por mucho que diga, ella tampoco tiene puta idea de quién es ese señor. Lo único que ella tiene claro es que es un moreno alto y guapo, y ya está, con eso vale. Un tío tan apuesto no puede ser malo, y punto.
Ella también es muy guapa, así que todos contentos. Pero hay momentos en que a él parece que no termina de caerle muy bien, ya que le pide abiertamente que se calle y no sea tan plasta, y, de hecho, cuando ella le pega la chapa, él prefiere desmayarse a tenerla que aguantar. Pero como anda jodido de memoria, el pobre, debe ser que al rato se le olvida y la sigue amando locamente.
Para celebrar este amor tan embriagador, la parejita se va a la nieve, a bajarse una pista negra a toda leche (fijarse a qué velocidad pasan los pinos), sin abrigo ni guantes ni gafas ni gorro, con dos cojones. Todo porque ella ha decidido que si él no se congela, es que es de fiar. Ya, es una chorrada, pero es lo que hay.

Lo de Dalí es muy bonito y tal, pero no compensa. Ni tampoco es lo más surrealista de la peli, ni con mucho.

Hay películas que envejecen mal y películas idiotas. Esta es del segundo tipo, hoy en día y el día en que se hizo también. No creo que en su estreno pasase muy desapercibido lo imbécil del argumento, escrito por un señor que de psiquiatría no sabía, ni lo patoso de su protagonista, Gregory, que tampoco fue capaz de creerse su papel, y se le nota mucho, pobre. No le culpo.
VALDEMAR
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