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Un nuevo comienzo

Drama. Romance En 1945, Jakob Bronski, un joven disidente confinado en Drancy, toma bajo su protección a dos niños, Melanie y Christopher. Cuarenta años después, Melanie averigua que el anciano Jakob, que creía que había sido trasladado a Auschwitz y asesinado, sigue vivo. Inmediatamente lo invita a vivir con ella y su familia en su granja de Canadá. Lo que Melanie no esperaba era que Jakob llegara acompañado de Christopher. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
23 de septiembre de 2008
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia sobre profundos sentimientos arraigados en el interior de los protagonistas es efectiva pero nunca consigue ir más allá.
Obviamente, tener a intérpretes como Susan Sarandon, Christoper Plummer, Gabriel Byrne o el gran Von Sydow ante la cámara nos hace pensar que la culpa no es de ninguno de ellos y que algo debe haber acontecido durante el desarrollo para que la cinta no se fragüe del mejor modo posible.
Los excesos que comete, en alguna ocasión, Paolo Barzman al administrar ese guión que, en ocasiones, parece minuciosamente preparado, pero nunca se pierde en el detalle, nunca se adentra en la emoción, terminan por lastrar un trabajo que, entre secuencias radiantes de vida, posee ciertos instantes sacados de quicio cuyo objetivo final no se alcanza a simple vista y, con tiempo, se termina obviando.

Los flashbacks con una brillante, magnífica y demoledora fotografía dan el soporte necesario para comprender de donde viene y hacía donde va todo, sin embargo, en ningún momento se sustentan por ser tan aclaratorios como evidentes y deshilvanados de un relato que cuelga a pedazos y nunca halla el camino para introducir al público en un buen bache. Uno de esos que hacen que todo se te suba al estómago y al cuello y empieces a paladear y disfrutar de cada minuto, de cada segundo. Uno de esos que, con creces, hubiera requerido un trabajo de estas características, donde aquello que más duele, lo que siempre intentamos olvidar para no remover extraños sentimientos, vuelve a salir a flote. Uno de los que hacen que, finalmente, la conmoción zarandee al espectador. Pero no sucede. Sólo faltó que macerase, dándole un poco más de talento, que no tiempo.
Grandine
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24 de septiembre de 2007
26 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película de curioso título, "Aritmética emocional", es un notable drama en torno al, eso sí, ya manido asunto del holocausto judío y los traumas provocados en aquellos que sobrevivieron a tan terrible experiencia. Una mujer recibe en su casa a dos compañeros del campo de concentración donde estuvo de niña, a los que no veía desde entonces, y esto afectará a su ya de por sí inestable salud mental.

Magníficamente interpretada además, por Susan Sarandon y el resto de actores de este poderoso (aunque no demasiado original ni novedoso) drama, entre ellos Max Von Sydow y Gabriel Byrne.
Amor Perro
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6 de julio de 2008
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces suele pasar que contar con una buena historia y unos buenos actores no garantiza que el producto final responda a las expectativas que tan buenos mimbres parecían presagiar. En esta ocasión, el director Paolo Barzman hace de “Aritmética emocional” una película bastante menor de lo que podía haber sido. Un film que gira en torno a la memoria más o menos reciente, que plantea dilemas existenciales (¿es mejor no olvidar, o es más conveniente no recordar para salir adelante?) y que sobre todo cuenta con un reparto de lujo, que raya a una altura notable sin excepciones, no se puede convertir en algo tan anodino y plano como acaba siendo esta película.
Con una estructura teatral, construida en base a los diálogos que se van sucediendo entre dos personajes, la película va adquiriendo a lo largo del metraje un tono parsimonioso, sin mostrar en ningún momento la fuerza dramática que precisaría para conseguir transmitir las emociones soterradas que se intuyen pero que no acaban de salir a la superficie. Y aunque es cierto que “Aritmética emocional” contiene algunas ideas afortunadas que desembocan en momentos de gran cine, sobre todo en su desenlace, un final algo frío y precipitado acaba por malograr un film que merecía un mejor acabado.

Lo mejor: el plano de la lluvia cayendo sobre la libreta, perfecta metáfora de toda la película.

