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El extraño dentro de la mujer

Drama Isao Tashiro y su esposa Masako viven en Kamakura, tienen dos hijos y disfrutan de un elegante estilo de vida. Un dia, en Tokio, Isao se encuentra con un vecino que ha ido a la ciudad en busca de su esposa Sayuri y deciden tomar una copa antes de regresar a casa. Esa misma noche, se enteran de que Sayuri ha sido asesinada. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
28 de octubre de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin llegar al nivel de sus obras maestras, esta mezcla de cine negro y melodrama moral rodado con la habitual exquisitez de Naruse, en una suerte de crimen y castigo dostoyevskiano en clave doméstica y burguesa, nos brinda una nueva oportunidad para admirar el sensible trabajo del director japonés y su delicada preocupación por los callados dolores, y los sonoros silencios de sus personajes. Naruse retrata no sólo los quebrantos de quién se siente culpable por un acto infame y erróneo pero imborrable sino también las repercusiones que provoca en su entorno familiar más cercano, la preocupación ante el futuro o el honor de la familia. La elegida música subraya con precisión milimétrica el subconsciente de los protagonistas. Magníficas interpretaciones de Keiju Kobayashi y Michiyo Aratama como la pareja protagonista.
Gould
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30 de agosto de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hechos quedan claros en una primera media hora prodigiosa. A partir de ahí, el genial director japonés desarrolla una historia que tiene más que ver con la ética de cada uno, esas complejas disposiciones interiores que obligan a que los personajes tomen unas decisiones u otras. Naruse fue un maestro en el arte de enseñarnos el alma de las personas, normalmente acosadas por el melodrama, de manera que ponía en bandeja de plata a los actores elegidos para que demostraran sus cualidades. En el caso de "El extraño dentro de la mujer" los protagonistas realizan una verdadera exhibición.

Hay algo que podrá no entenderse desde el punto de vista occidental, y tiene que ver con el tan a menudo diferente sistema de pensamiento que nace de una moral del pueblo japonés tan distinta a la nuestra. Ellos poseen unos valores propios, basados en una conceptualización muy distinta a la nuestra. Su honor no es nuestro honor, el sentido de la deuda, las obligaciones respecto a la familia y al resto de seres humanos, todo es tan distinto que una película como "El extraño dentro de la mujer", tan profundamente japonesa, no es posible entender del todo si no se tienen en cuenta esas peculariedades.

Por eso me reafirmo, Naruse era un maestro. Hacía sus películas pensando en un público japonés, no en exportar su cine más allá. Y sin embargo es potente y profundo.

Aquí, a partir de unos hechos concretos que tienen que ver con trabajadores de clase más bien acomodada, escarba en el interior de unos personajes a los que les abrasa la culpa y el miedo a no hacer lo correcto. Esa moral extraña para nosotros que hacen que tomen decisiones a menudo sorprendentes. La descripción de Naruse del melodrama es una maravilla.
Luisito
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10 de enero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Naruse nos arrebata con delicadeza la privilegiada posición del espectador y nos hace partícipes de un conflicto moral. Quizá nos intente otorgar el papel del personaje ausente de la obra (la policía) y nos someta a un ejercicio de "justiciero de éticas" y "principios culturales".

El director narra su historia en interiores geométricos bien definidos y luminosos, salpicados por oscuras escenas en las que la culpa o la deshonra toman protagonismo. Puertas abiertas a una tormenta que nunca cesa. Encierra la opresión del hogar deshonrado y la pena del tanatorio con posibles escapadas a un incierto futuro de bravura natural, reflejos de una mente castigada por la culpa y la mentira.

Los silencios arrancan líneas de diálogo difíciles de igualar. El suspense se tiñe de melodrama que enfatiza la música y sostienen las miradas.

Define ideales de una cultura y los miedos al autorechazo. Las consecuencias de la conducta honrosa como estandarte de futuras generaciones. El intento por equilibrar el karma y la ausencia de remordimientos.

La soleada escena del paseo por la playa nos revela la utopía de la rectitud cuando se enfrenta a algo más poderoso.

La culpa fue de ese extraño que hay dentro de la mujer, pero resulta que ese extraño fui yo.
La puerta de Tannhäuser
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17 de junio de 2023
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En los planos iniciales de El extraño dentro de la mujer ( Onna no naka ni iru tanin, 1966), de Mikio Naruse, adaptación de The thin line, de Edward Atiyah, que poco después sería adaptada en Al anochecer (1971), de Claude Chabrol, hay algo en la forma de desplazarse por la calle, de mirar alrededor, de Isao (Keiju Kobayashi), que transmiten la sensación de que algo no va bien. Pareciera que anduviera con el paso cambiado, vacilante, como si la realidad ya no fuera la misma. Cuando enciende su cigarro, pareciera que se estuviera ocultando. Sus gestos transmiten la sensación de que se ha dejado a si mismo atrás. Cuando se encuentra con su amigo Ryukichi (Tatsuya Mihashi) se hace palpable que no sólo es su rostro el que mira. Poco después Ryukichi recibe la noticia de que su esposa, Yumiko (Mitsuko Kusabue), ha sido asesinada. Y una mirada vaciada, la del cadáver, y una mirada extraviada, elusiva, la de Isao, empiezan a perfilarse como notas de un mismo acto. En su hogar, con su esposa y dos hijos, Isao mantiene la compostura, como una estatua que sigue reproduciendo los mismos gestos imperceptibles ya que siempre son los mismos. Pero la pantalla de su rostro tiembla, durante el funeral, cuando escucha que está presente una vecina de la fallecida, que ha podido quizá ser una testigo.

La narración, hasta ese momento ha estado orquestada sobre leves temblores, que comienzan a ser más manifiestos, como el sobresalto de la testigo cuando en la calle cree ver en un transeúnte a Isao. Como siente Isao cuando el presente ya se convierte en un recordatorio de un pasado del que no puede fugarse. El pasado irrumpe en la narración como breves estallidos que remarcan que la fisura que se estaba gestando como temblor es irreparable e incontenible. Porque la culpabilidad atormenta a Isao como una llaga interior que no deja de crecer. La piedra se resquebraja e Isao se precipita en un desmoronamiento que busca un alivio que no puede ser nunca satisfecho. Lo comparte con su esposa, Masako (Michiyo Aratama), cuya reacción no es otra que la de afirmar con más rotundidad la pantalla sobre la que se ocultan, como sus risas en una atracción de un parque de atracciones. Las fisuras se tapian, se parchean, aunque implique la constatación de que su marido se había quedado prendado de otra mujer, apresado por una nube de mero pero incontenible deseo, como si una vida estrangulada hubiera acabado, como perversa rima, derivando con el estrangulamiento de ella en un juego sexual que se había convertido en excitante ritual en sus encuentros. La muerte, a veces, se produce por el enmarañamiento accidental de unos impulsos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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