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España España · Madrid
Voto de Naran:
7
Drama. Romance En 1945, Jakob Bronski, un joven disidente confinado en Drancy, toma bajo su protección a dos niños, Melanie y Christopher. Cuarenta años después, Melanie averigua que el anciano Jakob, que creía que había sido trasladado a Auschwitz y asesinado, sigue vivo. Inmediatamente lo invita a vivir con ella y su familia en su granja de Canadá. Lo que Melanie no esperaba era que Jakob llegara acompañado de Christopher. (FILMAFFINITY)
7 de julio de 2008
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1945, Jakob Bronski, un joven disidente encarcelado en Drancy, decide proteger a dos niños, Melanie y Christopher. Cuarenta años después, Melanie descubre que Jakob sigue vivo. Siempre había creído que después de ser trasladado a Auschwitz había muerto. Le invita a vivir en su granja familiar, en Canadá. Pero Jakob no llega solo, trae a Christopher. Melanie y Christopher deberán reconocer el poderoso vínculo que existe entre los dos. El pasado explota en el presente en una tierna e inesperada historia de amor.
Lo que parece el título de un libro de autoayuda es la obra-bombón del italiano Paolo Barzman, que quedó fascinado ante la novela de Matt Cohen. Aritmética emocional es otra historia de las consecuencias del Holocausto, sin grandes gestas ni héroes, sólo supervivientes de un drama que les marcará toda la vida.
Como todo libro de autoayuda, la trama consta de 3 pasos: redención, cicatrización y reconciliación. La estructura de la película sigue el caos emocional en el que están sumidos los protagonistas en detrimento de la solidez de un guión consistente. Sentimientos, pensamientos y acciones que se quedan ocultos y se distorsionan. Son 2 planos diferentes: racional y emocional. El segundo funciona perfectamente.
Pues, aunque el guión sea un poco flojo, Barzman se rodea de cuatro monstruos como Susan Sarandon, Max Von Sydow, Christopher Plummer y Gabriel Bryne y los mima a base de primeros planos que les permiten lucirse. Los flashback en blanco y negro son estéticamente poderosos, directos a la emoción del espectador. Ese momento entre Melanie y Christopher es bellísimo. También destaca una gran fotografía y la cuidada banda sonora de Norman Corbeil y en general, la pulcritud técnica.
Una corriente de amor, dolor y confusión. Las consecuencias psicológicas. Los campos de concentración que hacen acto de presencia en forma de pasado traumático, de punto de inflexión en sus vidas. Ríos de tinta. ¿Crees en Dios?. Mejor dicho ¿cree Dios en mí? No es Dios el único ausente en los campos de matanza, sino la humanidad entera.
Naran
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