Lo peor: que se haya desaprovechado el potencial de una historia como esta.
AMQE
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3 de julio de 2008
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde Canadá, Paolo Barzman nos envuelve de forma progresiva, con los latidos de un pasado reverberante, en una historia sobre cifras del horror que una niña anotó con escrupulosa fidelidad y que regresan incesantemente a su presente de mujer que no ha podido olvidar.
Cuarenta años después de aquellos acontecimientos, un reencuentro inesperado y tremendamente emotivo vendrá a cambiar el curso de varias vidas.
Barzman mima la fotografía de esos espectaculares paisajes canadienses repletos de verdor, de esos planos centrados en las peculiaridades de cada personaje, de esos flashbacks en blanco y negro a veces maravillosamente fundidos con las escenas del presente.
Barzman también mima a su reparto de actores y permite que brote a borbotones el gigantesco talento interpretativo de Susan Sarandon, de los incombustibles Max von Sydow y Christopher Plummer, de Gabriel Byrne, incluso de ese pequeño nieto que desde la primera secuencia se ganó a pulso mi corazón.
Y por último, también mima el desarrollo y el montaje, la banda sonora y ciertos detalles de la atmósfera física y emocional que logran una identificación con estados de ánimo, recuerdos, evocaciones y, en definitiva, con todo un torrente de sentimientos a menudo muy intensos y difíciles de contener. Temores, esperanzas, recelos, heridas sin cicatrizar, perdón, liberación y, ante todo, un amor doloroso y redentor que flota junto con el aire húmedo que anuncia lluvias destinadas tal vez a lavar algo más que los paisajes...
Una secuela más de la Segunda Guerra Mundial contada desde los ojos de unos adultos que una vez fueron niños aterrorizados ante la barbarie.
Desde los ojos de un anciano que atravesó el umbral del infierno.
Y desde los ojos de una familia que lucha por salir adelante sobre las cenizas de unos tiempos aciagos que marcaron a fuego la historia de la Humanidad.
Vivoleyendo
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7 de julio de 2008
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1945, Jakob Bronski, un joven disidente encarcelado en Drancy, decide proteger a dos niños, Melanie y Christopher. Cuarenta años después, Melanie descubre que Jakob sigue vivo. Siempre había creído que después de ser trasladado a Auschwitz había muerto. Le invita a vivir en su granja familiar, en Canadá. Pero Jakob no llega solo, trae a Christopher. Melanie y Christopher deberán reconocer el poderoso vínculo que existe entre los dos. El pasado explota en el presente en una tierna e inesperada historia de amor.
Lo que parece el título de un libro de autoayuda es la obra-bombón del italiano Paolo Barzman, que quedó fascinado ante la novela de Matt Cohen. Aritmética emocional es otra historia de las consecuencias del Holocausto, sin grandes gestas ni héroes, sólo supervivientes de un drama que les marcará toda la vida.
Como todo libro de autoayuda, la trama consta de 3 pasos: redención, cicatrización y reconciliación. La estructura de la película sigue el caos emocional en el que están sumidos los protagonistas en detrimento de la solidez de un guión consistente. Sentimientos, pensamientos y acciones que se quedan ocultos y se distorsionan. Son 2 planos diferentes: racional y emocional. El segundo funciona perfectamente.
Pues, aunque el guión sea un poco flojo, Barzman se rodea de cuatro monstruos como Susan Sarandon, Max Von Sydow, Christopher Plummer y Gabriel Bryne y los mima a base de primeros planos que les permiten lucirse. Los flashback en blanco y negro son estéticamente poderosos, directos a la emoción del espectador. Ese momento entre Melanie y Christopher es bellísimo. También destaca una gran fotografía y la cuidada banda sonora de Norman Corbeil y en general, la pulcritud técnica.
Una corriente de amor, dolor y confusión. Las consecuencias psicológicas. Los campos de concentración que hacen acto de presencia en forma de pasado traumático, de punto de inflexión en sus vidas. Ríos de tinta. ¿Crees en Dios?. Mejor dicho ¿cree Dios en mí? No es Dios el único ausente en los campos de matanza, sino la humanidad entera.
Naran
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